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Las vacaciones son para descansar
Reproducimos la carta semanal del arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol Balcells


Por: Jaume Pujol Balcells | Fuente: ForumLibertas



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No es la primera vez que escribo sobre las vacaciones. Esta vez me propongo hacerlo de la mano de un bonito texto de Juan Pablo I, “el Papa de la sonrisa”, quien —antes de serlo— escribía cartas imaginarias a una serie de personajes.

Sobre las vacaciones reflexiona en la que escribe a Pablo Diácono, un profesor del tiempo del Carlomagno, que contempló las invasiones que cruzaban Europa. “Ahora —le dice refiriéndose a otras invasiones—, un millón de milaneses abandonan Milán en los días del “ferragosto” y otro millón de romanos se lanzan también en sus coches a la carretera…” Y sigue comentando: “Van al mar, a la montaña, a visitar monumentos y curiosidades naturales, en busca de fresco, de verdor, de arena, de evasión”. Luego cuenta dónde se cobijan: en hoteles, pensiones, aldeas turísticas, moteles, campings, o en una roulotte, una casita móvil. “En tu tiempo, deteníais el caballo y lo atabais a un árbol; en el nuestro paran el coche o la roulotte donde haya un grupo de árboles y corra un arroyo…”.

La divertida visión de Albino Luciani de lo que podríamos llamar la sociología de las vacaciones, no se detiene ahí, sino que entra en el concepto de vacación que define como “tiempo de relajación y descanso”, para advertir a continuación que no siempre sucede así. Los viajes fatigosos, las incomodidades, el afán de ver muchas cosas y el asumir un exceso de emociones, pueden tener un efecto contrario al pretendido.

Las vacaciones son para descansar, advierte el que iba a ser Papa, y a este efecto hace una serie de recomendaciones. Una de ellas, —que relaciona con el quinto Mandamiento—, es que se conduzca con prudencia por las carreteras, por respeto a la vida de los demás y a la propia. Otra es que aprovechemos el tiempo de ocio para disfrutarlo en familia y para ver las maravillas del mundo que Dios creó, y las realizaciones que personas de la cultura han hecho a través de los siglos.

Por último, y también me adhiero lógicamente a esa recomendación, recuerda que el descanso no es posible si el espíritu está alterado y que el mejor descanso es estar con Dios. Y Albino Luciani dice: “Un último pensamiento: si nosotros vamos de vacaciones, el Señor no se las toma. Su día, el domingo, lo quiere íntegro, no profanado”.

Una familia cristiana, tanto si se queda en su pueblo o su ciudad como si veranea en otro lugar, haría bien en llevar un Nuevo Testamento en su maleta, y en preguntar el horario de misas de la parroquia de referencia. Y, por supuesto, sea en la playa, en el llano o en la montaña, vivir de acuerdo con la condición de cristianos, con modestia, sin excesos, con la afabilidad que nace de una verdadera caridad.

El merecido descanso vacacional no nos debe hacer perder de vista tampoco a tantas familias que lo pasan mal en esta época de crisis y cuya preocupación no es hacer vacaciones, sino encontrar un trabajo. La renuncia a algunos de los placeres, que pueda permitirnos un gesto de solidaridad con los más necesitados, será la forma más cristiana de vivir las vacaciones.

† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y Primado
 







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