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Hipocresía internacional, impotencia de Estados Unidos

Hipocresía internacional, impotencia de Estados Unidos
¿A que viene tanta represión contra un pequeño país?


Por: . | Fuente: ForumLibertas



Si Honduras tuviera el tamaño de Colombia, no digamos ya Brasil, fuera productora de petróleo, tuviera armamento nuclear, o una firme aliada de China, Rusia o los países islámicos, España no hubiera roto sus relaciones diplomáticas, la Organización de Estados Americanos( OEA) no la hubiera expulsado de su seno, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas no hubiera condenado el derrocamiento del presidente Zelaya, y los presidentes de Ecuador, Argentina y Paraguay no montarían el espectáculo de acompañar a Zelaya en su no deseado regreso.

El problema de Honduras es que se trata de un país pequeño, alineado en el bando occidental, es decir hoy por hoy y después del acceso a la presidencia de Obama, sin padre ni madre, ni perrito que le ladre en el pugilato internacional.

Es evidente que fue una violación grave la que se cometió con la expulsión de Zelaya, pero no un golpe de Estado. Primero, porque los militares actuaron obedeciendo a la justicia constitucional y el parlamento legítimamente elegido; y segundo, porque quien gobierna no es una junta militar, sino la directa emanación del parlamento, con carácter provisional y el mandato de convocar unas elecciones en noviembre. Si la práctica hondureña merece el calificativo de golpe, entonces Chávez ya ha dado dos o tres del mismo estilo.

Entonces, ¿a que viene tanta represión contra un pequeño país? ¿En nombre de que se adoptan represalias económicas por parte de los organismos de América latina, y Rodríguez Zapatero empuja en el mismo sentido a Europa? ¿Es que se han vuelto todos locos? El presidente antes de su expulsión actuó ilegalmente, no es una pobre víctima de una confabulación militar, sino un provocador que se enfrentó al Congreso, al Tribunal Constitucional y a la opinión de gran parte de su propio pueblo. Parece como si las decisiones desafortunadas de la comunidad internacional, en la que destaca Insulza, Secretario General de la OEA, que ha conducido el proceso a un enconamiento del conflicto, no buscaran otra cosa que un enfrentamiento civil en Honduras. La OEA expulsa a Honduras y antes admitió a Cuba, ¿qué lógica democrática es esta? Zelaya no puede volver por ahora, y menos como presidente, porque ese si seria un golpe a la legitimidad constitucional, que además no contaría con el apoyo de gran parte de la población ni del poder legislativo y ejecutivo para gobernar.

En este desorden, cabildeo e injusticia, la voz de Monseñor Rodríguez Madariaga ha sido clara y responsable. En sus manifestaciones ha recordado el comunicado de la Conferencia Episcopal que pedía -sin éxito– a la OEA que prestase atención a lo ocurrido en la totalidad del periodo, es decir también antes de lo sucedido el 28 de junio con la expulsión de Zelaya. Rodríguez Madariaga dijo algo que es público y notorio, pero que las instancias internacionales en nombre de extraños criterios no se atreven a reconocer. “Pensemos si una actuación precipitada, un regreso al país en este momento -refiriendose a Zelaya- podría desatar un baño de sangre”. Y añadía, dirigiéndose al depuesto presidente, “se que Ud ama la vida, se que Ud respeta la vida, hasta el día de hoy no ha muerto ni un solo hondureño, por favor medite porque después será demasiado tarde”. El cardenal hondureño no es una persona que responda al perfil conservador de la Iglesia, sino una referencia para el sector de ideas más avanzadas del episcopado, y con gran prestigio internacional, no en balde era uno de los teóricos candidatos a ocupar la silla de San Pedro.

Porque, mientras esto sucede, Irán ha liquidado bajo la represión y la muerte su insumisión civil, han cerrado el ultimo periódico crítico que quedaba, hay dos millares de personas encarceladas, ha cometido el insólito acto de detener a dos miembros de la embajada británica y amenaza con juzgarlos, y declara por boca del jefe del ejercito iraní el general Hasan Firuzabadi, que la Unión Europea no es nadie para negociar el plan nuclear. En Teherán ha prosperado un cruento golpe de estado revestido de farsa electoral, dirigido a que el ejército no pierda el control de la vida económica del país.

En Corea del Norte el régimen de un pequeño país que mata a sus ciudadanos de hambre para ser una potencia militar, ha lanzado tres nuevos misiles, de corto alcance en esta ocasión, en el mar del Japón, y sus dirigentes no se cansan de amenazar a su vecino del sur con la destrucción total.

El mensaje que en todo esto manda la Unión Europea, con España a la cabeza, y sobre todo Washington, es este: si eres poca cosa debes buscarte un padrino musculoso, como Pekín o Rusia, o como mínimo que marque paquete a lo Chávez y compañía. Eso o jugar -si puedes- a ser una potencia militar del terror como Irán o Corea de Norte.

La lección es clara. La paz de Obama no es la de Augusto, sino el reinicio de una era de bloques grandes y medianos armados hasta los dientes y capaces de utilizar la economía como arma de presión y chantaje. El mundo debe aprender a vivir sin sheriff, y mucho nos tememos que el principal perjudicado va a ser Europa, porque su afamada política blanda no es otra cosa que un inmenso merengue a disposición del primer decidido que le meta mano. Ante eso, la Unión Europea mantiene una elegante compostura diplomática de no mirar, no escuchar y no hablar; y Estados Unidos, ¿alguien sabe en que consiste el proyecto de Obama?







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