Menu


Mi Verdad, Tu Verdad, ¿Verdad?
¿La verdad? ¿qué es la verdad? ¿existe? ¿se puede conocer o defender?


Por: H. Jordán Sánchez L.C | Fuente: elblogdelafe.com



Diariamente recibimos información, el mundo de la red parece ser más real que el mundo terrenal y nos sumergimos en un mundo virtual que nos dice quién ser, cómo actuar y qué pensar; alega libertad, pero esclaviza mentes. Todos pueden hablar, todos pueden expresar su opinión, decir su parecer (esto por sí mismo no está mal), pero ¿con qué fin?, ¿con el fin de buscar la verdad? ¿Es correcto no refutar una opinión cuando ésta es falsa? Si todo es opinable, ¿quid est veritas?

Estamos inmersos en el mundo de lo relativo, en el cual toda opinión es válida aunque sea errónea y no tomarla en cuenta no sólo es considerado una falta de respeto, sino una intolerancia, una muestra de poca civilización.

Conocedores e ignorantes, la voz tiene el mismo valor. Se trata sólo de respetar, no de buscar la verdad. Existen noticias que venden a costa de información tergiversada; existen posts de Facebook que te dicen quién eres y qué te espera en el futuro; y hay tantas opiniones y todos opinan sobre todo, que la verdad queda opacada, se vuelve innecesaria, y así, todo se torna manipulable. Hoy se puede opinar algo, pero no es absoluto, ya que mañana puede cambiar: un “cultura de lo provisional”.

Todo es relativo, el arte, la música, la historia; lo que es bueno para uno no puede serlo para el otro, pero mientras haya “respeto” estamos bien. Existe el diálogo pero no tanto argumentativo o iluminativo, aquél tipo de diálogo que busca dar luz para poder llegar a la verdad, no, hoy todo es opinable.

Los cambios suceden tan rápido que los que fueron buenos por algún tiempo, se convierten facilmente en villanos, en blancos fácil de atacar y de los cuales todos pueden hacer mofa hasta ridiculizar y relegar como retrógradas, conservadores o terroristas de la libertad. Hoy bueno, mañana malo, hoy cierto y después falso; no hay errores, todo está permitido, así el error no es error, es opinión y se respeta.



Ya no estamos buscando aprender, convencer o enseñar sobre la verdad, todo esto incluso podría ser considerado como algo malo. El mundo está intentando manipular, controlar, quitar la libertad bajo el lema de libertad, y esto se llama esclavitud. Venimos arrastrando ideas que no son nuestras ni de nuestra cultura, sino que nos han sido infundadas por sistemas que llenan estómagos, pero vacían mentes.

Hay sed por saber, sed de verdad, pero nos estamos conformando con lo que entretiene y satisface momentáneamente. Debemos despertar y exigir la libertad que nos ha sido arrebatada, denunciar el mal porque está mal y defender el bien, la verdad, sin miedo a ser llamados retrógradas o conservadores católicos, la verdad siempre permanece, no caduca, no cambia; la ley, los gobiernos, las ideologías y movimientos no tienen ninguna autoridad sobre la verdad, sobre lo que al ser tan obvio como verdadero no puede ser llamado falso.

Si hablamos de verdad debemos tener claro que la verdad no depende de lo que yo piense; la verdad no puede cambiar según mis caprichos o sentimientos; sobre lo que es verdadero no podemos opinar para dudar, sino asimilar; la verdad nunca es subjetiva.

Para el católico Cristo es la verdad suprema de la cual participamos como hijos suyos. Él es aquel que ha venido a “dar testimonio de la verdad” (Juan 18,37) porque est vir qui adest (es el hombre que está delante de ti) Cristo es la verdad. Y Él es el mismo ayer hoy y siempre. Él no miente cuando promete la vida eterna, no pronuncia discursos vacíos que luego no se reflejan con sus obras. Jesús es el hombre de acción que con su vida nos muestra el camino a seguir, pues Él mismo ha venido para recorrerlo con nosotros.

Es por esto que todo cristiano está llamado a ser defensor y promotor de la verdad. Cristo al venir nos dejó una enseñanza, enseñanza que defiende la vida, la familia, la naturaleza, la dignidad humana. Una enseñanza que no prohíbe sino que protege, y nos encamina hacia una vida más plena.



Es por tanto un deber levantar la voz y denunciar tanta destrucción que existe a nuestro alrededor. Denunciar y actuar, no callar ni cruzarse de brazos. Todo cristiano es misionero, proclamador del evangelio, defensor de la verdad porque para nosotros esa verdad tiene un rostro: el rostro de Cristo.

 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |