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El bienestar no basta
Que un pais vaya bien no es todo, pues cada persona necesita saber las razones de su lucha en la vida


Por: Ángel García Prieto | Fuente: PiensaUnPoco.com



Hemos logrado lo que tanto deseábamos
Unas vacaciones en Suecia, sobre todo si se puede hablar con amigos que viven allí y conocen a fondo y de una manera vivencial la realidad de aquel país, permiten hacerse cargo de las enormes ventajas y de la riqueza social que supone el llamado “estado de bienestar”. Al fin y al cabo, los suecos lo inventaron, para llevarlo a la práctica hace más de cincuenta años, en un momento en que los aires de su historia, política y economía lo permitían. Este modo de vivir sirve de modelo a la sociedad actual de cualquier latitud y nuestro propio país comienza ya a disfrutar también algo de esta sociedad del bienestar.

Los derechos humanos, los servicios sociales, las estructuras y costumbres que permiten a todos los ciudadanos un mínimo de posibilidades de dignidad personal y de solución a sus necesidades materiales, son realidades del estado de bienestar que hacen innegable su calificación positiva y el deseo de alcanzarlo y conservarlo. Es el famoso “desarrollo sostenible”. Por eso, y aunque sólo sea de una manera circunstancial y transitoria, a todos nos inquieta que pueda perderse –aunque sólo sea momentáneamente– por razones de terrorismo, desastres naturales u otras causas de difícil o imposible prevención.

Pero la felicidad es otra cosa
Pero todo esto, con ser tanto, no le es suficiente al hombre. Usando versos de Bécquer, se puede decir: “¡Qué hermoso es cuando hay sueño/ dormir bien...y roncar como un sochantre.../y comer... y engordar...y qué desgracia/ que esto sólo no baste!”. O, si se prefiere, con palabras más filosóficas, de Kant: “Dadle a un hombre todo lo que desea e inmediatamente pensará que ese todo ya no es todo”... No hace falta insistir que la felicidad, aunque necesite bienes como medio, no se consigue sólo con lo material.

Volviendo a Suecia, hay allí mucha gente que de una manera explícita se hace eco de la insuficiencia de la sociedad del bienestar. Y así, se puede leer la obra narrativa de Lars Gustafsson, por poner un ejemplo concreto, en relatos actuales como “La tarde de un solador”; o las novelas de Henning Mankell, que protagoniza el comisario Willander; o tantos otros literatos, pensadores, teólogos... Que un pais vaya bien no es todo, pues cada persona de cualquier lugar del mundo necesita saber hacia dónde, y el por qué y el para qué de su lucha en la vida. Y eso no lo da el bienestar. Hace falta una dimensión trascendente, la creencia en Dios y la vivencia de avanzar hacia el infinito, porque el hombre está hecho para ese todo, el todo de la felicidad.

Volviendo también a los versos, con Pedro Salinas: “Hay que decir, y que lo sepan bien/ los que viven aún bajo techado,/ donde telas de araña se entretejen/ para cazar, para agostar los sueños/ donde hay rincones/ en que línea y línea se cortan/ y sacrifican en fatales ángulos/ su sed de infinitud, / que nosotros estamos/ contentos, sí, contentos/ del cielo alto, de sus variaciones,/ de sus colores que prometen todo/ lo que se necesita/ para vivir por ello y no tenerlo”. Contentos, sí, porque la dimensión religiosa no sólo no es el opio, sino que debe ser el motor, la auténtica pasión para vivir.







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