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El Señor no está lejos de sus fieles
¿Podríamos nosotros imitar a Jesús y obrar rectamente y con libertad en todas las circunstancias de nuestra vida?


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



Sabiduría  2,1. 12-22: “Condenemos al justo a una muerte ignominiosa”

Salmo 33: “El Señor no está lejos de sus fieles”

San Juan 7,1-2.10. 25-30: “Trataban de capturar a Jesús, pero aún no había llegado su hora”

 

¿Para nosotros cual sería la más grave acusación que pudieran hacer los judíos en contra de Jesús? Sí, ya sé que muchos diríamos que ninguna acusación sería válida, pero también nosotros condenamos a Jesús y casi por las mismas razones que lo hacían los judíos (según San Juan).  También a nosotros nos lastima que cuestione nuestra religiosidad sin compromisos; también para nosotros son sus acusaciones de incongruencia y de mentira; a nosotros también se nos pueden aplicar las duras palabras de hipócritas y de sepulcros blanqueados... Jesús no teme nuestras iras ni tampoco las amenazas ni los insultos de los hombres de aquel o de este tiempo.



Jesús, hombre que vive en el conflicto, sabe vivir con verdadera libertad, no condicionarse por prejuicios o temores convencionales o convenencieros. Jesús es hombre libre, aunque sabe que su misión lo puede llevar al sacrificio supremo y a la condena total. Sin embargo se entrega libremente y con amor a su misión y asume las consecuencias. Lo vemos predicando abiertamente en Jerusalén. ¿Podríamos nosotros imitar a Jesús y obrar rectamente y con libertad en todas las circunstancias de nuestra vida?

¿Podemos comprometernos en la lucha por la verdad, por la paz, por el Reino, sin temor a lo que pueda pasar? Ciertamente nosotros muchas veces parecemos demasiado “prudentes” o hasta “indiferentes” ante las propuestas que nos presenta Jesús. Esta cuaresma nos lleva a un compromiso serio en busca de ser libres para el compromiso. Acerquémonos hoy a Jesús pidamos que nos ayude a tener clara nuestra misión y atrevernos a asumir los riesgos que ella implica. Que no  vivamos con temor sino que nos atrevamos a vivir con valentía las opciones del Reino.

 







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