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Clave conceptual: Fraternidad/Hermandad
La doctrina cristiana proclama la fraternidad universal entre todos los hombres, prescindiendo de su religión, raza, nación, lengua, etc., en virtud del común origen en Dios Padre creador


Por: C.L. Rossetti | Fuente: Vatican.va



Es la relación ontológica existente entre aquellos que poseen una generación común (fraternidad/adelphotês) que suscita una peculiar relación de amistad (fraternidad/philadelphia). Existe una doble fraternidad, humana y cristiana.

Percibir el nexo existente entre estas dos realidades, distintas pero no separados, es del todo iluminante para comprender la relación entre ecclesiología y → doctrina social, entre "naturaleza" y gracia, entre Iglesia y sociedad civil. La doctrina cristiana proclama la fraternidad universal entre todos los hombres, prescindiendo de su religión, raza, nación, lengua, etc., en virtud del común origen en Dios Padre creador: la "ley de solidaridad humana y de caridad, sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos" (CIC 361).

"Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles. Los esfuerzos, concebidos a fin de realizar la fraternidad universal no son vanos" (GS 38). Todo lo que se hace sobre esta tierra, en vista de la fraternidad entre los hombres, se manifestará en la gloria de Cristo en su venida (GS 39).

La fraternidad universal entre los hombres constituye la misión de los laicos en el mundo (AA 14). GS 91 propugna que los fieles y cada iglesia "ajusten mejor el mundo a la superior dignidad del hombre, tiendan a una fraternidad universal más profundamente arraigada y, bajo el impulso del amor, con esfuerzo generoso y unido, respondan a las urgentes exigencias de nuestra edad". Sólo una conciencia de esta fraternidad puede garantizar la verdadera → paz entre las naciones (GS 78).

Pero esta fraternidad, inscrita en la naturaleza misma del ser humano está, por así decirlo, escondida, o mejor dicho, ofuscada por el pecado (y por las estructuras de pecado) existentes en el mundo. Los seres humanos, subestimando la paternidad divina, no reconocen tampoco la unión ontológica que los une y sus conciencias no perciben plenamente el afecto solidario que debería brotar. La humanidad, hoy como siempre, se encuentra en una encrucijada entre la fraternidad y el odio (GS 9).

Usando una imagen evangélica (cf. Mt 5,14ss) decimos que la fraternidad universal y creatural entre los hombres es aquella "casa" que existe, pero que yace en las tinieblas. Se necesita de una "luz" superior - divina - para que la belleza de la casa aparezca. Esta luz es precisamente la Iglesia: la fraternitas christiana. Consta de un orden diferente y se radica, no tanto en la gracia natural de la creación, cuanto en el don del Espíritu del Hijo (GS 32); ella nace del libre e inaudito diseño de Dios, de entrar en la historia de los hombres (AG 3). Tal fraternidad se nutre de la paternidad divina revelada por Cristo y comunicada en su Espíritu Santo (UR 7).

El evangelio de la fraternidad cristiana representa por tanto, respecto a la fraternidad humana el papel de fermento (AG 8); ella es un faro, un signo de aquello que debería extenderse escatológicamente a todos (GS 92; AG 7). "La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero" (GS 92). La fraternidad cristiana se vive en la → caridad; la fraternidad universal en cambio se fundamenta en la → solidaridad social.







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