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El negocio de ser ético

El negocio de ser ético
¿Hasta dónde la ética se vuelve fundamental para hacer de una compañía una buena empresa? Antonio Argandoña nos ofrece un interesante análisis del precio actual de la ética en el mundo corporativo.


Por: Antonio Argandoña | Fuente: compartiendo.cl



Profesor de Economía y Ética del IESE,
Universidad de Navarra. España.


Ser ético en la empresa no es fácil. Un directivo norteamericano manifestó que “la mayoría de los actos inmorales que he visto cometer en los negocios los llevaron a cabo personas fundamentalmente honestas”. Ante este hecho, la estrategia de la empresa debe estar basada en la ética, pero en el bien entendido que no es un añadido, la guinda de un pastel, sino un ingrediente central de la estrategia.

Una empresa buena es una empresa ética y una empresa no ética no puede ser una buena empresa. Si bien es cierto que la falta de rectitud moral es a veces compatible con la generación de altos beneficios y excelentes resultados en bolsa, en todo caso, no es una empresa bien dirigida. A la larga, o es ética o acabará presentando problemas, también de eficiencia, rentabilidad y supervivencia. Y si esto no ocurre con más frecuencia, se debe a que las empresas son más éticas de lo que a menudo nos parece.

Hemos de saber fomentar la sensibilidad moral de nuestros empleados y directivos, de forma que sus decisiones y actuaciones estén en función de los demás, ya sean accionistas, clientes, proveedores, empleados, directivos o la sociedad en general. Ante la toma de una decisión les invito a hacer una prueba. Un buen indicador son los titulares de periódico: ¿Qué dirías si vieras que esta decisión tuya aparece mañana en la prensa? Otra está relacionada con la familia: ¿Cómo explicarías a tus hijos esta decisión que acabas de tomar? Son parámetros útiles para poder reaccionar.

Ante la toma de decisiones inmorales o, al menos, de dudosa moralidad, me pregunto si estamos ante un problema paralelo al cesto de manzanas en el que hay alguna podrida, que puede ir contaminando a las demás. ¿El problema reside en las manzanas? ¿O es más bien un problema del cesto? El enfoque de la manzana podrida resulta demasiado simplista, porque incluso personas decentes y bien informadas en su vida privada y que tratan de serlo en la empresa, toman decisiones inmorales, quizás graves y desde luego sistemáticas, y a menudo sin una conciencia clara de lo que están haciendo.

Plenamente consciente de que ser ético en la empresa no es fácil porque las decisiones suelen ser complejas, se requiere “fibra moral”. En el fondo de las actitudes no éticas se detectan falta de valores, de formación moral o de voluntad, y hasta una errónea racionalización de las decisiones inmorales con argumentos tales como el de que “ya soy buena persona” o “no tengo obligación de ir más allá”.

A veces hay fallos en la organización que llevan a las personas a comportarse de manera inmoral, sea por presiones de la situación, la competencia, urgencia de obtener resultados a corto plazo o el predominio de un malentendido interés de la empresa. A menudo, es ésta la que permite o incluso promueve tales actividades inmorales, porque la gente aprende de su propia conducta y de la conducta de los demás y de alguna manera la organización puede empujar a las personas a abdicar de su juicio moral, pasando la responsabilidad, que siempre debería ser personal, a la organización o a otras personas. El resultado es que los corruptos no se consideran a sí mismos como corruptos, y que sus actos inmorales acaban pareciendo prácticas normales y aceptables en los negocios.

Una empresa ética no puede tener la misma estrategia que otra que no lo es: La ética es una ventaja competitiva para la empresa. Para ello, hay que ver lo que otros no son capaces de ver. De un lado, las acciones de una empresa ética tienen unos efectos más profundos sobre las personas, lo cual afecta a la unidad y la reputación de la organización. De otro, crean una capacidad de hacer lo que otros no serán capaces porque les faltará la visión necesaria o la capacidad de ponerla en práctica.

Para que una empresa sea ética no basta con hacer lo mismo que las demás añadiendo algunas acciones de mecenazgo, de transparencia informativa o de responsabilidad social, sino que las estrategias serán distintas porque se considerarán distintos hechos y se valorarán de manera diferente, porque se harán diagnósticos distintos, se contemplarán alternativas diferentes, se desarrollarán aprendizajes diferentes, la historia se verá de manera diferente y el futuro se contemplará también de otra manera.

Extraído de:
El Diario Financiero. Santiago. Chile.
Sección Opinión. Edición 08 Marzos 2005


Sitio Web: http://www.diariofinanciero.cl/

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