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La indiscutible autoridad de los padres para educar a los hijos

La indiscutible autoridad de los padres para educar a los hijos
La autoridad de los padres no termina, hasta que los hijos salen del hogar familiar o pierdan la patria potestad sobre ellos. Los padres no son amigos de sus hijos, son sus padres y por eso pueden y deben ejercer plenamente, su autoridad.


Por: Francisco | Fuente: www.micumbre.com



La indiscutible autoridad de los padres para educar a los hijos

¿Tienen los padres el derecho y la obligación de mantener su autoridad, sobre la educación de sus hijos?

La autoridad de los padres, de hecho y de derecho, les viene dada, por la ley natural y avalada por las leyes civiles de cada país, también contemplada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. No es una potestad de dominación, para esclavizar a los hijos, que conlleve una obediencia y subordinación ciega. Es un derecho y un deber, unidos a una serie de obligaciones. Los padres tienen una indiscutible e irrenunciable autoridad moral, legal y social sobre sus hijos, que comienza desde que están en la cuna y continua mientras estén bajo su patria potestad, sigan viviendo en el hogar familiar o no se hayan emancipado legalmente.

La autoridad de los padres no termina, hasta que los hijos salen del hogar familiar o pierdan la patria potestad sobre ellos. Los padres no son amigos de sus hijos, son sus padres y por eso pueden y deben ejercer plenamente, su autoridad.

¿Tienen los hijos la obligación de obedecer la autoridad de sus padres?
Los hijos reconocen la autoridad moral de inmediato, incluso antes de saber razonarla. La autoridad no es un fin en sí mismo, sino que exigir su cumplimiento tiene como meta, el que los hijos alcancen la madurez precisa, para ejercitar su libertad de modo responsable. La autoridad se tiene que apoyar en el cariño y la coherencia. La razón por la que los padres ejercen la autoridad, es la de lograr el máximo desarrollo que su hijo pueda alcanzar.

Los padres primero deben ejercer la autoridad educacional, en lo que sus hijos son, en lo que hacen y en lo que dicen. A los hijos hay que enseñarles a discernir lo que está bien y lo que está mal. La autoridad debe enseñarse a los hijos desde la cuna, al no darles todos los caprichos que piden, sino únicamente, lo que es mejor para ellos. Los hijos saben hacer chantaje emocional, en cuanto ven la menor debilidad, en la autoridad de los padres.

9 Situaciones donde algunos hijos no aceptan la autoridad de los padres:

1. Cuando existen fuerzas o situaciones externas, ajenas o no a los padres, que los hijos aprovechan para eludir la autoridad de los padres, como es en los casos de separaciones, divorcios, noviazgos prematuros, presiones sociales, etc.

2. Cuando la autoridad de los padres, es impuesta violentamente por la fuerza y no ganada con el buen ejemplo, la persuasión o la negociación, a no ser que sea, en situaciones límites, donde esté en juego el futuro físico, religioso, económico o legal de los hijos. La autoridad impuesta por la fuerza, produce rebeldía.

3. Cuando la autoridad de los padres, es tan intolerante con los hijos, que considera que toda desobediencia o indisciplina, debe resolverse con castigos, incluso incongruentes o desproporcionados, a la falta cometida o a la persona que lo hizo. Sin tener en cuenta, algunos aspectos de la tolerancia Ese tipo de autoridad produce temor, y casi nunca sirve a los hijos como aprendizaje.

4. Cuando la autoridad de los padres, no está perfectamente clara y bien definida. A los hijos les entran las inseguridades, sobre lo que es correcto o incorrecto, lo que está permitido y lo que no. Por lo tanto, algunos suelen preferir desoír las llamadas de autoridad de los padres, en función de posteriormente discutir las instrucciones recibidas, o en su caso manipular a los padres con mentiras, medias mentiras, verdades o medias verdades.

