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La injusticia es la gran fábrica de pobres
Cuando el otro, pase a ser parte de mi hacer diario, estaré dando respuesta a lo que ya nos dijo Jesús: “Todo aquello que hagáis a uno de ellos, a mí me lo estáis haciendo”.Si no lo hacemos, no vayamos diciendo que somos creyentes


Por: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net



Los obispos brasileños, tan ricos en encontrar expresiones, son los autores de la definición de la pobreza, como una exclusión social.
El pobre es un excluido, se siente excluido.
Es una pobreza sin esperanza, es un hombre sin esperanza de poder salir de su situación de pobre.

En la República Argentina, como en todo el mundo, siempre hubo pobres, pero ser pobre sin esperanza de dejar de serlo, es inédito.
Nunca antes había ocurrido en nuestro país.
Argentina es uno de los principales productores de alimentos en el mundo, ¿cómo puede ser que permitamos que haya un sólo chico que no come todos los días? ¿Por qué pasa esto? ¿Esto pasa, porque somos malos?

El mundo ha ido siendo más rico cada día. Cada día hay más riqueza.
El mundo ha crecido en su riqueza, en su riqueza de saber, en ciencia médica, en tecnologías de todo tipo. En infinidad de cosas el mundo es más rico. También en las comodidades para todo hombre.

¿Por qué entonces, si somos más ricos, los niveles de pobreza han crecido?
¿Por qué la distancia, entre los que más tienen, se agrandó de los que menos tienen?

Juan Pablo II nos orientó en la respuesta a estas dos preguntas. Nos dijo:
“Hace tres siglos que el mundo se fue estructurando arrinconando a Dios.
En su cultura, en su forma de vivir, fue cada día que pasaba, viviendo prescindiendo de Dios. El mundo arrinconó a Dios, prescindió de Dios.”

La sociedad fue estructurándose cada día menos humanizada.
El mundo se deshumanizó en su vivir, en las mismas leyes que fue creando, creó una forma de vida prescindiendo de Dios.
El hombre ha dejado de recurrir a la iluminación de Dios y con ello ha perdido el saber qué es lo mejor que debo hacer en cada situación.

Es común escuchar, esto es legal. Y legal es matar a una criatura que está por nacer; es legal jubilarse sin haber cumplido un mínimo de edad y de trabajo; es legal lo que se le paga al trabajador, sin preguntarse si le alcanza para vivir.
Nuestra sociedad hace bandera de lo legal, sin preguntarse si es justo.
Las actitudes injustas son las creadoras de la pobreza.
La injusticia es la gran fábrica de pobres.

Es tan grande la distorsión de valores, es tan grande la forma materialista de la sociedad, que se ha perdido en gran manera, el sentido del porque se vive.
No se sabe porque se vive.
Saber el porqué de las cosas es necesario para la vida.
Cuando se ignora, se cometen errores y cuando no se sabe porque se vive, las consecuencias son de una dimensión inimaginable.

Cuando un chico nace, no sabe nada.
A los tres años ya sabe lo que es arriba, lo que es abajo, lo que es estar adentro o afuera.
A los cinco años ya debe saber agarrar un lápiz y de esta manera simple, el tiempo va pasando y va creciendo en su saber.

A su tiempo el hombre crece en su formación y su primera entrada al mundo de las carencias, es cuando no hay crecimiento en su formación tanto espiritual, cultural y material.

Las tres pobrezas que pueden acompañar al hombre, son: pobre en lo espiritual, pobre en el saber y pobre en el tener.
La más fácil de erradicar es la última, porque todo pobre puede sacarse la lotería o puede ser subsidiado en su pobreza por la comunidad.
Pero en lo espiritual y en el saber son las dos pobrezas más difíciles, ya que ambas necesitan de tiempo. Tiempo y más tiempo para superarlas.

“El hambre es lo que ha movido el mundo. El hambre es siempre más importante que la inteligencia” (José Antonio Abenan)
Y como no solo de pan vive el hombre, cuando uno ha satisfecho el hambre material, viene el otro hambre que necesita saciarse más que el primero: el de crecer, el de saber, el de creer.
En definitiva el orden es: empezar con el estómago y terminar en el cerebro pasando por el corazón que nos hace descubrir el alma que todos llevamos dentro.

¿Dónde podría estar la salida?
Si tenemos que hacer caso a Juan Pablo II, cuando nos dijo que hace tres siglos que la sociedad ha arrinconado a Dios, deberíamos sacarlo del rincón en que lo hemos puesto y volver a contar con El.

Primero habrá que volver a poner al hombre en primer lugar.
El valor del hombre como persona, en su dignidad de persona.
Volver a la ética de nuestros actos.
Que el bien corresponda a lo que está bien. Y que lo que está mal no puede estar bien, por más ley humana que lo ampare.

