La crisis entre Haití y República Dominicana ha pasado de ser fronteriza, migratoria y humanitaria al plano comercial y al embargo de productos comerciales dominicanos por parte de Haití, en un conflicto agravado por las disposición de repatriación de haitianos con estatus migratorio irregular en el vecino país.

A mediados de esta semana, en Barahona, República Dominicana, se reunieron durante cuatro horas y media, los presidentes dominicano y haitiano, Danilo Medina y Michel Martelly respectivamente, pero no lograron ningún acuerdo para levantar la veda de ingreso por vía terrestre que Haití impuso a 23 productos criollos.

Medina y Martelly, al final de una reunión que sostuvieron en el salón de Embajadores del aeropuerto María Montés, se limitaron a anunciar que sus ministros de aduanas y comercio se reunirán dentro de 15 días en la capital haitiana para “seguir las discusiones y mejorar el intercambio comercial”.

El acuerdo de seis puntos se centró en esta próxima reunión. En el texto de entendimiento firmado por ambos mandatarios dice: “El objetivo de este encuentro será llegar a un acuerdo que permita mejorar los intercambios comerciales, así como normalizar el transporte terrestre de mercancías entre ambos países”.

Traducir la generosidad

Al mismo tiempo –promovido por las pastoral migratoria– se reunían en Mao, al noroeste de República Dominicana, los obispos de las diócesis fronterizas de ambos países en un encuentro mucho más profundo que titularon: ¨Signo de Misericordia con la Pastoral Migrante¨.

Los obispos dijeron, en su mensaje final, que el tema del encuentro no es otro sino “compartirles a nuestras Diócesis Fronterizas, a nuestros dos pueblos, nuestros dos Países, un Mensaje con el Corazón Pastoral, confortados y alimentados por la Misericordia Divina, de manera que el Dios-Padre Misericordioso siga derramando su Misericordia, y ésta fortalezca la dignidad de todos y todas, con particular atención, la de nuestros empobrecidos migrantes”.

En cuanto a la reunión que sostenían los mandatarios Medina y Martelly, los obispos que viven el drama migratorio haitiano y los conflictos que está causando entre ambos países, fueron muy cautelosos al aguardar “extenderles el saludo a medida que fructifiquen los dos países en el justo diálogo bilateral con respeto mutuo y sin injerencia foránea”.

Más adelante destacaron que se trata de una misma misión y de una misma Iglesia por lo que exigieron a los cristianos traducir la Misericordia en generosidad solidaria ante el dolor de nuestra gente”, pues con el Evangelio de la justicia, es imposible obviar la fraternidad misericordiosa, marginando, discriminando y excluyendo”.

Finalmente, los obispos, monseñor Diomedes Espinal, de Mao-Montecristi; monseñor Launay Saturne de Jacmel, monseñor José Grullón, de San Juan de la Maguana y monseñor Kennel Alphonse, de Forte Liberte, confirmaron que los cristianos de ambos pueblos “están llamados a ser testigos de la Misericordia, de manera que el amor de Dios sea revelado acogiendo al migrante”.

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