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Entrevista al Dr. Sergio Gómez Moyano, especialista en R. H. Benson, autor de un libro que recomienda el Papa Francisco
La clave de todo se encuentra en esta disyuntiva: o reconocer al Dios trascendente o considerar que no hay más dios que el hombre


Por: Luis Javier Moxó Soto | Fuente: Catholic.net



El autor de "Señor del Mundo" (recientemente publicado en Ed. Stella Maris) es el sacerdote y escritor inglés Robert Hugh Benson (1871-1914), hijo del Arzobispo de Canterbury, el primado de la iglesia anglicana. Benson provocó un auténtico escándalo cuando se convirtió al catolicismo. Murió joven, a los casi cuarenta y tres años y fue hurtado al gran público a pesar de la ingente obra que dejó escrita y que incluye devocionarios, libros infantiles, ficciones, relatos y ese Señor del Mundo, publicado en 1907, que no sólo es ciencia ficción y distopía, sino una reflexión moral y una alerta sobre el curso de la historia.

El profesor del Departamento de Derecho y Ciencias Políticas de la Universitat Abat Oliba CEU, Sergio Gómez Moyano, que hace unos meses ha accedido a la condición de doctor por esta universidad catalana tras defender la tesis ‘La imagen del mundo en la literatura de Robert Hugh Benson: interacción entre espíritu y materia’ ha accedido a concedernos la presente entrevista.

 

Dr. Gómez Moyano, se trata de una novela de gran calidad literaria que fue precursora de las distopías de Orwell, Huxley... que ha sido recomendada tres veces por el Papa Francisco. Permítame recordar a nuestros lectores que el Papa sorprendió a todo el mundo cuando, el 28 de noviembre de 2013 dijo: "casi como si fuera una profecía, imagina qué sucederá". El 4 de septiembre de 2014: "Ha profetizado en ese libro con extraordinaria exactitud. Lo que va a venir está también en ese libro". El 3 de enero de 2015 insistió: "Les recomiendo  que lo lean, y leyéndolo entenderán a qué me refiero con la colonización ideológica". Por eso quiero trasladarle en primer lugar la pregunta que en esta edición la editorial Stella Maris ha querido poner en la sobrecubierta: ¿Qué oculta la novela que el Papa Francisco recomienda continuamente? ¿Qué riesgos acechan al mundo en los planos moral y espiritual?

 



El mismo Benson explica en el prólogo de otra novela titulada Alba triunfante que lo único que pretendía con Señor del mundo era trazar un esbozo de la forma en que las ideas modernas que él veía en su tiempo se desarrollarían razonablemente en un plazo de 100 años. Y esto es lo que hace. La novela fue escrita en 1907 y la trama tiene lugar alrededor del año 2000, de manera que se trata de una novela futurista, en la que el autor hace un ejercicio de imaginación. Benson percibía que las ideas que observaba al inicio del siglo XX y las que su época heredó del siglo XIX tenían en su interior el germen de un totalitarismo que, poco a poco, se va mostrando en toda su crudeza en la novela.

El gran riesgo que nos acecha, según esta novela, es de tipo espiritual, pero irradia hacia la vida social y política. Este consiste en que el hombre se coloca en el lugar de Dios. Los bienes de este mundo se perciben de forma absoluta y materialista y no se establece ninguna relación con el Creador, que es, en último término, quien ha puesto los bienes en la tierra.

Como consecuencia, la razón humana se constituye en el criterio único de vida y de organización de la sociedad y el mismo ser humano se convierte en único fin de todas las cosas. Su objetivo es buscar la sociedad perfecta, para que surja el hombre perfecto. Ya no es Cristo el modelo para lograr la santidad, sino que esta la “otorga” el Estado, y además por decreto.

En todas las distopías se pretende la felicidad y perfección humanas a través de la organización de un sistema “perfecto”, porque se asume que el hombre es, en este sentido, un ser del que uno no se puede fiar. Se le considera un inútil moral, incapaz de utilizar su libre albedrío para el bien. La conclusión lógica es que la libertad debe ser prohibida, porque es un obstáculo para la felicidad y la perfección humanas. Y esto conduce inevitablemente a un gobierno totalitario que acaba cosificando a las personas.

