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3. La ética en la dinámica empresarial

3. La ética en la dinámica empresarial
Ensayo de Braulio Fernández Bigg en el que explora la relación hombre, trabajo y empresa, las virtudes y las luchas de los involucrados.


Por: Braulio Fernández Bigg | Fuente: Duoc.cl




3.1. El reclutamiento de personas
En el trabajo, ocurre la paradoja de la importancia relativa de los títulos profesionales y otros antecedentes curriculares que podríamos llamar (sólo para efectos didácticos) "objetivos". En efecto, frente a la necesidad de ocupar un puesto vacante u otro recién creado, la empresa solicita al mercado personas de determinado perfil. Y recibe una cantidad de ofertas que se ajustan a él. En la práctica, ello se traduce en innumerables curricula que "básicamente"cumplen con el principal requisito que la empresa, en esta etapa, ha remarcado: la profesión tal o cual. En este sentido, entonces, su importancia es relativa.

Ciertamente, debió poseerse tal requisito para "al menos"haber llegado a la carpeta rotulada "candidatos". Esto es evidente. Pero en un mundo global como el nuestro, pleno de ofertas y posibilidades, aceptemos que ello no es tan complejo a fin de cuentas.

Así las cosas, el seleccionador, digamos, se ve "obligado" a buscar elementos diferenciadores entre ofertas que, en el sentido descrito, básicamente le ofrecen lo mismo. Primero será el lugar donde el candidato o postulante obtuvo tal profesión, luego los años de experiencia profesional en ella; tal vez cierto curso especial de capacitación. Aún así, el seleccionador terminará frente a un sub universo que vuelve a repetir la paradoja anterior: cumple con el requisito.

Podemos seguir con esto hasta el detalle. Pero digamos de una vez que, en definitiva, lo que decidirá la contratación (aunque, por cierto, los pasos anteriores también la han decidido en parte) será la impresión que el seleccionador se forme de la persona en la entrevista personal y desde luego los informes de los psicólogos laborales que se procurarán. ¿Y allí que primará? ¿La presencia personal, el carácter demostrado, el modo de hablar y comunicarse, la fuerza manifestada, la prudencia y templanza que, tranquilizadoramente, el postulante transmite pese a su edad y el ímpetu natural de sus años? Ciertamente que sí. Mas un seleccionador serio y consciente de su decisión (y de la importancia y el efecto que implicará para su empresa), buscará algo más allá, algo más de fondo. Finalmente, aquellas cualidades (presencia, carácter demostrado, modo, fuerza, etc.) no bastan "ni sobran"para darle una idea de la persona.

Probablemente "seguramente"se interesará en la visión de las cosas que tiene el candidato. En su visión del mundo: del hombre, del trabajo y de la empresa. De los valores que vive. De las virtudes que demuestra; de aquéllas por las que lucha y esas otras de las que carece pero se esfuerza en alcanzar. Cierto: un proceso de selección no agota ni con mucho el conocimiento sobre una persona; pero cada vez se han ido haciendo más sofisticados para reducir al mínimo el margen de error. Y cuando en una empresa se habla de margen de error "en este sentido"no se está hablando de la profesión u oficio del candidato, ni del lugar donde estudió o los cursos que hizo; ni de los viajes o idiomas que habla. Todo eso está en el curriculum. Se está hablando de "persona".

De más está decir que hay empresas donde el valor de la reputación "la valoración de la reputación"es tan alto que parten con un proceso a la inversa. O, por lo menos, obvian todo lo que hemos detallado. Algo de esto hay en los institucionalizados "head-hunters": no son cazadores de curriculum, sino de perfiles. Luego, de personas.


3.2. La ética como eje del posicionamiento de las empresas
La conocida frase: "Se puede engañar a alguien durante todo el tiempo, se puede engañar a todos durante algún tiempo, pero no se puede engañar a todos durante todo el tiempo", como criterio elemental, da cuenta de una importante verdad de sentido común: que a fin de cuentas la ética compensa y el vicio no es rentable.

Pero hay que ir más allá" o volver más acá. Una ética basada en el ejercicio de las virtudes no pierde por ello su valor intrínseco, descriptivo y valorativo. Precisamente lo toma de él pues en él se sustenta. Esta distinción es importante pues se corre el riesgo de asumir una ética de buenos resultados entendidos sólo como resultados eficaces en el logro de ciertos objetivos materiales, y no en cuanto a "o como" "resultados buenos", que toman en cuenta dichos objetivos y beneficios materiales pero los "superan" por otros con criterios de valor.