5. Cuando los hijos perciben, que los padres han perdido la capacidad intelectual, el prestigio, la legitimidad y las cualidades de líderes familiares, al cejar en sus obligaciones de guiar y educar a la familia, debido a que dedican su tiempo y energías en otras cuestiones, como las dedicadas al excesivo deporte o juegos, al inmoderado trabajo innecesario (Workaholism), a organizaciones voluntarias para presumir, etc.

6. Cuando los padres han ido permitiendo, que los hijos vayan tomando poco a poco, pequeñas cuotas de poder, sin llamarles la atención. Los padres no han considerado que, han ido estirando del sutil hilo, que supone aceptar la filiación, hasta que los hijos han terminado de romper la cuerda existente, entre la autoridad y la obediencia. Las pequeñas desobediencias, realizadas sin ninguna consecuencia educativa, han ido minando la autoridad de los padres.

7. Cuando los padres han roto las condiciones que soportan la verdadera autoridad, como son el buen ejemplo, la honestidad, la ecuanimidad, la justicia, etc. Su mal comportamiento familiar o social, les ha descalificado para poder ejercerla. Más bien, parece que los hijos tienen que poner autoridad, ante los desmanes de sus padres.

8. Cuando padres e hijos, han entrado en una dinámica de rivalidad y testarudez y han provocado enfrentamientos, irritabilidad, agresividad, crítica destructiva, rebeldía y oposición, lo que dificulta la convivencia familiar y no se consiguen buenos resultados, para la autoridad de los padres.

9. Cuando los hijos son educados en instituciones laicas, donde se les adoctrina en contra de la educación familiar, que reciben en sus hogares, alegando motivos políticos, sectarios o de ideologías anti familiares.

¿La autoridad de los padres es beneficiosa para los hijos?
Siempre, cuando es bien ejercida, pues permite que los hijos queden preparados para los innumerables peligros que les acecharán en la vida. Los padres no pueden renunciar a ejercer su autoridad, porque privarían a sus hijos de la capacidad de educarse, para enfrentar a su futuro. La vida muestra a muchos hijos, que se han rebelado contra la autoridad de los padres y se les nota inmediatamente, su falta de preparación ante los problemas que tiene la vida. Los padres con una autoridad bien ganada y ejercida, pueden educar mejor a sus hijos, que los padres que dejan a criterio de los hijos, el obedecer o desobedecer, según sean sus apetencias.

¿Pueden los padres desanimarse o rendirse, ante las permisivas modas y ambientes que los hijos esgrimen, para justificar sus actitudes o peticiones?

Los padres tienen que saber separar las cosas razonables, de las exigencias y las manipulaciones de los hijos, para no caer en la trampa, de que toda la comprensión esté en los padres y todas las exigencias en los hijos. También tienen que saber resistir, ante los signos externos de la baja tolerancia a la frustración y dificultades de los hijos, y a su innata impaciencia. Con el paso del tiempo, los hijos sabrán agradecer la lucha titánica de los padres, que asumiendo su verdadera autoridad y responsabilidad, cuando evitaron comprar la paz familiar, en lugar de ceder dónde y cuándo no debían hacerlo, en beneficio de los hijos.

8 Características de la autoridad de los padres:

1. Tener un lenguaje apto para cada situación.

2. Tener unos límites muy claros, de los que no se puedan sobrepasar: No puede ser ni dictatorial, ni injustificada, ni permisiva, ni aleatoria.

3. Tener la habilidad, para no producir temor, pánico, terror, miedo, intimidación, etc.

4. Tener un buen contenido y unas formas de llevarlo a cabo, llenas de seguridad y firmeza, que sean fáciles de comprender y posibles de realizar.

5. Tener la claridad para dar certeza en su presentación, cumplimiento y consecuencias.

6. Tener la nitidez, para que no sea o parezca confusa y fácil de esquivar.

7. Tener justicia, equidad y coherencia, entre lo que se exige y lo que se puede cumplir.


8. Tener la tranquilidad de que sus hijos, van a crecer en libertad y no se van a frustrar, traumar o perder su autoestima, porque no les dan lo que esté de moda.

