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El Papa Francisco tiene la oportunidad de poner a la persona humana en el centro de los asuntos del clima.

Cuatro puntos en ecología humana y clima que esperamos ver al Papa Francisco preparar.



Por: Steven W. | Fuente: aleteia.org



La media  seglar, que no es amiga de la Iglesia Católica, parece especializarse en falsear los puntos de vista de sus prelados. El Papa Francisco ha sido blanco particular de esta situación, sin que ello le preocupe demasiado. Así que es difícil saber qué pensar de la historia de The Guardian en la que se dice que el Santo Padre está preparando un discurso sobre calentamiento global y   las acciones   internacionales decisivas para combatir el cambio climático. Es solo  la media seglar   tratando (una vez mas) de causar sensación respecto del papado  (¿y vender periódicos?),  ¿o es realmente algo más? 

Esto es lo que sabemos:

Sabemos que el Papa Francisco, como su predecesor, el Papa Benedicto,  quiere que  seamos buenos administradores del maravilloso planeta que Dios nos ha dado, ( pero ¿quién no?)
Sabemos que Obispo Marcelo Sorondo, canciller de la  Academia Pontificia Vaticana de Ciencias, ha hablado del deseo del Papa para influir el año próximo en la reunión de la ONU en París  sobre el clima.
Sabemos – de nuevo del Obispo Sorondo – que el Papa quiere convocar una reunión ecuménica para discutir los temas del clima, ecología humana, y lo que Sorondo llama “la tragedia de la exclusión social”.
Y sabemos que existe una encíclica que está siendo redactada en estos  temas, aunque nadie parece saber exactamente que hay en ella, ya  que todavía está en sus principios. No oficialmente el Vaticano ha dado a entender que la encíclica cubrirá el tema del cambio climático y que la “ecología humana” será un tema más especializado. 

Por mi parte, estoy esperando  la contribución del Santo Padre al debate sobre el hombre y el medio ambiente. Aquí tenemos algunos puntos que espero él presentará:

Primero, espero que él señale,que  si bien  debemos ser buenos administradores del medio ambiente, no quiere decir que lo veneremos.   Muchos de los ecologistas  radicales se comportan como animistas de edad respecto a los árboles y rocas como espíritus vivientes. Otros son, en efecto,  panteístas,  considerando toda la tierra, o equilibrando el cosmos como un todo, como un organismo gigante viviente.
Sólo el hombre está hecho a imagen de Dios, imagino al Papa diciendo, y solamente Dios, el creador de ambos hombre y tierra y universo rodeándolos a ellos, es digno de adoración. Esto pondría las cosas en su adecuada perspectiva y ayudará a salvar almas de las herejías de los modernos días verdes.



Segundo, espero que el Papa enfatizará las buenas noticias, mencionando que el ritmo   del calentamiento global  está mucho más abajo que el modelo original predicho por la ONU. De hecho,  la predicción del modelo de 2.80C  elevado sobre el curso del siglo esta lejos de la mitad.
Se deduce entonces que el clima de la tierra es mucho más complicado de lo que originalmente se pensó, y que simplemente no sabemos  cuánto impacto tendrá la actividad humana en el clima comparado con los ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento.
Esto significa que tenemos más tiempo para reunir información, para mejorar modelos imperfectos del clima, y alcanzarlos  entendimientos internacionales que una vez pensamos.    No hay necesidad de concluir precipitadamente un convenio para el próximo año en París  reduciendo drásticamente las emisiones de dióxido de carbono en la base de escenarios de calentamiento extremo que simplemente no han pasado.
El Papa debería citar a los grandes científicos católicos del pasado, desde Copérnico hasta Mendel, argumentando la necesidad de cautela, ciencia cuidadosa. La propaganda no es un sustituto para una ciencia fuerte, debería argumentar, es además un mal uso de la inteligencia que Dios nos ha dado y confiado a nosotros.