En cualquier caso, hay que insistir en que la ética (a secas, empresarial o laboral; finalmente refieren a lo mismo: personas que actúan de una determinada manera en un determinado ámbito) no es sólo el conocimiento de lo ético, ni aún su formulación o expresión; ni siquiera su valoración" Es su práctica. Y esa práctica es el ejercicio de las virtudes, que sólo se logra por la repetición de actos que se transforman, por esa repetición, en hábitos. La virtud, en definitiva, es un hábito, un "hacer" y no un catálogo descriptivo de conductas. Ahora bien, independiente "aunque no ausente"de la consideración material de dichos resultados.

"La laboriosidad, el orden, la confianza, la disciplina, la sintonía para trabajar en equipo, son valores que no representan sino ventajas competitivas" (Ortiz Ibarz) en la medida en que, efectivamente, se apliquen a la gestión de la empresa o al trabajo individual.

La ética no es un valor añadido sino "un valor intrínseco de toda actividad económica y empresarial porque cualquier actividad empresarial atrae hacia sí un cúmulo de factores humanos, y los seres humanos damos a todo nuestro obrar una dimensión inevitablemente ética. Más que una moda, la ética es"en la actividad empresarial, para cualquier organización"una necesidad, una exigencia que se hace apremiante conforme crece la complejidad de nuestro tejido social" (Ortiz Ibarz). Esto es importante pues, cuando hablamos de ética empresarial o ética del trabajo, no estamos hablando de una ética distinta a la ética a secas, sino de una manifestación peculiar de sus mismos principios, en una esfera de acción determinada. Lo particular no es el adjetivo que se pone a la ética sino el medio en el cual sus principios generales se manifiestan de modo especial, o exigen la aplicación acentuada de ciertos principios por sobre otros, precisamente por la particularidad de su ámbito.

Por otra parte, es interesante reflexionar que, en la dinámica de las empresas, las faltas a la ética no sólo tienen que ver con faltas a los principios fundamentales sino también a los principios que regulan la dinámica empresarial y de los negocios: en definitiva, la dinámica de la economía. En efecto, comprar terrenos que ocasionalmente se supo iban a ser expropiados es beneficiarse de información privilegiada que el resto del mercado no poseyó en su momento. La falta a la ética no sólo está en el abuso de información privilegiada sino en que se ha vulnerado un principio fundamental de la economía de mercado: la igualdad de oportunidades. Los temas relacionados con el uso y abuso de los precios, o su expresión en los manejos oligopólicos o monopólicos de los mercados, sin duda alguna que refieren a principios éticos fundamentales. Pero también a la libre competencia, que no sólo requiere libertad sino veracidad y justicia. De otro modo, no puede "ni podría"ser libre.

En el quehacer de la empresa, el comportamiento que falta a la ética, si se convierte en norma, se hace un elemento de disfunción. Pues el sistema económico descansa, en definitiva, sobre principios éticos básicos que lo hacen viable precisamente como sistema. Tal vez pueda obtenerse un beneficio inmediato (la idea del hit and run ) pero al largo plazo un mal negocio éticamente hablando termina siendo un mal negocio económicamente hablando. Como se ha planteado, no se trata de una justificación material del comportamiento ético, sino de considerar que sus consecuencias no son sólo "valga la redundancia"éticas. En efecto, la rectitud ética de una acción o decisión puede traer consigo malos resultados materiales. Pero también puede ocurrir "y ocurre"que una falta de rectitud ética en una acción o decisión traiga consigo malos resultados. La perspectiva de solución está en el tiempo. Finalmente "e insisten en ello todos los especialistas en temas de ética empresarial"el mundo de los negocios "como el social, el político y otros"descansa en la confianza. "Sin ella, el mercado y las relaciones humanas difícilmente podrían funcionar. En algunos sectores, quebrar esa confianza podría significar incluso quedar excluido del negocio" (Melé).

Y la confianza es el principal eje del posicionamiento de las empresas del mundo global. En toda relación comercial, del tipo y envergadura que sea, la confianza es la base sobre la que descansa lo demás. En definitiva, y pese a todo (pese a un determinado precio, al prestigio de una marca, a la calidad objetiva del producto o servicio adquirido, etc.) compramos porque confiamos. Nuestras decisiones son decisiones de confianza, actos de confianza. Y la empresa, también pese a todo (pese a los esfuerzos en la producción, a la calidad objetiva del producto y/o servicio, a los programas de publicidad y las campañas de marketing) invierte para crear confianza. Pues sabe, mejor que nadie, que las decisiones de sus clientes son actos de confianza hacia ella.


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