Menu


Díganle a sus sacerdotes que los llevo en mi corazón
Campaña de la arquidiócesis de Medellín para agradecer a los sacerdotes y por los sacerdotes


Por: + Elkin Fernando Álvarez Botero | Fuente: www.arqmedellin.co



El título de éste mensaje es una frase de San Juan Pablo II.  La pronunció el 2 de septiembre de 2004, al término de un discurso dirigido a un grupo de obispos en Visita “Ad Limina Apostolorum”; constituye un testamento del Santo Pontífice, que pocos meses después entregaría su vida al Señor. Para nuestra Iglesia arquidiocesana, estas palabras se han convertido en el lema de la celebración del cuarto domingo de Pascua, cuando la liturgia pone a nuestra consideración la figura de Cristo Buen Pastor, que nos remite a aquellos que él mismo ha llamado para prolongar su caridad pastoral: nuestros sacerdotes. ¡Hagamos nuestros los sentimientos del Santo Papa! Digamos a nuestros sacerdotes, con palabras y con obras, que los llevamos en el corazón; y los sacerdotes también manifestemos que llevamos este “don y misterio” sacerdotal en el corazón. Para que todos lo hagamos, propongo algunos modos concretos:

 
1. Demos gracias a Dios por el sacerdocio y por los sacerdotes: que la gratitud brote del corazón, al experimentar los regalos que el Señor nos concede a través de sus ministros. Nunca alcanzaremos a darnos cuenta de los tesoros espirituales que Dios nos ofrece de esta manera. Solo pensemos, por ejemplo, en la gracia que nos entrega en los sacramentos. 
 
Y nosotros sacerdotes, no cesemos de dar gracias porque el Señor nos eligió y nos llamó.  La gratitud y la admiración frente al don recibido es el primer paso para vivirlo santamente. 
 
2. Pidamos por los sacerdotes: no nos cansemos de orar por su bienestar, por su salud, por sus necesidades…; pero, sobre todo, pidamos para que el Señor los conserve fieles al ministerio recibido y para que su servicio sea fecundo.
 
Y nosotros sacerdotes, cultivemos cada vez más esa relación personal con el Señor que, como ha dicho el papa Francisco, nos salva y nos hace fuertes, al mismo tiempo que nos permite hablarle al Señor de nuestros hermanos.
 
3. Dejémonos conducir por nuestros sacerdotes: acojamos su enseñanza y seamos dóciles frente a sus orientaciones, ya que a través de ellos el mismo Señor pastorea a su pueblo. Prestemos atención a sus consejos que nos ayudan a responder generosamente al amor de Dios. 
 
Y nosotros sacerdotes, preocupémonos verdaderamente por transmitir a nuestros fieles la Palabra de Dios que previamente hemos escuchado y meditado en la oración. 
 
4. Promovamos la comunión y participación en la vida de la Iglesia: asumamos con seriedad y decisión nuestra propia vocación para que, junto con nuestros pastores, sigamos anunciando a todos el gozo del Evangelio. 
 
Y nosotros sacerdotes, seamos más conscientes de que nuestro ministerio está ordenado a la edificación de la Iglesia, luchemos por formar verdaderas comunidades, animemos a nuestros hermanos para que participen activamente en el trabajo pastoral, abramos espacios de comunión y participación, formemos líderes para que asuman responsablemente su propia vocación y nos acompañen en las tareas apostólicas. 
 
5. Cultivemos la amistad y fraternidad con nuestros sacerdotes: Es necesario manifestarles el afecto y la cercanía que les hagan sentir el cariño de familia que ellos deben encontrar en la comunidad que les ha sido confiada. 
 
Y entre nosotros sacerdotes, promovamos de un modo especial la fraternidad que dimana del mismo sacramento de la ordenación; al mismo tiempo, cultivemos el afecto puro y limpio con nuestros fieles, superando toda actitud particularista. 
 
6. Oremos por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada: Pidamos que muchos se dejen sorprender por la llamada de Dios, acojan su palabra y dirijan sus pasos tras las huellas de Jesús, en la adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los demás” (cfr. Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 2015). 
 
Y nosotros sacerdotes, presidamos a nuestras comunidades en esta oración; que nuestra propia confianza y devoción sean motivación para rogar al Dueño de la mies que envíe obreros a esta. Testimoniemos la alegría y la plenitud de seguir al Señor con toda nuestra vida. 
 
7. Hagamos nuestra ofrenda económica: para ayudar a los sacerdotes ancianos y enfermos, así como a aquellos que sirven pastoralmente en zonas marginadas. Que esta sea una muestra de nuestro amor por los sacerdotes y una manera de vincularnos efectivamente en la tarea evangelizadora de la Iglesia. 
 
Y nosotros sacerdotes, ofrendemos toda nuestra vida a Dios y a los hermanos, sin reservas ni temores, siguiendo al Buen Pastor que “da la vida por sus ovejas” (Jn 10, 11). Así nos lo ha recordado el papa Francisco: “Es hermoso encontrar sacerdotes que han dado la vida como sacerdotes” (Homilía, 11 de enero de 2014).     
 
+ Elkin Fernando Álvarez Botero 

   Obispo Auxiliar de Medellín







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |