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La tradición jacobea es un tesoro a preservar y potenciar

La tradición jacobea es un tesoro a preservar y potenciar
La tradición jacobea, gracia extraordinaria de Dios y de su Iglesia, labrada y acumulada durante siglos


Por: Ecclesia Digital | Fuente: revistaecclesia.com



El mes de julio de 2010, en el 119 Año Santo Compostelano de la historia, se despide con más 130.000 peregrinos en sentido estricto –cien kilómetros a pie o a caballo o doscientos en bicicleta–, una cifra superior en más de 40% a la registrada en 2004, anterior Año Santo. De este modo, el Xacobeo 2010 superará con creces los doscientos mil peregrinos –no menos quizás de 220.000– y se habrá convertido, de nuevo, en un auténtico e interpelador fenómeno social y religioso. Y es que los caminos de Santiago, que son también caminos de historia, arte, tradición, turismo, deporte, naturaleza, gastronomía y otros reclamos, son ante todo caminos de religiosidad.

Según, en efecto, los estudios estadísticos de la Oficina del Peregrino de la catedral compostelana y de la Federación Española de Asociaciones del Camino de Santiago, a Compostela se va y, sobre todo, se regresa por razones religiosa. Así, de los 145.877 peregrinos a quienes se les expidió la «compostela» en 2009, 70.303 hicieron el Camino por razones religiosas y otras; 62.188 por razones prioritariamente religiosas; y tan solo 13.386 lo hicieron sin motivación religiosa. Por su parte, una encuesta de la citada Federación Española de Asociaciones del Camino de Santiago revela que el 84,1% de estos peregrinos consideraron como muy positiva su experiencia, cuyo motivo principal era de carácter espiritual y religioso en el 54,3% de los casos. A distancia le seguían razones de amistad con el 17,45% y de carácter deportivo, con el 12,8%.

Vistos en su conjunto y amén de otras tantas evidencias, estos datos estadísticos permiten extraer algunas conclusiones. La primera de ellas es comprobar la vitalidad y pujanza del Camino y de las motivaciones –de modo inequívoco, las razones religiosas priman– para realizarlo. Asimismo estos datos muestran que los «otros» Caminos de Santiago son también significativos y que es preciso seguir en su integración e inserción en el conjunto y en la esencia de la oferta y de la experiencia. Y en tercer lugar y como conclusión final, los datos llevan a la indudable certeza, convicción y desafío de que la tradición jacobea es un tesoro que no solo no se puede dilapidar, minimizar, trivializar o minusvalorar en modo alguno, sino que ha de seguir potenciando, mimando, purificando, difundiendo y revitalizando, máxime cuando el próximo Año Santo no será ya hasta dentro de once años.

Alegoría y parábola de la vida humana y cristiana, hontanar de gracia y de renovación, la tradición jacobea es una inmensa riqueza, un inmenso caudal espiritual del que estamos muy necesitados. Además es y refleja –como señaló el Rey Juan Carlos I en la Ofrenda Nacional del pasado 25 de julio (ver página 8)– «el valor que los españoles atribuimos al sentido de encuentro, concordia y unidad», expresa y estimula nuestras mejores y más fecundas raíces, habla de «afán de superación, voluntad de concordia y compromiso de solidaridad» y suscita «grandes valores éticos para reemprender juntos, con solidez y planteamientos integradores, el camino de progreso, empleo y mayor bienestar. Y todo esto no solo para España sino también Europa –el viejo continente nació peregrinando a Compostela, como escribió Goethe– y para América Latina, sembrada de ciudades que llevan el nombre del Apóstol y deudora asimismo del legado de la fe cristiana que Santiago sembró en España.

Y por si todo lo anterior fuera poco, en los próximos días de la primera semana de agosto (ver página 7), los caminos de Santiago serán, una vez más, caminos juveniles, camino de los afanes de nuestra pastoral juvenil –caminos, pues, de esperanza– para celebrar el Año Santo y para seguir preparando la gran cita de la JMJ 2011 Madrid. La tradición jacobea, gracia extraordinaria de Dios y de su Iglesia, labrada y acumulada durante siglos, incrementada hasta límites históricos en el último cuarto de siglo –en 1985 no hubo ni tan siquiera tres mil peregrinos y el año pasado fueron más de 145.000–, es un tesoro que corresponde asimismo saber transmitir a las nuevas generaciones. De ahí también la importancia de iniciativas como la PEJ 2010, que surge además, en medio del «Campo de Estrellas» y con el «arco iris» que acompaña siempre a los jóvenes, como fulgor y siembra de esperanza y de nuevos y prometedores caminos para la vida de la Iglesia y en pos igualmente de una mejor humanidad.

  • Peregrinación y encuentro de jóvenes






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