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La unión de los esposos es el signo visible de la unión de Cristo con su Iglesia.

La misa es una boda y nosotros ¡Los invitados de honor!
Así es como Cristo se entregó por su Iglesia, es decir, por todos nosotros.


Por: P. Juan José Paniagua | Fuente: catholic-link



Todos hemos experimentado la alegría que trae compartir nuestras cosas con los demás, en especial cuando lo hemos hecho con alguien que padece mucha necesidad. Cuando compartimos nuestros bienes no perdemos sino que ganamos, tenemos más, somos más y el corazón se llena de gozo.

Cuánta mayor será la alegría cuando lo que se comparte no es algo, sino alguien, cuando lo que se comparte es la propia vida. ¡Toda la vida!, hasta el límite, sin condiciones. Esa es la alegría del matrimonio a la que Dios ha querido darle una gracia especial, elevándolo a la categoría de sacramento, ¡ésa es su fuerza! Es un signo visible, que nos habla de una realidad invisible.

La unión de los esposos es el signo visible de la unión de Cristo con su Iglesia. Así como Cristo se entregó por su Iglesia, es decir, por todos nosotros, y así como todos nosotros debemos amar a Cristo y estar unidos íntimamente a Él; así deben amarse y entregarse los esposos el uno al otro. Amarse con el amor de Cristo.

Ese es el “amén”. “Así sea Señor”. Cada vez que recibimos la comunión estamos aceptando a Cristo que nos ha entregado su Cuerpo, como los esposos han entregado sus cuerpos y sus vidas el uno al otro. Cuando comulgamos, el Señor Jesús nos muestra su compromiso y su entrega por nosotros y nosotros renovamos nuestro deseo de serle fieles, de ser verdaderamente Su Iglesia, la esposa de Cristo.
 

La unión de los esposos es el signo visible de la unión de Cristo con su Iglesia.



Les comparto un extracto de la oración de la bendición nupcial que se hace a los nuevos esposos en la celebración del matrimonio. Es una oración larga y muy bonita. He extraído un fragmento que se refiere a lo reflexionado en este video, pues nos puede ayudar a profundizar en la riqueza de la comparación entre estos dos sacramentos:

“Padre santo, que has creado al hombre y a la mujer para que, siendo los dos una sola carne y un solo corazón, sean imagen tuya y realicen su misión en el mundo.

Padre Santo, que para revelar tus designios quisiste que el amor del hombre y la mujer fuera signo de la alianza que estableciste con tu pueblo, y que la unión de los esposos en el sacramento del Matrimonio manifestara las bodas de Cristo con la Iglesia.

Que estos hijos tuyos, a lo largo de la nueva vida en común, santificada por este sacramento, se comuniquen los dones de tu amor; y que siendo el uno para el otro signo de tu presencia, sean en verdad un solo corazón y un solo espíritu”.
 









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