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Reflexión del evangelio de la misa del Sabado 3 de Junio de 2017

Era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe
La misión de los discípulos continúa en nuestros días y el Papa Francisco, nos insiste en que seamos discípulos con espíritu


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



San Carlos Lwanga y compañeros mártires
Hechos 11, 21-26; 13, 1-3: “Era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe”
Salmo 97: “El Señor ha revelado a las naciones su justicia. Aleluya”
San Juan 21, 20-25: “Éste es el discípulo que ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero”

 


En las dos lecturas que nos ofrece la liturgia de este día, parece cerrarse la misión de Jesús pero a través de sus discípulos. En la primera lectura encontramos a Pablo, en una especie de prisión pero predicando con toda libertad el Reino de Dios y explicando la vida de Jesús. En el Evangelio nos encontramos a San Juan que  junto a Pedro sigue a Jesús pero sobre todo que en la conclusión de su Evangelio nos ofrece su testimonio como discípulo. Pablo y Juan se han transformado en verdaderos seguidores de Jesús y su testimonio suscita nuevas conversiones y mueve el corazón de sus oyentes, aunque ellos tengan que sufrir por el evangelio.

 

Lo grandioso de ambos es que se mantienen fieles y ofrecen su experiencia de Jesús. Se sienten testigos de Jesús y presentan su doctrina y manifiestan ante todo su resurrección. Al cerrarse este ciclo de Jesús y prepararnos para abrir el ciclo del Espíritu, quedamos abiertos a esta nueva fuerza que nos mantendrá en un dinamismo constante para manifestarnos como discípulos. La misión de los discípulos continúa en nuestros días y el Papa Francisco, nos insiste en que seamos discípulos con espíritu, con la urgente necesidad de evangelizar y renovar la fe en nuestros ambientes. El Papa Francisco ha cuestionado fuertemente la indiferencia y la pasividad de los cristianos y nos dice a todos los obispos y sacerdotes que para tener vida necesitamos abrir las puertas.



 

El que da vida encuentra más vida. México necesita una profunda renovación de su fe y de sus valores. México necesita que el evangelio impregne nuestras culturas y nuestros ambientes para transformarlos y salir adelante de las situaciones de injusticia, narcotráfico y violencia en que nos encontramos. Sólo viviendo el Evangelio lograremos transformar nuestra realidad. Los testigos, los discípulos del evangelio y del Reino, ahora somos nosotros y tendremos que aportar, con entusiasmo y coherencia, nuestra proclamación del mensaje de Jesús. Preparémonos a recibir el Espíritu Santo que nos llenará de su fuerza y de su luz. Pidamos este día que México viviendo el Evangelio encuentre paz y justicia. Nuestra oración se convierta también en compromiso serio de búsqueda de paz.

 







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