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Reflexión del evangelio de la misa del lunes 30 de enero de 2017

Espíritu inmundo, sal de este hombre
Estoy convencido de que si estos jóvenes entran en un contacto personal con Jesús, Él transformará sus vidas y les dará sentido.


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo Coadjutor de la Diocesis de San Cristobal de la Casas |



Lecturas:

Hebreos 11,32-40: “Por la fe, nuestros antepasados conquistaron reinos y Dios dispone para nosotros algo mejor”

Salmo 30 “Quien confía en el Señor, no desespere”

San Marcos 5,1-20: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”

 



Hay relatos evangélicos  que sobrecogen por la crudeza que expresan. Hoy nos presenta San Marcos uno de esos relatos que nos dejan cavilando y pensativos. ¿Podemos imaginar la vida de aquel hombre torturado por un demonio? Todo lo destroza, nada lo puede contener.

Parecería que tiene libertad en su más grande expresión. Podría decir aquel hombre que él hace lo que quiere y que nada es capaz de atarlo. Sin embargo actúa impulsado por un demonio, por el mal. Los judíos veían en todas las enfermedades una expresión de la maldad.

No sé qué tan válida sea la comparación, pero en este día me ha venido a la mente la situación actual de los jóvenes. No quiero afirmar que estén poseídos ni muchos menos. Pero su situación me parece crítica y difícil en medio de la sociedad.

Por una parte han alcanzado aparentes niveles de libertad que en ninguna otra época habían tenido. Es difícil que la autoridad, los papás o los maestros, puedan “someter” a los indomables jóvenes que se sienten plenos de libertad. Pero por otra parte la realidad nos muestra que muchos de estos jóvenes, que proclaman su derecho a libertad, se mueven en un campo de sometimiento a los vientos de la modernidad, del capricho, de los bienes materiales, del confort y del conformismo.

Se dicen libres y se encuentran atados.



Es cierto hay jóvenes con ideales y que luchan con sinceridad por un mundo más humano y más justo; pero también es cierto que muchos no hacen nada por lograr al menos su propia realización.

Estoy convencido de que si estos jóvenes entran en un contacto personal con Jesús, Él transformará sus vidas y les dará sentido. Son mucho más importantes sus personas y su dignidad que todos los bienes, simbolizados en la piara de cerdos. Debemos presentarles a Jesús, joven, entusiasta y dinámico. Ese Jesús es el que ama y entusiasma a los jóvenes de nuestros tiempos.







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