Tercero, verdaderamente estoy esperando su debate en “ecología humana”, en donde yo anticipo que él, como Papa Benedicto, pondrá el bienestar de los seres humanos en el centro de la inquietud Católica para el medio ambiente.
Los pobres y los desprotegidos no deben de ser chivos expiatorios para los problemas del medio ambiente. Sobre todo, ellos no deben ser privados de los recursos que necesitan para mejorar sus vidas.
La gente pobre necesita acceso a la energía si va a mejorar sus vidas, y eso significa, les guste o no, quemar hidrocarburos, al menos al principio. La quema de madera para comida, carbón o gas natural para calentar hogares, y gasolina y diésel para  operar carros y camiones es inevitable si nosotros queremos ayudar a esas personas a escapar de la pobreza extrema.
Si el uso de esa energía es razonado o restringido, esto impactará desproporcionalmente a los pobres, y ayudará a que sigan envueltos  en la pobreza. 
La misma lógica aplica a  los países como  un   todo. Confío que el Papa recordará al  mundo que el único camino para que  la gente y las naciones salgan  de pobres es haciendo el trabajo duro produciendo bienes y servicios ellos mismos. Esto también requiere del acceso a la energía.  Una drástica restricción en el uso de combustibles fósiles tendrá poco impacto en el clima, ahora sabemos, prolongaría la recesión global, y perjudicaría  a los países pobres. Partidarios de los tratados del clima saben esto, y ellos sugieren que las naciones adineradas deberían subsidiar el costo que las naciones pobres tendrán que aguantar bajo tal tratado. Pero la transferencia forzada   de riqueza  de los países desarrollados a los no desarrollados no sacará  el desarrollo nada más que forzando  transferencias abundantes entre países que remedien la pobreza. Todo lo que hacen es crear clases privilegiadas  de élites políticas con un interés en perpetuar su propia “pobreza” personal.

Un tratado del clima que aumente el costo de la energía que los pobres necesitan  para mejorar sus vidas creará exactamente lo que el Papa aparentemente quiere evitar, a saber, la “tragedia  de la exclusión social”. Subiendo el costo de la energía a niveles prohibitivos, los pobres quedarían excluidos de la prosperidad para siempre. 

CUARTO. Yo suplicaría al Papa que argumente fuertemente que la no solución a los problemas ambientales involucraría   el sacrificio de vidas humanas. 
Esto no  es  una preocupación ociosa.  Desde hace algún tiempo, los ecologistas  radicales han considerado a los bebés como un poco más que “pequeños emisores de dióxido de carbono” Al mismo tiempo, el cambio climático ha sido usado para justificar el objetivo de la gente pobre para la eliminación por medio de programas de control de la natalidad. 
El programa trazado  por los ambientalistas radicales – restricción de  combustibles fósiles - privaría a los pobres de la mejor oportunidad  para hacer progresos económicos; y entonces usar su continua pobreza  como una excusa para eliminarlos.
El Papa debería señalar que esto no es nada más que el último engaño de los eugenistas controladores de la mente de la población, quienes quieren continuar con más bebés que “encajen” y pocos bebés que “no encajen”. Estas categorías son definidas ahora más en términos de riqueza que de raza, pero al final el resultado es el mismo: El objetivo de la eliminación de  gente de color. 
Solo para entender que tan radical es este movimiento, el Papa debería decir, no mires  más allá de China. Los  entusiastas del cambio climático en la ONU actualmente aplauden la política brutal de un solo hijo, lo que ellos ven habiendo librado al planeta de 400 millones de pequeñas emisores  de carbono.

Ellos están dispuestos a pasar por alto el aborto forzado de diez millones de bebés. No parece afectarles el hecho de que China está construyendo una planta de energía de carbón quemado por semana  para incrementar su abasto de energía. Ellos están dispuestos a pasar por alto  la irresponsable liberación de miles de toneladas de contaminantes  químicos reales  hacia   la atmosfera  cada año por las empresas chinas.
¿Porqué los ambientalistas radicales le dan a China una aprobación a su contaminación? Porque están matando su juventud en grandes números. Ellos saben que la demanda de energía de China eventualmente caerá cuando su población   vaya hacia un descenso irreversible.
Esperemos que para las próximas encíclicas el Papa Francisco refleje las voces más sensibles que lo rodean. El Cardenal George Pell, anterior Obispo de Sydney quien  administra el presupuesto del Vaticano, ha señalado el hecho obvio de que el calentamiento global ha terminado en gran parte (algo que aún los radicales tácitamente admiten,  de otra forma, ¿porqué  cambiar el nombre a cambio climático?), y que  el dióxido de carbono es un nutriente vital necesario para el crecimiento de las plantas y la producción de comida.
Si el Papa en las próximas encíclicas  expone los falsos dioses de los ambientalistas radicales, causará un ruido  en medio de los científicos y de la economía, alcanzando un tema moral crucial, el hecho de la inmoralidad de los países ricos de hacer la guerra  en la población de las naciones pobres; haciendo un  importante  servicio a la verdad.



Artículo originalmente publicada en Aleteia.org.
Traducción: Mely Hernández
13/01/2015







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