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El justo vive de acuerdo con la fe

El justo vive de acuerdo con la fe

Domingo XXVII ordinario Ciclo C. El gran don de la fe.




Por: P. Jesús Martí Ballester |



Domingo XXVII ordinario Ciclo C.
3 de octubre de 2004

1. "¡Auméntanos la fe!" Lucas 17,5. Mateo ofrece un contexto diferente del de Lucas. Es éste:

-"Mi hijo es lunático y está muy mal. Muchas veces cae en el fuego, o en el agua. Lo presenté a tus discípulos y no han podido curarlo".
-Los discípulos preguntaron a Jesús aparte:
-"¿Por qué nosotros no hemos podido curarlo?"
-"Por vuestra poca fe, porque si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se trasladaría; nada os sería imposible. Mas esta clase de demonios no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno" (Mt 17,15).

Según las leyes de la física es imposible que la montaña se mueva de su sitio y se presente a nuestro lado, como cita Mateo y que la morera se lance al mar, como dice Lucas, pero esto prueba que, aunque Jesús habla hiperbólicamente; está aludiendo al surrealismo del Reino de Dios, que nos regala la visión de otras posibilidades reales, superiores a las apariencias del orden natural, que dejan vislumbrar una eficacia de una vida enteramente nueva, ajena al resultado de causas naturales.

2. Si conjugamos el relato de Mateo con el de Lucas, comprenderemos mejor la petición de los Apóstoles: "¡Auméntanos la fe!". En el mismo episodio contado por Marcos, también le preguntan los discípulos por qué ellos no han podido lanzar al demonio. Jesús contesta: "Esta clase sólo se lanza con oración y el ayuno" (Mc 9,29).

3. Cuando dice Jesús, fe como un grano de mostaza, quiere decir que si tienen fe, aunque sea pequeña como el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, pero viva, confiada y humilde, pueden conseguir maravillas. Podemos tener una gran fachada o apariencia de fe, vacía, muerta, incapaz de germinar. O podemos tener la fe de la higuera estéril, con mucho follaje, pero sin fruto.

4. El llorado Don Marcelo González, Cardenal Primado de Toledo, dijo que Europa era un árbol semiseco. Para hacer retoñar a este árbol, como brotó el tronco de Jesé (Is 11,1), es necesario e imprescindible que comencemos cultivando con intensidad nuestra débil y pobre fe, que es donde los discípulos de Jesús fracasaron.

No hay otra solución y ésta, además, infalible, prometida y garantizada por el Señor. Entonces, cuando tuvierais esa fe y confianza vivas, nos dice Mateo: "como un grano de mostaza, diríais a este monte, vete de aquí allá, y se trasladaría" (Mt 17,20).

5. ¿Y los que no tienen fe? Unos no creen en Dios. Para ellos Dios no existe. Es una situación lamentabilísima. Se anuncia ya la clonación humana y la ciencia pretende con ello suplantar a Dios Creador. Para ellos, el cuento:

Un grupo de científicos desafía a Dios: "Ya no te necesitamos. Vamos a hacer un hombre nosotros solos." Dios acepta el reto, según el relato del Génesis: cogen un puñado de barro y... Interviene Dios: “Ese es mi barro… tenéis que hacerlo con vuestro barro…”.

Cicerón, el gran orador romano, antes de Cristo, se preguntaba: ¿Quién es tan necio que mirando al cielo no sienta que Dios existe? “¿Quién se atreverá a afirmar, podemos decir hoy, ante la contemplación de tantas galaxias y miríadas de soles y estrellas recorriendo con vértigo sus rutas, no hay una inteligencia suprema y sapientísima que ha trazado sus órbitas y sus rutas?

Por eso los verdaderos sabios, dirán, como Pasteur: “Porque he estudiado mucho, tengo la fe de un bretón; si hubiera estudiado más tendría la fe de una bretona”.

Newton decía: "El maravilloso sistema solar no es obra de una necesidad, sino de un Ser poderoso y sapientísimo". De una manera semejante se manifiesta Einstein: "Que caigan de rodillas, pues, y pidan el don gratuito y magnífico de la fe."

6. En el evangelio de Lucas, el de hoy, la súplica de fe de los Apóstoles tiene este contexto: "Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra tí siete veces al día, y siete veces viene a tí diciendo: Me arrepiento, le perdonarás".

