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El fracaso de Europa frente a la migración forzada
El continente que en estas décadas se ha enriquecido gracias al trabajo de los migrantes debe recuperar el sentido de la solidaridad y de la justicia hacia los que piden asilo


Por: Gian Carlo Perego | Fuente: Vatiacn insider/ForumLibertas



Europa se está desgajando frente a la migración. Las fronteras de Francia, Suiza y Austria, por diferentes motivos, se han cerrado para los migrantes. Las imágenes de en las estaciones de Ventimiglia, Milán y Roma narran la tragedia de un camino que se ha detenido, pero también de un derecho (el derecho de asilo) que se está debilitando y podría dejar de ser exigible.

En la que habría debido ser la “era de los derechos” (Norberto Bobbio), las migraciones están revelando las dificultades que hay en la tutela de los derechos y en la protección internacional para los que huyen de 42 guerras, de desastres ambientales, de persecuciones política y religiosa: un camino que se entrelaza con el de los que desde siempre huyen del hambre y de la sed, de la pobreza.

Mientras celebramos en la Expo de Milán el compromiso de los países más ricos contra el hambre, reconocemos el fracaso de los objetivos del Milenio y, contemporáneamente, ofrecemos en Europa y en las regiones del norte de Italia un triste ejemplo de rechazo de hombres y mujeres como nosotros, que están en camino debido a migraciones forzadas.

Es hora de recordar la solidaridad. Europa, que en estas décadas se ha enriquecido con el trabajo de migrantes, que desvió la mirada de la explotación de los países pobres y que alimentó con el proprio arsenal bélico las 42 guerras en acto en el mundo de hoy, debe recuperar el sentido de la solidaridad y de la justicia hacia los migrantes, en particular hacia los que piden asilo o alguna de las formas de protección internacional. La Italia del presente, después de que Europa reconociera sus acciones con la operación ”Mare nostrum” (que vigilaba el Mediterráneo para tutelar la vida de las personas), debe reconocer (abandonando la lógica de simplemente vigilar las fronteras) que tampoco ha sido creíble a la hora ocuparse de la gestión de los migrantes: primero son detenidos en el Sur, en grandes estructuras, y se deja a la discreción de las autoridades locales la segunda acogida, que se ve caracterizada por graves hechos de corrupción y por intereses mafiosos, sin tener una atención real por los menores que no van acompañados.
 
En este momento, la debilidad de Italia y de Europa, para que se pueda modificar el documento de Dublín y permitir la libre circulación de los migrantes, radica en la credibilidad del primer sistema de acogida. Sería importante que Italia, en este momento creara, por una parte, un frente común con Alemania, Suiza, Inglaterra y Francia para un nuevo sistema de asilo que se extienda a los 28 países de la Unión Europea, y, por otra, que afinara el propio sistema de primera y segunda acogida en sus tres niveles operativos: los puertos, las ferrovías; la burocracia de la primera acogida que se concentra en grandes estructuras; y la segunda acogida, distribuida en todas las localidades del país.
 
Hacer oír la propia voz, sola, en una situación de poca credibilidad, sería contraproducente en Europa; seguir con un sistema de despilfarro, tiempos largos y concentración, además de no dar valor a un recurso, como son los migrantes que están atravesando el Mediterráneo, para un país viejo y detenido, significaría alimentar los conflictos en nuestras ciudades y en el país, en lugar de contribuir en la creación de una Europa solidaria.

 









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