¿Para qué sirve la autoridad de los padres?
Los padres se equivocan si siguen la tendencia general, de ser permisivos con su autoridad. Es cierto que tienen que tener mucha paciencia y cariño, pero también mucha firmeza, para explicar las razones que soportan su autoridad. No es menos ciertos, que algunas veces tendrán que dejar ganar a los hijos, para que cuando sean más mayores lo entiendan. Los padres deben saber distinguir bien, entre los hijos que les necesitan y los que les utilizan o manipulan, cuando tienen que ejercer su autoridad. Hay una propensión en algunas sociedades excesivamente permisivas, a evitar cualquier conflicto de autoridad, entre padres e hijos. Algunos padres prefieren ceder, incluso en cuestiones graves, con tal de no ver las caras largas de los hijos, dejándoles hacer lo que quieran, para evitar que les clasifiquen de anticuados o de diferentes, a los padres de sus amigos.

¿La autoridad de los padres conlleva premios y castigos?
Estos deben ser proporcionados y justos, pero no deben ser utilizados como los principales métodos de educación. Deben utilizarse como herramientas, para persuadirles de las conductas y acciones, que los hijos deben y no deben realizar. La autoridad es una actividad de los padres, que siempre tienen que estar en alerta, aunque sea muy difícil aprender a practicarla, sobre todo en los momentos de cansancio, preocupaciones y de enfados. La autoridad de los padres, no es enemiga de la libertad y de la independencia de los hijos, que con su madurez deben merecerlas y alcanzarlas.

¿Es renunciable o negociable la autoridad de los padres?
La autoridad de los padres no es renunciable, ni negociable, en las cosas importantes de la educación de los hijos. Tienen que ganarla día a día, con su ejemplo y grandes dosis de conocimiento, y nunca la pueden perder. No es una cosa que viene en los manuales de criar a los hijos, pues cada día aparecen nuevas situaciones y tienen que estar al día. El norte deben tenerlo muy claro, pues no pueden educarles sin un proyecto educativo, unos objetivos bien claros y una buena brújula, que indique las desviaciones, para hacer las correcciones. Para algunos padres, será más fácil decirles que si, a decirles que no. Pero decirles que no, algunas veces da una gran paz interior, por las consecuencias que se han podido evitar, con ese no. Padres, sean valientes, no tengan miedo a educar bien a sus hijos, aunque que tengan que emplear su autoridad para hacerlo, las recompensas son grandísimas.

8 Casos de autoridad ajena a la de los padres:

1. La de las personas mayores.

2. La de los agentes del orden, policías, militares, jueces, empleados públicos, etc.

3. La de los maestros, educadores y otros profesionales de la educación.

4. La de los profesionales: médicos, abogados, ingenieros, etc.

5. La de los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes, según la religión profesada.

6. La de exigir el pago de impuestos.

7. La de hacer cumplir las leyes justas o injustas, sean civiles, religiosas o militares.

8. La que tienen todas las personas a ejercer el derecho de declararse objetores de conciencia o insumisos, para no cumplir las leyes injustas.

¿Los maestros y otros profesionales, deben complementar o sustituir la autoridad ejercida por los padres?

La autoridad de los padres conlleva responsabilidad y poder. La autoridad y el poder la pueden delegar, pero en ningún caso la responsabilidad asumida. Todo lo que sea complementar o reforzar la autoridad, será positivo. Esta autoridad tiene que ser firme y que cuando digan si, que sea si, y cuando digan no, que sea no. Son los hijos los que se sorprenderán y desconcertarán, por la falta de coherencia de los padres, cuando oigan un si, sabiendo que lo correcto es el no, pues no podrán entender que esa decisión, fruto de la autoridad, dependa del estado de ánimo y no de la verdad. Para una buena educación y un desarrollo sano, los hijos necesitan amor, ternura, autoridad, límites, disciplina y conductas fijadas por los padres.