Es tan difícil este perdón que los apóstoles suplican: "Auméntanos la fe". Es decir, danos capacidad de aceptar en nuestra vida las debilidades de nuestros hermanos, como ellos tienen que aceptar las nuestras.

7 La fe es la capacidad de aceptar en nuestra vida el misterio de Dios que se revela en Cristo y de vivir con coherencia. La fe renovada en cada Eucaristía, que acepta que unas palabras misteriosas traigan sobre el altar el Cuerpo roto de Cristo muerto y resucitado y su Sangre derramada, que gotea sobre toda la tierra para salvarla.

La fe renovada y actuada en el sacramento de la reconciliación que, otras palabras pronunciadas por un hombre consagrado por la Iglesia perdone los pecados y cambie al hombre que venía vestido de harapos, con vestidos más blancos que la nieve.

La fe viva, como un grano de mostaza, criatura viva, es más poderosa que todas las realidades físicas: el árbol, la montaña. La fe llega hasta el fondo de Dios y de los hombres.

Es una obra de Dios en nosotros, que va creciendo y desarrollándose según el ritmo de las pruebas que Dios envía o permite para depurar la misma fe y en la medida que avanzamos en el conocimiento de las cosas de Dios o en su contemplación por medio de la oración.

Creer es apoyarse en solo Dios Viviente y Verdadero, Roca inquebrantable, sin murmurar cuando tarda en cumplirse la promesa, como en el caso de Habacuc, que ve injusto que el pueblo infiel triunfe sobre Israel, que aunque ha pecado es mejor que aquél, aceptando con paciencia las dificultades y las pruebas, sin buscar el consuelo en los ídolos como apoyo en la soledad de la prueba, siendo fuertes con la fortaleza de Dios.

La fe es apoyarse en Jesús, aceptar la cruz como camino de resurrección y cumplir los mandamientos.

8. Los Apóstoles piden aumento de fe. Se les concederá en Pentecostés. Abraham fue el hombre prototipo de fe, pero no siempre fue perfecto en la fe; la fe, como el grano de mostaza, se desarrolla y crece.

La fe de Abraham culmina en la obediencia a Yahvé, que le manda sacrificar a su hijo, como si viera la Patria y al hijo resucitado.

Hoy Habacuc, ante las desgracias, violencias y catástrofes, guerras y rivalidades en su pueblo, cuando Dios parece que está ausente, recibe la respuesta.

Dice el profeta: "¿Hasta cuando, Señor, clamaré sin que me escuches? ¿Te gritaré por todas partes violencia contra tu pueblo, sin que me salves?. -" Habacuc 1, 2.

9. Y con la fe, la humildad: "siervos inútiles somos". Habacuc dice, "el injusto tiene el alma hinchada".

Es la autosuficiencia. El orgullo, la soberbia, en sus múltiples manifestaciones. La del que cree estar en posesión de la verdad. La del fariseo: "no soy como los demás..." (Lc 18,11). La del que cree que no necesita a Dios, que se basta él solo. Y ante los hombres, sobrepasarlos a todos.

A veces observo en la cola del autobús, la maña, destreza, agilidad y reflejos que demuestran algunos para subir primero que todos. Es un ejemplo de lo que ocurre en la vida social. Quienes tienen esos reflejos pasan delante, y no suelen ser los más capacitados.

Son los más listos, no los más inteligentes y, sobre todo, los más ambiciosos y soberbios, y no los más humildes. "El justo vive de la fe", es decir, de acuerdo con la fe, consecuente en sus actos y en su obrar con lo que cree. El Profeta contrapone la soberbia a la fe.

10. "Escucharemos tu voz, Señor. "No endurezcáis vuestro corazón" Salmo 94.

11. "Vive con fe y amor cristiano, toma parte en los duros trabajos del evangelio, ten ante ti el ejemplo que yo te he dado y mis palabras sensatas" dice hoy Pablo a Timoteo Timoteo 1,6.

12. Prosigamos en la fe la celebración del Sacramento de la fe, pidiendo, como los apóstoles: ¡Señor, auméntanos la fe!.

Jesús Martí Ballester
jmarti@ciberia.es








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