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¿Influye el pecado en la educación, la política, la vida social?

Pecado, educación y política
Para muchos la idea de pecado ha quedado muy atrás; hablar de ello parece anticuado o extraño.


Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net



¿Influye el pecado en la educación, la política, la vida social? Para muchos la idea de pecado ha quedado muy atrás, y la pregunta anterior puede parecerles anticuada o extraña.

Sin embargo, según un texto del “Catecismo de la Iglesia Católica”, olvidar el pecado implica graves errores. En concreto, ese texto afirma lo siguiente:

“Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social (cf. Centesimus annus n. 25) y de las costumbres” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 407).

Si esto es verdad, ¿cómo explicarlo? De un modo sencillo: todo pecado influye en la vida de las personas. Como los seres humanos necesitan, para desarrollarse correctamente, de un buen ambiente político y de una sana educación, el pecado dañará esos aspectos y afectará a las personas.

Basta con recordar los enormes daños que causa la corrupción para comprenderlo. Hay países enteros que sufren por años y años por culpa de graves injusticias sociales que son el resultado del pecado de políticos y funcionarios que no buscan el bien común, sino solo el propio beneficio.



Al revés, cuando reconocemos el pecado en su dimensión social y educativa, y cuando buscamos superarlo, estamos en mejores condiciones para evitar corrupciones personales y colectivas, y para promover sociedades más justas y solidarias.

Superar el pecado lleva a levantar la mirada hacia Dios. Porque solo Él puede perdonar nuestras faltas. Y porque solo con Su ayuda podemos evitar nuevos pecados y reparar los daños cometidos.

En ese sentido, podemos recordar una idea recogida por san Juan Pablo II en la exhortación postsinodal “Reconciliatio et paenitentia”: “la unión de los hombres no puede darse sin un cambio interno de cada uno. La conversión personal es la vía necesaria para la concordia entre las personas” (n. 4).

¿Deseamos un mundo mejor, Estados sanos y educaciones que ayuden a los niños y jóvenes a crecer en el bien? Reconozcamos la naturaleza pecadora del ser humano, aprendamos a pedir perdón a Dios, y permitamos que la misericordia pueda entrar en el mundo para producir un cambio, profundo y maravilloso, de los corazones.









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