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Testimonio cristiano de conciliación familia-trabajo

Testimonio cristiano de conciliación familia-trabajo
En este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga.


Por:  María Antonia Contreras. Médico y presidenta del Movimiento Familias Nuevas , de los Focolares | Fuente: www.e-cristians.net




Participé el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en un seminario sobre la conciliación de la vida laboral y familiar, organizado en Madrid por el Foro de Laicos y la Asociación Católica de Propagandistas. Doy las gracias a ambas entidades por haberme invitado a formar parte de una mesa redonda de la que reproduzco a continuación mis palabras.



Introducción
La dignidad de la mujer y su vocación, objeto constante de la reflexión humana y cristiana, ha asumido en estos últimos años una importancia muy particular. Esto lo demuestran, entre otras cosas, las intervenciones del Magisterio de la Iglesia reflejadas en varios documentos del Concilio Vaticano II, que en el mensaje final afirma: ´´Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora.

Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga´´.

Antes, ya en el período preconciliar, también se habían manifestado en este sentido Pío XII y Juan XXIII, en su Encíclica Pacem in terris (ver aquí ). Después del Concilio Vaticano II, también Pablo VI se pronunció en este sentido y, en su discurso, decía: ´´…En el cristianismo, más que en cualquier otra religión, la mujer tiene desde los orígenes un estatuto especial de dignidad, del cual el Nuevo Testamento da testimonio (...); es evidente que la mujer está llamada a formar parte de la estructura viva y operante del cristianismo de un modo tan prominente que acaso no se hayan todavía puesto en evidencia todas sus virtualidades´´.

Y luego nuestro Papa actual, Juan Pablo II. Es evidente que ha sido su relación intima con María la que le ha suscitado esta comprensión de la mujer, de su dignidad y vocación y de su especial ´´relación con María´´. El Papa en varias ocasiones ha hablado sobre la mujer y a la mujer.

El mensaje más conocido por su profundidad y contenido es la carta apostólica Mulieris Dignitatem (agosto de 1988), documento que hoy en día se ha convertido en el más significativo y autorizado sobre la dignidad y vocación de la mujer, una autentica ´´carta magna´´ de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. En ella, entre otras cosas, dice el Papa que lo específico de la mujer es ´´vivir y llevar el amor al mundo, con todo su ingenio, con su aportación original e insustituible para la deseada realización de la civilización del amor´´.

Además de esta carta apostólica, con motivo de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, que tuvo lugar en Pekín en 1995, el Papa también escribió una carta a las mujeres.

En ella expresa su deseo de abrir un ´´diálogo´´ con cada mujer, y va dando las ´´gracias´´ primero al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo y luego a cada mujer por lo que representa en la vida de la humanidad.

Continúa dando gracias a la mujer ´´madre´´, a la mujer ´´esposa´´, a la mujer ´´hija´´, a la mujer ´´hermana´´, a la mujer ´´consagrada´´, y a la mujer ´´trabajadora´´; y aquí dice: ´´Te doy gracias, mujer trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del misterio y a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.

Te doy gracias, mujer, por el hecho mismo de ser mujer. Con la intuición propia de tu feminidad, enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas´´.

En otro párrafo, hablando de la aportación que la mujer ofrece a la vida de todas las sociedades y naciones, dice: ´´¡es mucho verdaderamente lo que deben a la aportación de las mujeres los diversos sectores de la sociedad, los estados, las culturas nacionales y, en definitiva, el progreso de todo el género humano!

Normalmente el progreso se valora según categorías científicas y técnicas, y también desde este punto de vista no falta la aportación de la mujer. Sin embargo, no es ésta la única dimensión del progreso; es más, ni siquiera es la principal.

Más importante es la dimensión ética y social que afecta a las relaciones humanas y a los valores del espíritu: en esta dimensión, desarrollada a menudo sin clamor a partir de las relaciones cotidianas entre personas, especialmente como familia, la sociedad es en gran parte deudora precisamente al genio de la mujer´´.