Al inicio de la novela un volor, una especie de autobús aéreo, sufre un accidente. Algunos viajeros yacen muertos en el suelo y otros están mal heridos. Mabel Brand, uno de los personajes más impactantes de la obra, los contempla conmocionada. De repente aparece el padre Percy Franklin y comienza a administrar los últimos sacramentos a los moribundos. Mabel se extraña y siente repulsa por la presencia de un sacerdote. En ese momento llegan, procedentes del hospital cercano, unas personas vestidas de aséptico blanco. De sus cuellos cuelgan unas cajitas de porcelana. Se acercan a los moribundos y les aplican la eutanasia, es decir, los rematan allí mismo, en la calle. Mabel se alegra de que hayan llegado los agentes de la ciencia y la razón, frente al oscurantismo del sacerdote. La vida individual en el Señor del mundo no tiene valor, si no es en relación con el bien global de la sociedad. Una persona mal herida ya no es útil y no solo no es extraño que se le aplique la eutanasia, sino que Mabel recibe este hecho con alegría. Las vidas individuales no son importantes y, por tanto, se puede prescindir de ellas.



La idea de que una elite marca los cánones de felicidad del pueblo ya está presente en la Ilustración durante el siglo XVIII. El leitmotiv del famoso Despotismo Ilustrado decía así: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». El ilustrado era aquel que había recibido la “iluminación” de la razón y se consideraba capaz de saber lo que le hacía falta al pueblo, aunque el pueblo lo ignorara, con el propósito de conseguir que cambiara su forma de comportarse, aunque no quisiera.

La diferencia entre las doctrinas ilustradas y las distopías radica en la exageración de estas, que llevan las ideas a sus últimas consecuencias lógicas, pues la ficción literaria se lo permite. No obstante, ha habido casos históricos de distopías en el mundo real, como el régimen de Pol Pot en Camboya entre los años 1975 y 1979. Este gobernante quiso implantar lo que él llamó el año 0, es decir, deportó a la población de las ciudades al campo para que lo trabajara como si vivieran en el Neolítico, porque no debía quedar rastro de ningún avance técnico ni de influencia occidental alguna. Millones de camboyanos murieron bajo su régimen, hasta el punto de que muchos lo consideran un auténtico genocidio.

En todos estos casos, lo que comienza como un intento racional por diseñar un sistema capaz de lograr la perfección del hombre acaba volviéndose contra el mismo hombre que lo creó.

Ahora bien, a diferencia de otras distopías, en Benson hay un componente religioso, que es crucial en la obra. La clave de todo se encuentra en esta disyuntiva: o reconocer al Dios trascendente o considerar que no hay más dios que el hombre.

Otra singularidad de Señor del mundo es el final, que, como es obvio, no debe ser revelado a los futuros lectores de la novela.

 

¿Qué puede tener de profecía  y mayor actualidad esta obra, acaso su predicción del despliegue de algunas de las atrocidades que cometerían Hitler y sus científicos un par de décadas después; el comunismo convertido en religión oficial y la persecución de los valores del humanismo cristiano; los "gadgets" tecnológicos, naves cuasiespaciales y ciudades subterráneas, o cuestiones mucho más profundas que afectan al hombre actual?

 

Ya sabemos que una obra literaria puede admitir múltiples interpretaciones. Sin embargo, en mi opinión Benson quiere representar cuestiones muy profundas que tienen que ver con la Teología de la Historia, es decir, sobre «cómo Dios va llevando el hilo de los acontecimientos humanos». Y bajo este punto de vista, en el desarrollo histórico hay que tener en cuenta tres actores: los propios seres humanos, Dios y un tercero que muchos dejan de lado, pero no el papa Francisco, que tanto ha nombrado esta novela. Se trata del mal con nombre propio, del demonio. De la misma manera que usted ha buscado los momentos en los que el Santo Padre ha hablado sobre Señor del mundo, también se podrían buscar momentos en los que ha mencionado al maligno. Nos sorprenderíamos de la cantidad de veces que lo ha hecho.

En esta novela, basándose en la tradición cristiana, Benson se imagina de qué manera concreta podría el Mal ir abriéndose camino en la historia de la humanidad, hasta hacerse hegemónico. Finalmente, todos los regímenes del mundo, incluidas las democracias occidentales, deciden otorgar el poder a un solo hombre, que es percibido por la población como una especie de superhombre, pero los pocos cristianos que aún permanecen fieles le llaman Anticristo.

