Eutanasia
El colmo del relativismo ético o cómo legalizar la eutanasia infantil
Por: Carlos Alvarez Cozzi | Fuente: Catholic.net
Es tan disparatado considerar “acto médico” a practicar un aborto como a realizar una eutanasia
Carlos Álvarez Cozzi
Lamentablemente Bélgica no es el primero en legalizar la eutanasia ni la eutanasia infantil. Tristemente le preceden sus vecinos Luxemburgo, Holanda y Suiza.
Si la eutanasia es una práctica abominable, aunque se la busque justificar como “muerte dulce”, ella se practica a pedido de personas mayores. Pero pretender justificar el quitar voluntariamente la vida a petición de otro cuando ese otro es un menor de edad, resulta difícil de digerir.
Pero la cultura del relativismo todo lo puede, no se para en ningún lado. Es insaciable. Se pretende justificar la eutanasia solicitada por niños y adolescentes enfermos en que se trata de un “derecho humano”. Y ello es absolutamente falso. En primer lugar porque no existe un derecho humano a solicitar la propia muerte propinada por los servicios de salud. Sí existe un derecho humano a reclamar calmantes y sedación al punto que hoy un moribundo no experimenta prácticamente sufrimiento antes del desenlace fatal.
Por intermedio de “CitizenGo” se juntaron 210.000 firmas para que el Rey de Bélgica no firmara la ley de eutanasia infantil. Hace pocos días nos alegrábamos todos los provida del mundo de que el Rey recibiera dichas firmas con la esperanza que las mismas tocaran su corazón y lo exhortaran a meditar antes de estampar mecánicamente su consentimiento.
Pero las consecuencias del relativismo ético, que campea en Europa, fueron más fuertes. Acaba de firmarla y convertirla en ley. Ahora otro Estado supuestamente del mundo “civilizado” aceptará en forma preceptiva, en forma vinculante, la voluntad de un crío o de un adolescente, naturalmente menores de 18 años, -incluso en contra de la voluntad de sus representantes legales-, que el servicio de salud en el que se atienden les quite la vida en nombre de una supuesta caridad que no es tal porque la vida es un don y ella, que la recibimos gratuitamente, no nos pertenece. Nos preguntamos, ¿la Convención de los Derechos del Niño no rige para los Estados que han legalizado la eutanasia? Para los creyentes, Dios es el autor de la vida, quien la da y quien la quita. Pero el rechazo a la eutanasia en general y a la infantil en particular no pasa por la fe sino por la moral natural y por la lógica. ¿Quién es el hombre para disponer, cuan si fuera un ser superior, sobre la vida de otra persona, aunque sea ante su propio petición?
Es la cultura del relativismo ético la que genera estos estragos. Ante ello nos rebelamos y decimos un NO grande a la falta de respeto a la vida, a los valores de cuidarla y defenderla como todo médico jura cuando se gradúa. Es tan disparatado considerar “acto médico” a practicar un aborto como a realizar una eutanasia. Dejemos la ideología y volvamos a lo natural: cuidemos de la vida, de la débil naciente como de la débil muriente. Honremos la vida y no la tratemos como si fuera una “cosa” disponible.