Los ´´cimientos´´
Empiezo mi testimonio, con mi presentación. Me casé hace casi 17 años y tengo 4 hijos de 15, 12, 10 y 6 años respectivamente. Mi marido y yo crecimos en un ambiente familiar cristiano y, ya en nuestros años de juventud, formamos parte de la comunidad de los Focolares, que nos ayudó mucho a ´´crecer´´ y ´´madurar´´ como personas y como cristianos conscientes de afrontar nuestro porvenir con un espíritu de ´´compromiso´´.

Habíamos fundamentado nuestra relación de noviazgo en estos principios con el deseo de que la nuestra fuera una ´´familia cristiana´´, apoyada en Dios, según el estilo del Evangelio y teniendo frente a nosotros el querer hacer de la familia una pequeña Iglesia doméstica como propone el Papa a las familias.



Primera ´´experiencia´´
Estudié medicina y, al acabar la carrera, como todos mis compañeros de promoción, comenzaba a realizar mis primeras experiencias en el mundo laboral. Fue en estos momentos, pocos meses antes de casarnos, cuando tuvimos que afrontar nuestra ´´primera opción´´ como familia frente a la posibilidad de una gran mejora laboral que a mi marido le surgió en Madrid, y decidimos venirnos.

Esto significaba dejar el trabajo y lo que había podido construir de ´´carrera profesional´´ hasta ese momento. Pero sentía que este paso significaba la ´´ganancia´´ de un proyecto construido ´´juntos´´: NUESTRA FAMILIA.



Los ´´comienzos´´ en Madrid
Llegamos a Madrid y los primeros momentos fueron difíciles en particular para mí, pues tenía que empezar de cero en el campo laboral, con algunos estudios y la preparación de oposiciones.

Pero lo más importante para nosotros era que las decisiones en casa las tomábamos juntos. ´´Optamos´´ por ajustar nuestro ´´presupuesto familiar´´ al único sueldo que entraba en casa tratando de dar importancia, en esos primeros momentos de nuestra familia, al ´´construir´´ una relación fuerte entre nosotros dejando en un segundo plano el ´´tener´´ otra serie de elementos que quizás nos parecían también necesarios como por ejemplo la posibilidad de ´´una casa en propiedad´´.



Los niños ´´con el pan bajo el brazo´´
Cuando empezaron a llegar los niños, surgieron también los ´´primeros contratos de trabajo´´ para mí. Noté, como dice el refranero, que ´´venían con el pan bajo el brazo´´ y que son ciertas las palabras del Evangelio cuando dice que no nos ´´preocupemos´´ de lo que ´´comeremos´´ o de cómo ´´vestiremos´´ porque nuestro Padre proveerá.

Comenzaba una nueva etapa donde, juntos, nos pusimos de acuerdo para distribuirnos las ´´tareas de casa´´ y sobre todo el ´´cuidado de los niños´´, que nos parecía uno de los factores primordiales de nuestra vivencia como padres.



Una ´´opción radical´´
Con el tiempo, mi marido empezaba a avanzar en su carrera profesional, lo que significaba más tiempo fuera de casa, y mi trabajo como médico, aunque con horario fijo, no estaba falto de imprevistos. Fue entonces, con la llegada de nuestra tercera hija, cuando tomamos una ´´postura´´ quizás más ´´radical´´ que consistió en que yo dejaba de lado mi trabajo ´´fuera de casa´´ para dedicarme de lleno a la familia.

Era una ´´verdadera opción´´, la que hice, por crear una ´´clima de familia´´ que permitiera en los primeros años mantener un ambiente de serenidad, de continuidad en las relaciones más naturales que toda familia tiene que crear en su interior: con los hijos, entre los esposos, con los familiares, con el entorno social que nos rodea.

Esto significaba un ´´sacrificio´´ para todos y tratamos de ´´ajustarnos´´ a nuestras posibilidades, sobre todo ´´creyendo en la Providencia´´ que hemos visto llegar con ´´regularidad´´, no sólo con el dinero extra que nos ha ido llegando cuando más lo hemos necesitado sino también con bienes, comida, ropa y regalos de cuantos nos rodeaban. En ocasiones, por ejemplo, no teníamos posibilidades para ir de vacaciones y nos prestaban una casa en la playa.



