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Pobre del rico

Pobre del rico
¿Podrá encontrarse remedio a la enfermedad rebelde de la pobreza?


Por: Armando Labra | Fuente: Publicado con autorización de www.usem.org.mx




La pobreza será el tema de fin de siglo. El Banco Mundial (BM) le dedicó ya su informe de 1990, lo cual simplemente significa un “mea culpa” inevitable. Según el BM, la pobreza se agudizó a extremos considerables durante la década pasada, de manera que 1,000 millones de seres humanos la padecen en el planeta.


En particular, y como era de esperar, los países pobres hoy lo son más que hace diez años, al igual que más ricos resultan estar los que ya lo eran entonces. No sólo tenemos a la pobreza como dilema (uno de los más añejos de la humanidad) en una magnitud cada vez importante, sino algo peor: el empobrecimiento.

El asunto es inquietante. La miseria ascendente de las masas del planeta coincide con el ímpetu modernizador que caracterizó a la década pasada y que sigue soplando viento en popa.


Sistemas que no erradicaron la pobreza

En el seno del problema subyace una discusión importante. Si bien el siglo XX amaneció con la disputa entre el capitalismo y el socialismo, el fracaso de ambos nos avisa que no sólo el cierre del siglo, sino el nacimiento del siguiente, tendrán como signo una lucha aún más cruel, porque será entre los pocos ricos y los muchos pobres del orbe. Dice el disidente ruso Boris Yeltsin que estamos en un hoyo negro a causa de la muerte del socialismo y el no nacimiento del capitalismo: la miseria generalizada.

Tiene mucho de razón. Si bien nada indica que el socialismo haya muerto, ciertamente está muy mal herido por los excesos de autoritarismo que alojó en su seno durante demasiado tiempo. Aunque en plena euforia, el capitalismo nunca ha nacido y menos aún operado a plenitud, si recordamos que su naturaleza exige la ausencia de monopolios, una verdadera atomizaeión de los mercados, la inexistencia de restricciones institucionales y el cabal conocimiento de la oferta y la demanda por quienes participan de la competencia. Entre ambos sistemas no se ha logrado culminar los afanes de progreso e igualdad que motivaron a Jefferson o Lenin. Ambos caminos condujeron a un mismo fin seguramente indeseado: la miseria generalizada.

Quizás la mejor solución histórica se encuentre a media rama. Los extremismos atávicos que indujeron las ataduras socialistas de Europa del Este en décadas recientes, son sólo comparables a la enajenación neoliberal que priva en los principales países capitalistas y que se desparrama hacia los nuestros. Las consecuencias serán similares. La concentración extrema, sea del poder o la riqueza, desemboca en un solo saldo: la desigualdad galopante, que nada bueno puede acarrear.

El factor político
En ambos espacios de la concentración, el hilo más delgado por donde revienta el mecate es la política. En ambos caminos de la inequidad se disloca el orden político imperante. Mientras mayor sea la obstinación de quienes jalan a favor del status quo, mayor será el sentón que habrán de darse al tronar la resistencia Quienes tienen más que perder en una situación de quebranto político son los ricos, y sobre todo quienes lo son en forma exorbitada.

Por ello, quizás sea razonable cebar la bomba. No basta realizar acciones solidarias de pequeña escala. Si sumamos los presupuestos de Solidaridad y los distribuimos entre los 17 millones de mexicanos reconocidamente muy pobres, toca a cada uno 10 días de salario mínimo en un año. Será preciso escudriñar por sendas originales, distantes de las que nos elaboran en escritorios extranjeros o nacionales, y ajenas a la realidad de la nación.

Según el XI Censo General de Población y Vivienda éramos, en 1990, 81.1 millones de mexicanos, de los cuales 40millones eran pobres y 17 millones lo eran en extremo. Conforme al BM, nuestro ingreso per capita nos ubicaba en el lugar 50 entre 121. Con un ingreso por habitante de 1,930 dólares anuales, estábamos catalogados como país de nivel medio bajo.

Siempre habrá un margen de pobreza estructural, pero el empobrecimiento es el reto que más afrenta al bienestar que han logrado conquistar por diversas maneras unos cuantos habitantes del planeta.

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