La autoridad de los padres comporta órdenes, normas y límites que deben ser claros, directos, puntuales y coherentes, con lo que dicen y hacen, para que la obediencia de los hijos, sea proporcional a la autoridad ejercida por los padres y no se sientan desconcertados, ni inseguros. No son convenientes ni los gritos, ni las amenazas, deberían ser suficientes unas palabras firmes y con cariño, para dar una orden y que los hijos, comprendan que la deben cumplir. La autoridad de los padres, no puede ser el autoritarismo que busca el poder, por el poder. No debe crear en los hijos una incondicional humillación, esclavitud o sumisión. Los hijos, aunque aceptando esa autoridad, no tienen porque ser serviles, ni tener un fanatismo ilimitado, como si fuera una adicción a la docilidad. Tienen que saber pensar también, en lo que les ordenan, el por qué se lo ordenan y cuándo se lo ordenan. La autoridad de los padres se refleja, en su implicación en la educación de los hijos, en dedicarles el mayor y mejor tiempo posible. Esto produce que los hijos tengan mejor salud, más equilibrio emocional, mayor rendimiento escolar y mejor futuro profesional y social.

7 Clases de autoridad que tienen que ejercer los padres:

1. Autoridad intelectual, que adquiere a través del conocimiento de las materias, que posteriormente hay que tratar con los hijos. No se puede hoy en día, desconocer los temas que son necesarias para educarles, por lo que la educación intelectual, tiene que estar continuamente actualizada.

2. Autoridad moral, que se adquiere por el ejemplo que se da a los hijos. No se puede predicar una cosa y hacer otra diferente, o llevar un tipo de vida contrario a los que se obliga a cumplir.

3. Autoridad religiosa, que se adquiere a través de las prácticas religiosas, que los padres realizan. No se puede pretender educar a los hijos en la práctica de las virtudes y valores humanos, para que se desarrollen humana, social y religiosamente, y a la vez hacer lo opuesto en la vida religiosa, familiar o social.

4. Autoridad legal, que se adquiere por el cumplimiento de las leyes justas, sobre la familia. No se puede renunciar a la autoridad, por comodidad, al ceder los derechos innegociables sobre la educación de los hijos, permitiendo que otros, ocupen el puesto de los padres en las escuelas, hospitales, familia o sociedad. Teniendo en cuenta que el Estado, en el ámbito de la educación, tiene una misión meramente subsidiaria de los padres y de tutela de los hijos.

5. Autoridad familiar que se adquiere al formar el hogar. Los padres no pueden renunciar a la unidad familiar, constituida exclusivamente por la unión de un hombre y una mujer, ni a la autoridad para educar personalmente a sus hijos en la sexualidad, ni en la formación religiosa acordada en la familia, incluso cuando lo pretenda el Estado, al obligarles a ceder a los maestros públicos, esas parcelas de la educación. Ceder esa autoridad, significaría aceptar el peor de los totalitarismos.

6. Autoridad con libertad, para ejercer el derecho a la independencia de pensamiento, de conciencia y de religión, tanto en público, como en privado, individual o colectivamente.

7. Autoridad pública, que se adquiere asociándose con otros padres, para exigir su derecho sobre cómo, dónde y cuándo, deben ejercer la autoridad en la educación de sus hijos. Realizando el esfuerzo que sea necesario y huyendo de la pasividad educativa, al no presentarse colectivamente, cuando sea conveniente, en los lugares efectivos y comprometidos.

¿Se puede ejercer la autoridad de los padres, sin tener en cuenta el ejercicio de las virtudes y valores humanos?

Es imposible ejercerla, si no se tienen en cuenta la virtud de la justicia equitativa. No se puede ejercer la justicia, sin aplicar la caridad. Igualmente fallaría la aplicación de la autoridad, si no está bien soportada con el conocimiento y el ejemplo. Hay otras virtudes y valores humanos, que también son imprescindibles, para complementar la autoridad de los padres: Bien común. Caridad. Coherencia. Conciencia. Confianza. Conocimiento. Constancia. Control. Dialogo. Disciplina. Educación. Ejemplo. Ética. Generosidad. Justicia. Liderazgo. Moderación. Orden. Paciencia. Prudencia. Respeto. Responsabilidad. Responsabilidad. Sabiduría. Solidaridad.Tolerancia, etc.


Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com

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