La educación, ´´una prioridad´´
La educación de nuestros hijos, sobre todo durante los primeros años de vida, donde se ponen las bases de la personalidad y del carácter, la hemos tenido como una ´´prioridad´´ en nuestra familia. Transmitir nuestros valores a ellos sabíamos que no sólo era una cuestión de enseñar normas, sino una acción educadora espontánea por la que ellos aprenden de lo que ´´ven en ti´´, en nosotros como padres.

Así, por ejemplo, a mi hijo Javier, el más pequeño, yo siempre le digo que antes de enfadarse con su hermana cuente hasta 15 y así puede ´´pensar que tiene que amar a todos, perdonar, etc.´´. Con él, un día que yo perdí la paciencia, empecé a hablar en un tono mas alto de lo normal. Pero el niño, disimuladamente por detrás, me tiraba de la camisa y me decía: ¡cuenta 15, mamá!

En casa, para tratar de transmitir a nuestros hijos ´´el estilo de amar del Evangelio´´, tenemos un ´´Dado´´ que en cada cara lleva escritas indicaciones sobre el amor: Amar ´´a todos´´, ´´ser el primero´´ en amar, amar ´´al enemigo´´, amarse ´´recíprocamente´´, ver a ´´Jesús´´, ´´hacerse uno´´ con los hermanos.

Por las mañanas lo tiramos antes de salir de casa y por la noche nos contamos las experiencias de cómo hemos tratado de vivirlo. Un día salió ´´ama al enemigo´´ y, por la noche, cuando me toco a mí decir algo, no encontraba nada y dije: ´´pues a mí hoy no se me ha presentado ningún enemigo para amar´´. Y mi hija la pequeña, que tenía 8 años entonces, me dice en ese momento: ´´sí, mamá.

Esta mañana yo me he levantado de mal humor y tu te has dado cuenta y no te has enfadado conmigo´´.



Una ´´familia abierta´´
En este período en el que pasaba muchas horas en casa, soy consciente de que esto no podía significar un estar ´´encerrada´´ en mí misma, en mi propia familia, sino que tenía que ´´abrirme´´ a los demás, según mis posibilidades.

Habiéndome formado como ´´monitora del método Billing´´, he tenido la ocasión de ofrecer mi ´´competencia y experiencia´´ en este campo y, como ´´profesional de la medicina´´, en un Centro de Orientación y Formación enseñando a los novios y las familias que se acercaban.

Comencé, con mi marido, a implicarme más directamente en el Movimiento Familias Nuevas, expresión de compromiso social del Movimiento de los Focolares para el mundo de la familia. Impartimos cursos de formación, promovimos acciones de solidaridad y atendimos a los mas desfavorecidos; todo ello era una expresión concreta de nuestro ´´abrirnos a los dolores de la humanidad en la familia´´.



El valor de la ´´calidad´´
Esta nueva ´´opción´´ en el trabajar por los demás (en este caso sin recibir una remuneración económica) provocaba también en la familia nuevos ´´acuerdos´´ en el modo de movernos para poder ´´conciliar´´ actividades profesionales, sociales y familiares de forma que no fuesen en ´´detrimento´´ de la familia.

Durante estos años he aprendido que lo más importante es la ´´calidad´´ del tiempo que dedico a los niños, y no tanto la ´´cantidad´´.

He entendido lo importante que es amar a cada uno como si fuera ´´único´´, con un corazón de madre, por supuesto, pero intentando ´´ver en ellos a Jesús´´ como nos dice el Evangelio: ´´Cualquier cosa que hagáis al más pequeño... a mí me lo hacéis´´.

Cuando llego del trabajo y estoy en la puerta de casa, antes de meter la llave en la cerradura y mientras me limpio los pies en el felpudo, siento que debo dejar todo ahí -mis preocupaciones del trabajo y personales- para entrar y saber amarlos a ellos, tratando de ponerme en su lugar unas veces ayudando a una con los deberes y otras veces jugando con el más pequeño al fútbol porque necesita en ese momento ´´un portero´´.



Dios ´´aprieta pero no ahoga´´
Durante todo este tiempo, los momentos de ´´dificultad´´ económica no han faltado pero, si bien era cierto que Dios ´´aprieta´´, también ha sido cierto que ´´no ahoga´´ y que, en esas ocasiones, hemos visto que lo mejor era que yo buscase un trabajo que me permitiese compatibilizarlo con las ocupaciones familiares. Y lo he encontrado.

