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Las papas que llevas en el costal de tu vida

Las papas que llevas en el costal de tu vida
Sembrando Esperanza I. El perdón rompe las cadenas y te hace verdaderamente libre. Decídete hoy mismo a perdonar.


Por: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net




El perdón sigue siendo un arma secreta en la vida cristiana para conquistar corazones y para ayudar por medio de la paz a la humanidad. "El único camino para la paz es el perdón". Éste fue el mensaje de SS Juan Pablo II para la Cuaresma de 2001. Perdonar, saber perdonar. ¡Saber pedir perdón! ¡Qué difícil, Dios mío! Para muchos, tal vez la mayoría, perdonar es signo de debilidad y de humillación, ¡cómo yo le voy a perdonar por lo que me hizo, sería rebajarme, sería consentir con su maldad o su injusticia!, ¿cuántas expresiones como estas escuchamos a diario? Y, sin embargo, el perdón requiere una enorme fortaleza, la única que vale. Es la fuerza de quien sabe vencer al mal con el bien. Sólo esta fortaleza es el antídoto que podrá salvar a este mundo enfermo.

El perdón apareció en el mundo con Cristo. Antes de Él, el mundo desconocía esta faceta del amor, pues sólo quien de verdad ama es capaz de perdonar. En la cruz, en medio de la agonía, del dolor más intenso, de la soledad más desgarradora, de la traición más repugnante, en medio de insultos e injusticias, no se olvidó de quienes le habían crucificado y traicionado: "Perdónales, pues no saben lo que hacen".

En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le dijo: "Señor ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?, ¿hasta siete veces?". Le dice Jesús: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".

Un día, el maestro nos pidió de tarea que lleváramos papas crudas y una bolsa de plástico. Nos dijo que pusiéramos en la bolsa plástica una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento y escribiéramos su nombre en ella. Nos pidió que durante una semana, lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas en la mochila, ¡algunas bolsas eran realmente pesadas! Naturalmente, la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa a todo momento me demostró claramente el peso que cargaba a diario en mi corazón y en mi vida debido al resentimiento. También aprendí cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla, desatendía cosas que eran más importantes para mí. Este ejercicio me hizo pensar sobre el precio que pagaba por no perdonar algo que ya había pasado y no podía cambiarse.

Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta que los primeros beneficiados somos nosotros mismos. Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental. La falta de perdón es como un veneno que tomamos diariamente a gotas, pero que finalmente nos termina envenenando.

Muchas veces, al primero que tienes que perdonar, es a tí mismo, por todas las cosas que no fueron como hubieras querido que fuesen. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Lo malo será malo siempre. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó; simplemente, significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo. Es la oportunidad que tienes de ejercer tu voluntad y dejar de lado el sentimiento o resentimiento que hace crecer tu corazón. "Padre, perdónale porque no sabe lo que hace", aunque sabemos perfectamente lo que hacen.

El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó, en la debilidad que todo hombre lleva consigo. El perdón rompe las cadenas y te hace verdaderamente libre. Decídete hoy mismo a perdonar. "Perdonar es el valor de los valientes, solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa sabe amar". La falta de perdón te ata a las personas desde el resentimiento, te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu, ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.

El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a tí mismo, por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas. "La declaración del perdón es la clave para liberarte". ¿Con qué personas estás resentido?, ¿a quién no puedes perdonar?, ¿tú eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos?

"Perdona para que puedas ser perdonado". Recuerda que, "con la vara que mides, serás medido...". "El perdón es de las almas grandes". Yo sé que tú tienes un corazón gigante, ¡muéstralo al mundo!


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  • P. Dennis Doren LC


    Puedes escuchar esta meditación en audio entrando al Podcast de Catholic.net aquí:






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