La Marcha que moviliza a todo el Peru e inspira al mundo
Por: Carlos Polo Samaniego | Fuente: http://yoinfluyo.com/

La Marcha por la Vida 2016 volvió a romper records de asistencia por cuarto año consecutivo. Más de 750,000 personas sólo en Lima para seguir siendo la manifestación pública más grande de la historia peruana. Pero no sólo es en la capital del Perú y sus alrededores, sino que es un fenómeno nacional. Nació con la promulgación de la Ley 27654 que instituye el 25 de Marzo como “Día del Niño por Nacer”. Con este motivo se celebra la Marcha por la Vida, tanto en ciudades importantes, como en pequeños poblados de todo el Perú, que en conjunto sobrepasan el millón de personas que viven su propia fiesta por la Vida.
Desde el 2013, la Marcha por la Vida se ha consolidado y hoy es el colectivo ciudadano con mayor presencia de la vida pública peruana. La mayor cantidad de peruanos nunca antes reunidos bajo una misma idea y un mismo sentir. También es la marcha más grande de Latinoamérica y una de las importantes del mundo. Un testimonio de amor por la vida. Un fenómeno que ha traspasado fronteras suscitando adhesiones y apoyo desde muchos países.
El reto actual de la Marcha por la Vida en el Perú ya no se centra en el número de participantes. Ya no se trata sólo de ser la más grande, sino de ser la más eficaz en la construcción de una Cultura de la Vida. La edición 2016 se realizó en plena coyuntura electoral y ha dado un mensaje muy claro a los candidatos a presidente y a congresistas: Los peruanos queremos sentirnos representados por autoridades que promuevan la vida y la familia. ¡Ya no aceptaremos discursos ambiguos o indefiniciones! Los marchantes están dispuestos a dedicar un día entero para caminar sin complejos por las calles de nuestras ciudades reclamando ese derecho. Que nadie dude que será un voto exigente y que sólo se inclinará por quienes representen mejor este sentir popular. No pocos candidatos se hicieron presentes y abandonaron sus respectivas campañas y colores partidarios para ponerse la camiseta de la Marcha por la Vida 2016 como un solo equipo. Así lo atestiguan miles de fotos en Facebook de candidatos, artistas y personas de todas las edades con carteles con la frase: “Yo Voto por la Vida, ¿y tú?”.
La Marcha por la Vida nace del pueblo y va creando cultura. No hay grandes empresas que la financien o intereses partidistas que la promuevan. Ésa es una de las claves para entender por qué tiene tantos seguidores… No es sólo un evento de un día al año o el ambiente de efervescencia que se inicia semanas antes del evento. Su comité de organización congrega a los principales movimientos y organizaciones pro vida y se mantiene activo durante todo el año. Cuenta con 3,000 jóvenes voluntarios que tienen reuniones de capacitación y de oración. El espíritu de la Marcha se vive permanentemente: los ciudadanos quedan movilizados por amor a la vida.
La Marcha por la Vida también es un tsunami en redes sociales. Fue tendencia en Twitter no sólo en Lima y en el Perú, también lo fue en muchas ciudades del mundo. Videos con testimonios, fotos, canción oficial y otros mensajes fluyeron como un manantial de esperanza por todo el globo. También fueron millones los que recibieron esta información por Facebook y otras redes sociales.
Es una manifestación pacífica que busca vivir la paz y la reconciliación entre los peruanos. No hubo ningún acto de violencia y, a Dios gracias, tampoco ningún herido. Ciudadanos de toda edad, condición social, bandera política y confesión religiosa que sienten que el valor del respeto a la vida está amenazado en el Perú por pequeños grupos que promueven el aborto legal y otras formas de terminar con la vida de un ser humano.
El lema de este año fue muy claro: “Nuestro Primer derecho: la Vida”. Para reír, cantar, bailar, gozar de un concierto, protestar o hasta para discrepar en las ideas, lo primero es ESTAR VIVO. Por eso la Marcha celebra la vida de todo ser humano, de los más cercanos o de aquel que todavía no conocemos, del que piensa como nosotros y del que no comparte nuestras ideas, del que nos apoya y hasta del que nos critica. Todos tenemos algo en común: alguien respetó nuestro derecho a la vida y nos lo sigue respetando hoy día.