 

¿Por qué se refiere el Papa a este libro en relación con la "colonización ideológica"? ¿Cómo puede un pueblo librarse de ella conservando su propia libertad? ¿De qué peligros reales y actuales nos previene exactamente o cómo nos prepara Benson para hacerlos frente, si es que ya los podemos vislumbrar?

 

Lo más tremendo es que la colonización ideológica que se ve en la novela y, por ello intuyo que será a la que se refiere el Papa, se produce en nombre de la libertad y felicidad de los pueblos. La humanidad, movida por el entusiasmo, por el deseo de conseguir la sociedad perfecta y la llegada del hombre perfecto, se pone poco a poco en manos de un personaje que va a acabar con su libertad de la manera más sutil: provocando que lo hagan voluntariamente. ¿Y cómo lo consigue? A través de la expansión de una ideología, que va colonizando el planeta. Esta ideología tiene un error en su raíz: afirma y convence de que el ser humano es Dios. La nueva ideología va ganando terreno sobre todo a través de políticas populistas que acaban teniendo éxito entre la población y a través de predicadores que se extienden por el mundo convenciendo a la gente sobre cómo deben pensar y actuar. En 1907 los medios de comunicación no eran como los de ahora, por eso se nos hace curioso esta idea de los predicadores del sistema. Benson entendía que, de alguna manera, había que conseguir que el pueblo acabara pensando como el sistema deseaba, pero todavía no intuía la fuerza que tienen hoy en día los Mass Media. Estos son los que nos van diciendo cuál es el lenguaje que se debe usar y cuáles son las realidades que se deben considerar políticamente correctas y cuáles no. Los diarios, la televisión, la radio, el cine, etc. van creando el ámbito de lo políticamente correcto. Y es imposible zafarse de ellos. Por eso nos colonizan. Van entrando en nuestro espacio vital y ahí se quedan.

 

En Señor del mundo, ocurre al revés que en la Encarnación. No es Dios quien se hace hombre, sino que es el hombre quien se hace dios. Fue la primera tentación de Adán y Eva y sigue presente hoy en día en tantas formas de proceder de nuestras sociedades. Tanto en el Génesis como en Señor del mundo esta tentación contiene la semilla del maligno para lograr reinar en la vida de los hombres. En la novela se le deja campo abierto, se le elimina cualquier tipo de oposición. Los únicos que se resisten finalmente son los católicos, porque son los únicos que siguen sosteniendo que Dios es Dios. Por ello, el régimen los ve como traidores a la humanidad.

El esfuerzo por eliminar a Dios en la novela nos hace pensar en el lugar que debe tener Dios en la organización social. Nuestros políticos se han afanado por construir sistemas lo más perfectos posibles, sobre todo a partir de la revolución francesa. A veces da la impresión de que Dios ha sido sustituido por los sistemas legales. Si se quiere saber qué se puede hacer o qué está prohibido, ya no hay que recurrir a los diez mandamientos sino a la constitución del país. Hoy en día en España hay partidos políticos, de nueva creación, que opinan que el sistema está corrupto. Y puede que tengan razón. Sin embargo, su solución es plantear otro sistema, como el anterior, pero en otros términos, es decir, cambiar de constitución. Sería otro intento más por buscar un sistema perfecto, por eso nos lo venden como la solución a todos nuestros problemas, como “la puerta a la sociedad perfecta y a una ciudadanía feliz”. ¿Y Dios dónde está? Si el ser humano ha sido creado por Dios, no tenerle en cuenta es un grave error. Una parte fundamental del ser humano queda fuera de juego. En realidad, ya sabemos que la perfección no es alcanzable, porque solo Dios es perfecto, pero si debemos ir tras ella, quizá, parece decir Benson, no hay que buscar sistemas que suplan mi esfuerzo personal por domar mi libertad, sino que hay que buscarla en lo profundo del corazón donde se acepta a Dios y la ley divina. Y luego, se puede pensar en un marco de convivencia social.

Y es que los bienes de este mundo son eso: bienes, no males, pero debemos establecer una referencia a Dios. La doctrina social de la Iglesia, por ejemplo, habla de propiedad privada (un bien), pero también del destino universal de los bienes (ver los bienes propios en perspectiva divina). Los bienes no son absolutos, sino que es en Dios donde adquieren su verdadero sentido. A esta luz deberían mirarse también los sistemas políticos. Esto se olvida en Señor del mundo; y Benson muestra las consecuencias.

