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Capacitación = Retorno Seguro

Capacitación = Retorno Seguro
Erwin Hahn H, Vicepresidente de la Unión Social de Empresarios Cristianos de Chile, USEC reflexiona sobre los verdaderos indicadores para medir el éxito empresarial.


Por: Erwin Hahn H, Vicepresidente de USEC | Fuente: Usec.cl



Conceptos como innovación, emprendimiento, flexibilidad laboral y creatividad están fuertemente asociados a empresas exitosas. Hoy son consideradas una vara de medición del éxito, sujetos de reflexión en seminarios, materia de estudio y desarrollo en universidades.

Aquellas cualidades tan preciadas para la empresa moderna, sin embargo son condiciones que se dan preferentemente en empresas que no sólo garantizan la estabilidad en los flujos de ingresos familiares y los esquemas de protección social, sino que además estimulan el desarrollo integral de la persona.

Diversos estudios han demostrado que en tiempos de estabilidad económica, en que los mercados son capaces de absorber la fuerza de trabajo existente; que los empleos generados son de productividad creciente, y que permiten incrementos sostenidos en las remuneraciones y niveles de vida de la población; la valoración de los empleados en los rankings de medición de la gestión social de una empresa se centra preferentemente, en el desarrollo profesional.

¿Por qué la empresa debe invertir en ello?

Primero, por sentido común. Cuando las relaciones con el personal propio se basan en el respeto de los derechos básicos, ello se traduce en la identificación por parte de cada trabajador con los objetivos generales de la empresa. Los resultados son obvios: empleados con la camiseta puesta e involucrados en el desarrollo de la empresa, capaces de crear redes de solidaridad y de confianza. Ello aumenta la eficiencia productiva al potenciar el espíritu de equipo, generándose liderazgos positivos, muy necesarios en toda organización.

Segundo, por una cuestión de orden ético. El tema del trabajo como motor del desarrollo integral nos lleva a entender la empresa como un grupo humano; no sólo como una entidad generadora de economías de escala, trabajo, producción y transformación de bienes y servicios; sino como una comunidad de personas que tienen en sus manos la posibilidad de construir propuestas innovadoras que sirvan a las comunidades en las cuales se insertan.

Bajo esta visión se debe entender la empresa como una comunidad que aúna voluntades, inteligencias y talentos para llevar a cabo acciones que, individualmente, sería imposible desarrollarlas.

Y como tercer punto, la empresa debe invertir en su gente porque el desarrollo de las capacidades personales y profesionales de sus colaboradores son generadoras de valor por sí mismas.

Tomemos sólo el caso de la innovación, concepto que en sí encierra la clave de éxito económico de cualquier empresa, sea cual sea el rubro en que opere. Una cultura de innovación se crea sobre tres elementos básicos: innovar es algo que se puede aprender; fallas y experimentación son requisitos para innovar exitosamente; y los liderazgos y capacidades necesarias para innovar en un producto, servicio, proceso o experiencia, son distintos a los necesarios para que esta innovación sea un éxito comercial.

Estos elementos forman parte de la infraestructura "blanda" para adaptar comportamientos y crear una empresa innovadora. Todos ellos nacen además cuando en una empresa existe un ambiente propicio para el desarrollo profesional, espacios para experimentar y fallar e instancias de aprendizaje promovidos por la propia empresa.

La entrega de las herramientas para el desarrollo integral de una persona, sea cual sean los motivos que nos mueven a ello, retornan en una mayor rentabilidad para la empresa que genera además un pequeño, pero significativo, impulso al desarrollo integral del país al contar este con personas más felices, colaborando en construir un país mejor.

Erwin Hahn H
Vicepresidente de USEC







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