Segundo habrá que educar, habrá que enseñar a saber, habrá que enseñar a pensar. La mayoría de los errores que comete el hombre son producto de no haberse detenido a pensar.
La pobreza de mente es la dificultad mayor para salir de pobre.

Este país se hizo con una emigración que llegaba sin un peso en el bolsillo, pero todos eran ricos de mente. Eran ricos en la esperanza.
Sabían que sabían y cada uno de ellos puso voluntad en hacer lo que sabía.
Eran ricos de mente aunque no tuvieran un centavo en el bolsillo.
Y por último, una obligación eminentemente cristiana.
Y por ser cristiana, nos obliga mucho más a los que somos creyentes.
Hay que ser solidario. Tiene que haber una salida solidaria.
Cada uno en su posibilidad deberá dar una mano.
Deberé eliminar de mi vida aquello que me impida tomar un empleado más.
Me deberé esforzar en mantener a la señora que me ayuda en mis tareas hogareñas.
Cuando voy al supermercado, algún paquete de más deberé comprar para contribuir a ese comedor del barrio o de la parroquia.

Cuando el otro, pase a ser parte de mi hacer diario, estaré dando respuesta a lo que ya nos dijo Jesús: “Todo aquello que hagáis a uno de ellos, a mí me lo estáis haciendo”.
Si no lo hacemos, no vayamos diciendo que somos creyentes.
Y en esto del hacer, recordemos que la pobreza siempre tiene cara entristecida, siempre necesita lo contrario de la tristeza.
¿Cómo debe ser nuestra cara? Nos lo dice el Papa Francisco:
No sean nunca hombres y mujeres tristes: ¡un cristiano no puede estarlo nunca! ¡No se dejen ganar nunca por el desaliento! No se puede anunciar a Jesús con cara de funeral.
Y mucho menos si además de anunciar, hay que hacer.

Y en esto del hacer sigamos haciéndole caso al Papa Francisco: Prefiero que os equivoquéis porque hacéis cosas; que por no equivocarse, no hagáis nada.
Ante estas palabras me viene a la memoria cuando una vez escuché la definición del porque era mejor hacer que esperar hacer, cuando uno considere que está capacitado.
El que confía en Dios hace sin esperar, el que espera, solamente confía en sí mismo.
Saber qué es lo concreto que hay que hacer y no hacerlo, es la peor cobardía (Confucio)


Quien no vive de alguna manera pensando en los otros, tampoco vive para sí mismo.
Esta actitud encaja muy bien con lo que nos decía el Pobre de Asís: es dando que uno recibe. Pasándose la vida recibiendo, llena nuestra vida diaria de satisfacciones porque son producto del ser generoso.
Un egoísta no siembra para recibir, un generoso se llena de generosidades que siempre le vienen, muchas veces de donde menos lo piensa.
Es una manera de hacer cierta aquella expresión que nos dice que Dios siempre devuelve el cien por uno.
Ser generoso es la mejor inversión. Esto sirve para los creyentes.

Los que no creen en Dios, no es que no creen en nada, es que se lo creen todo venga de donde venga. Los creyentes saben elegir

.
El creer se demuestra haciendo y no diciendo.
Alguien dijo: “La Iglesia siempre se ha ocupado de los necesitados, lo que sucede es que a la Iglesia la oyen pero no la escuchan”
A los creyentes se nos va a pedir más estricta cuenta si no hemos escuchado y no hemos hecho.
Y como todo creyente quiere entrar al Paraíso, hagamos caso a un cura de parroquia: Solamente si te ocupas del más acá, abres la puerta del más allá. (Joaquín Iglesias, rector de una parroquia de barrio)

Para tratarte a ti mismo, usa el cerebro: para tratar a otros usa siempre el corazón. O al menos, antes de ponerlas en práctica, empieza usando el cerebro y haz pasar las actitudes por el corazón,
Salvador Casadevall
salvadorcasadevall@yahoo.com.ar


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REFLEXIONES DESDE LA FAMILIA.......para acompañar a vivir
Galardonado con la Gaviota de Oro-Mar del Plata 2007 Programa “Día Internacional de la Mujer”
Galardonado con la Rosa de Plata-Buenos Aires 2007 Programa “Navidad”
Galardonado con la Gaviota de Oro-Mar del Plata 2006 Programa “Día del Niño”
Mención especial Premio Magnificat-Buenos Aires 2005 Programa “Adultos Mayores”

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www.diosesvida.netfirms.com de Argentina
www.grupomatrimonios.com.ar de Argentina
www.aragónliberal.es de España
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www.mfc.org.ar de Argentina
www.ideasclaras.org de México
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