En concreto, yo diría que todo lo que hoy en día nos hable de nueva humanidad, de nueva vida del ser humano sobre la tierra, de la redefinición del ser humano, etc. guarda un gran parecido con la ideología descrita en Señor del mundo. En ellas se ve el esfuerzo prometeico humano por construirse a sí mismo al margen de Dios. Y no hace falta que mencione en qué podemos llegar a convertirnos si seguimos estos derroteros.

 

Tal como previó Benson, dice también el Papa Francisco, que el espíritu de la mundanidad nos lleva a la apostasía. Ese espíritu mundano que negocia con todos los valores y la fe, como un progresismo adolescente de homogenización. ¿Qué nos puede aportar hoy Benson para hacerle frente?

 

Una de las cosas que sorprende en la novela es que la gente apostata. Benson era un poco radical y sobre todo una persona que guardaba mucho las formas, quizá como buen inglés. Así que muchos fieles deciden abandonar la fe y lo hacen públicamente. Hoy en día las apostasías son imperceptibles. El espíritu de mundanidad se va colando, lo vamos aceptando, y nos va corroyendo. Cuando nos damos cuenta de que ya no somos lo que éramos, probablemente ya no hay marcha atrás.

A este respecto recomiendo seguir muy de cerca los avatares del padre Francis, uno de los personajes del libro. Creo que en él se retrata bastante bien esta idea. También sugiero que el que quiera leer este libro se fije en el sentido de lo sobrenatural en la novela. No es la perfección del cristiano lo que le hace indemne a la apostasía, sino su relación con Dios. No se puede perder el sentido de lo sobrenatural. El mundo no está compuesto solo de materia, también existe el espíritu. Por eso Dios nos supera completamente como espíritu puro. Sin embargo, en la Iglesia Católica lo espiritual queda patente en los siete sacramentos. En ellos, a través de signos materiales se da con toda seguridad (ex opere operato) la gracia sobrenatural. Benson ve esto con diáfana claridad. De hecho fue una de las causas por las que se convirtió al catolicismo. En la Iglesia Católica el sistema sacramental no deja lugar a dudas: los sacramentos son una continuación de la Encarnación de Cristo que sigue actuando en el mundo. De manera que una lección de Señor del mundo podría ser: renovar la conciencia de lo sobrenatural en los sacramentos, frecuentarlos y sacudirnos la rutina.

 

Para terminar, D. Sergio, agradecerle su brillante exposición y expresarle mi deseo que nos dijera a catholic.net alguna otra cuestión, que a su juicio,  pueda animar a todos a seguir el consejo del Papa Francisco de leer esta obra tan interesante…

 

Creo que no hay mejor promotor de la obra que el papa Francisco. Cada vez que ha hablado de ella, mi página web ha aumentado escandalosamente las visitas. Esta web surgió como una forma de animarme a seguir estudiando a este autor y me motivaba publicar los resúmenes de libros y algunas ideas que iba escribiendo mientras preparaba la tesis. La llamo web de estudio sobre Robert Hugh Benson. No es la tesis, pero contiene algo de información sobre sus ideas y obras.

Por otro lado, me gustaría comentar un proyecto que he comenzado este verano. La B.A.C. se ha interesado en la obra de Benson y estamos preparando la traducción y edición de dos obras muy peculiares de este autor. Se trata de dos colecciones de relatos sobrenaturales, algunos de miedo, que todavía no han sido traducidos al castellano. El primero de ellos se titula The Light Invisible. Lo escribió cuando estaba pensando si convertirse al catolicismo o seguir en la Iglesia Anglicana. Es peculiar por sus historias y forma de escribirlas, pero sobre todo, porque el protagonista, que es el que narra los relatos, es un sacerdote que el lector no puede adivinar si es anglicano o católico. El libro, por tanto, busca la intuición religiosa fundamental. El otro se llama A Mirror of Shalott y lo escribió ya siendo católico. La estructura de este es similar a los Canterbury Tales de Chaucer o el Decamerón de Boccaccio; ahora bien, los temas de los relatos no tienen nada que ver. Un grupo de sacerdotes que viven en Roma se reúnen cada noche para narrar historias sobrenaturales vividas en primera persona. La idea es fascinante: curas contando relatos de miedo. El resultado es asombroso, porque Benson quiere mostrar la realidad del mundo espiritual y su presencia en el material y este libro es un pequeño espejo a través del cual mirarlo.







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