Últimamente vivíamos uno de estos momentos, ya que nos hemos cambiado de casa y necesitábamos una cierta ayuda económica. Por ello, viendo que los niños ya son algo mayores, comencé a trabajar como médico en dos centros escolares de Madrid.

Estaba mucho tiempo fuera de casa y, mientras dudaba sobre la continuidad de esa ocupación, me ofrecieron la posibilidad de realizar un curso sobre Matrimonio y Familia. De nuevo me planteé lo que Dios querría y cómo podría dar una mayor aportación al servicio de la sociedad.

Dialogué profundamente con mi marido y nos pareció importante hacerlo, ya que podría ser una mayor preparación profesional incluso para poder ayudar también a otras familias.

Por otro lado, durante este curso, el mismo centro escolar anterior me ha ofrecido un empleo más cerca de casa, donde comenzaré a trabajar el próximo curso.



Un momento de ´´encuentro´´
También en la relación con nuestros hijos, ha ido madurando con el paso del tiempo un compromiso cada vez mayor de las responsabilidades que ellos podían ir tomando en casa según sus edades y en la medida de sus capacidades, lo que les hacía partícipes de todo lo que ocurría en la familia.

Hemos empezado con pequeñas cosas, por ejemplo del ´´orden de casa´´, con turnos para el fregado o la limpieza, dándoles también la oportunidad de oír sus opiniones y respetar los acuerdos tomados con ellos. Se ha instaurado la costumbre de realizar cada viernes un momento de ´´encuentro´´, una ´´reunión´´, como ellos han querido llamarle, donde cada uno dice cómo le va y qué programa tiene para el fin de semana.

De esta forma, repartimos la ´´paga personal´´. Son momentos donde también nosotros les podemos contar nuestros puntos de vista sobre las cosas cotidianas, la situación económica de la familia, etc.

Últimamente, por ejemplo, mi marido ha pasado por momentos de dificultad en su empresa y se planteaba un futuro un poco incierto con posibilidad, incluso, de despidos. Se lo hemos contado también a nuestros hijos y, aun siendo pequeños, lo han entendido y han dado pie a plantear con detenimiento algunos puntos de la economía familiar o a poder pedir juntos ´´la Providencia´´ al Eterno Padre con la certeza de que Él ha dicho: ´´¡Buscad el Reino de Dios y su justicia! Y el resto se os dará por añadidura´´. Nosotros somos hijos suyos y Él nunca nos abandona.



El ´´secreto´´
Mi ´´secreto´´ está en querer vivir como María, buscando momentos diarios de unión íntima con Dios, nutriéndome de la Eucaristía, viviendo las Palabras del Evangelio. Recuerdo que una vez el Santo Padre decía: ´´La mujer, más allá de cualquier contexto sociocultural, encuentra su modelo en María de Nazaret, que aun estando completamente abandonada a la voluntad de Dios, fue todo lo contrario de una mujer pasiva o con una religiosidad alienante; es más, fue una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la fuga y el exilio...´´.

Termino con una meditación de la fundadora del Movimiento de los Focolares, Chiara Lubich, que para mí ha significado todo un programa de vida:




Entré un día en una Iglesia
y con el corazón lleno de confianza le pregunté:
´´¿Por qué quisiste quedarte en la tierra,
en todos los lugares de la tierra,
en la dulcísima Eucaristía,
y no encontraste,
Tú que eres Dios,
un modo de traernos y dejarnos también a María,
la Madre de todos nosotros que estamos en camino?´´.
En el silencio parecía responder:
´´No la traje porque quiero volver a verla en ti.
Aunque no seáis inmaculados,
mi amor os virginizará
y tú, vosotros,
abriréis los brazos y el corazón de madres
a la humanidad
que, como entonces, tiene sed de su Dios
y de la Madre de Él.
A vosotros, pues, os corresponde
mitigar los dolores, las llagas,
enjugar las lágrimas.
Canta las letanías
y trata de reflejarte en ellas´´







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