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La Peregrina Poemenia
Las fuentes que nos informan de su viaje, fueron reunidas por Paul Devos y son escasas, pero suficientes


Por: Temas Monásticos | Fuente: monascruz.blogspot.com.es



De entre las mujeres peregrinas que se atrevieron a emprender tan ascético y espiritual viaje estrechando los lazos entre Occidente, Constantinopla y los Santos Lugares el caso más llamativo es el de Egeria y su conocido relato de viaje tan eficaz para conocer la vida monástica de Oriente y la Liturgia de Jerusalén en aquel periodo. Sin embargo, nosotros vamos a fijarnos en otra dama hispana que por el fausto que desplegó en su viaje levantó la curiosidad y también alguna que otra crítica entre sus contemporáneos, fue el caso de Poemenia.

Poemenia fue una de esas matronas hispanas con parentesco en la corte del emperador y relacionada con la misma Melania, de la que las fuentes que poseemos nos atestiguan su viaje a Palestina y Egipto. Las fuentes que nos informan de su viaje son escasas, pero suficientes. Fueron reunidas por Paul Devos en un reconocido artículo:

            La primera información nos la brinda Paladio en su Historia Lausiaca, 35:

            Cuando la sierva de Dios Poemenia fue a visitarle, tampoco quiso comparecer delante de ella, pero le hizo confidente de algunos secretos Juan la recomendó que volviendo a la Tebaida,  no pasara por Alejandría: .'De lo contrario -dijo- tendrás que arrostrar muchos sinsabores. Ella, empero, o por no prever las cosas de su itinerario o por olvido, se embarcó para Alejandría con ánimo de visitar la ciudad.

Durante la travesía sus buques atracaron cerca de Nicópolis para descansar. Sus criados que habían desembarcado tuvieron, a raíz de una disputa, una dura refriega con los indígenas, que son gente belicosa. Estos cortaron un dedo a un eunuco, mataron a otro, e inclusive sin advertirlo, arrojaron al río al santo obispo Dionisio de Alejandría Y por si eso fuera poco, llenaron de insultos y amenazas a Poemenia, después de haber herido al resto de la servidumbre.



Por su parte se han conservado en un manuscrito copto-saídico dos referencias independientes de Paladio. En su página 18 se lee:

... llamada Pemenia. Traía consigo obispos y sacerdotes- pues era muy ortodoxa- y eunucos, con otros siervos, algunos de ellos bárbaros, de los Mauros. Se embarcó en sus propias naves y se dirigió hacia Egipto, hasta los pies de san Juan para pedirle que la curase. Cuando llegó a la cuidad de Alejandría, dejo sus barcos en la orilla del mar, y se embarcó en sus propios barcos egipcios, hasta que llegó a la Tebaida. Nada más llegar, preguntó por Juan. Le informaron que su sirviente no dejaba aproximarse a nadie cerca de él, excepto algún sábado que otro, y que nunca hablaba con mujeres. Cuando supo esto, espero en la cuidad hasta el sábado próximo y le envió los obispos (a decirle): “He venido a ti desde un lugar muy lejano”. Cuando estos llegaron a su presencia, le abrazaron y le informaron de la razón de su visita. El bienaventurado Juan les dijo:  “Dios le otorgará la curación y creedme, hijos míos, que desde que permanezco en este retiro, nunca he hablado con una mujer; pero puesto que ha venido, Dios se lo concederá”. San Juan cogió agua, rezó sobre ella, y un poco de aceite de la iglesia vecina y se lo dio a los obispos: “Que beba y descansará”. Cuando llegaron a la cuidad, le llevaron el aceite. Tras beberlo, al cabo de una hora, gracias a la fuerza del santo Espíritu que residía en él, vomitó por su boca la enfermedad que estaba en su interior, curada de la calamidad que la afligía y se puso a dar gloria a Dios y a san Juan. Al día siguiente, se encaminó hacia él, rogándole que le dejase ver...

En el mismo manuscrito, pero en la página 62 también encontramos una referencia a nuestra heroína:

Se dice también a propósito del bienaventurado Juan que después que la sierva de Dios Pemenia salió de su presencia para retornar a su cuidad, quiso antes ir a la cuidad de Jerusalén y adorar el Santo Sepulcro de Cristo, el Gólgota y el lugar... la Anastásis la gruta.

Otra referencia a Poimenia se encuentra en una traducción siria de la biografía de Pedro el Ibero escrita originalmente en griego por Juan Rufus, un siglo más tarde de ocurrir los hechos. A propósito de distinguir a sus lectores a las dos Melanias de una tercera dama que, según él, las había precedido en Jerusalén:



Hubo otra antes que estas dos, famosa por su familia y fortuna, muy púdica y piadosa, de nombre Poemenia (Pommia) que gustaba residir en los lugares santos y venerados, de quien las citadas anteriormente imitaron su conducta y caridad, que hizo construir así mismo y rodear de construcciones la iglesia de la santa Ascensión y derribar un ídolo que se encontraba sobre el monte llamado Garizín, en Samaría, que todavía estaba en pie y era venerado hasta entonces por los habitantes del país.

La última referencia encontrada la hallamos en un manuscrito etíope a propósito de Juan de Licópolis:

En cuanto a su reputación fue muy notoria, una mujer noble de la familia del rey vino hasta él para ser curada de una enfermedad y por su oración fue sanada.

Con estos datos P. Devos conjetura que nos encontramos ante una matrona hispana de la familia del emperador Teodosio, de gran fortuna y de ortodoxa fe nicena, que peregrinó a Egipto, hasta la cuidad de Alejandría y de allí se embarcó en sus barcos fluviales remontando el Nilo hasta llegar a los pies de Juan de Licópolis  para ser sanada. A su vuelta, en la que por descuido o presunción de Poemenia, ocurrió el incidente con los nativos, se encaminó hacia Jerusalén para visitar los santos lugares cristianos. Residió allí algún tiempo. Construyó la basílica de la Anástasis y otras construcciones más.

Pero no acepta Devos la afirmación de Juan Rufus a propósito de la anterioridad de residencia en Jerusalén de Poemenia sobre las dos Melanias, porque la otra peregrina hispana, Egeria, menciona en su Itinerario el “lugar” de la Ascensión, pero no la basílica. Es decir, a finales de marzo del 384, fecha de estancia de Egeria en Jerusalén, la basílica de la Anástasis  aún no había sido edificada. Por ello P. Devos prefiere datar la peregrinación de Poemenia entre el 384 y el 395.

No es difícil imaginarse con los datos que poseemos el aparato que la comitiva que acompañaba a Poemenia representaba, ni el derroche financiero que suponía tanto el viaje, como los gestos de caridad y la construcción de edificios. Por ello no nos resulta extraño que el austero Jerónimo hiciera referencia peyorativa de todo esto en su carta a Furia:

Hace poco hemos visto algo escandaloso cruzando todo el oriente: la edad y la elegancia,  el vestir y el andar, la indiscreta compañía, las exquisitas comidas, el aparato regio, todo parecía anunciar las bodas de Nerón o de Sardanápalo.

            Olvida el huraño Jerónimo, sin embargo, y él lo sabe bien, los inconvenientes ascéticos que un viaje como este acarrea y el anhelo espiritual  que representa encaminarse con resolución a venerar los Santos Lugares, a conocer el país de Jesús y a los santos monjes. Y aquél que se llevaba su biblioteca al desierto, bien puede comprender que Poemenia trasladase consigo las condiciones a las que estaba acostumbrada.







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