Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor
Ante el misterio de la conciencia
Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net
¿Qué ocurre en el interior de una persona? No resulta fácil saberlo. En cada corazón hay mil elementos que escapan a la mirada más profunda y que impiden una comprensión adecuada de lo que allí pasa.
Alguien miente, alguien sonríe, alguien pregunta, alguien grita, alguien calla, alguien ayuda, alguien estorba. ¿Por qué? ¿Qué hay en la conciencia de cada uno?
La conciencia encierra un misterio muy grande. Por ese motivo, en muchos casos hay que guardar un silencio respetuoso ante la misma: no podemos penetrar en lo que ocurre “allá dentro”.
Por eso sorprende encontrar a quienes insinúan o denuncian actitudes internas de los otros. Ciertamente, los actos realizados están allí. Pero muchas veces lo interior queda velado ante nosotros.
Lo correcto, entonces, es caminar serenamente junto a quienes están a nuestro lado, sin juicios sobre su conciencia. Cometerán errores o aciertos, dirán cosas sensatas o extrañas. Su interior nos resulta inasequible y desconocido.
Solo Dios conoce lo que hay dentro de cada ser humano. Incluso ante comportamientos claramente negativos no sabemos si son consecuencia de una grave enfermedad psíquica o de una perversión “conquistada” desde opciones libres y responsables.
Dejemos, pues, el juicio a Dios, según la famosa exhortación del apóstol san Pablo:
“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda” (1Co 4,5).
El misterio de la conciencia está ahí, ante nosotros, y ha de ser respetado como algo inabarcable. Reconocerlo nos ayudará a evitar juicios sobre actitudes internas que no podemos conocer, y a acoger y acompañar a tantos hombres y mujeres que viven en medio de dificultades y alegrías muy semejantes a las nuestras.