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"Venga a nosotros Tu Reino"

"Venga a nosotros Tu Reino"
En el Adviento esperamos también la Segunda Venida de Jesús, el Juicio Final o Parusía.


Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Gustavo Daniel D´Apice



“Venga a Nosotros Tu Reino”

“-Venga a nosotros Tu Reino”, decimos en el Padre Nuestro.

Es la petición típica de la Pascua. El Reino es Jesús. Y Jesús está Resucitado.
Pedir que venga el Reino de Jesús es pedir que venga el mismo Jesús Resucitado, es pedir la Parusía (Segunda y Definitiva Venida del Señor) acompañada de la resurrección de los muertos, la transfiguración de los que viven, el Juicio Final y la glorificación del Universo en que habitamos (I Tes. 4,14-17), el cual, habiendo sido creado bueno en un principio (Gn. 1), no está llamado al fracaso ni a la destrucción, sino a ser en plenitud..

Este Reino comienza, por lo tanto, con la Venida de Jesús de Nazareth y su Anuncio del mismo (Mc. 1,15). Llega a su culminación en el momento de su Resurrección gloriosa (la Pascua), y alcanzará su plenitud cuando nosotros estemos resucitados con Él en un Universo renovado.

El Reino de Dios llega en forma de signo, de sacramento, en la Última Cena, y se queda entre nosotros hecho pan en la Eucaristía (I Co. 11,23-25). Dios no solamente se hace hombre, sino que en la plenitud de su anonadamiento se hace cosa, se hace pan, y allí está realmente de una manera distinta a la que lo está en todas las demás. El Reino está allí escondido hasta que Jesús vuelva en Gloria para ser Todo en todas las cosas, y así lo entregue a su Padre y a nuestro Padre, a su Dios y a nuestro Dios. San Cipriano dice abiertamente que el Reino de Dios es Cristo en Persona.

En el Catecismo de la Iglesia Católica aparece esta petición entre los números 2816 y2821. Y en el 2856 del Resumen, que con brevedad ilumina mucho.
“-Venga a nosotros Tu Reino”.
Tal petición, que es la segunda del Padre Nuestro, y que como las demás se puede transformar en una jaculatoria (oración o petición repetida durante el día en diversas ocasiones y circunstancias; o transformarse como en una “respiración del alma”), tiene mucho que ver con el grito de la Esposa (la Iglesia, el alma fiel) al final del Apocalipsis: “-¡Ven, Señor Jesús!” (Ap. 22,20). A lo que el Señor responde que volverá pronto.

De allí que el pedido de la Venida del Reino implica una actitud de vigilancia, de “estar despierto”, de acogida, de apertura de corazón y de mente (Ap. 3,20), ya que este Reino está constantemente viniendo hasta que lo haga en plenitud, y sería desconsolador pensar que el mismo haya pasado delante de nosotros sin que le hayamos abierto la puerta. No sabemos cuándo volverá a pasar (Cantar 3,1-2).

También el pedido de la Venida del Reino se vincula con el “Marana Tha”, el pedido en arameo que se hace de la Venida de Jesús en I Co. 16,22.
¡Y no es que el Señor tarde en llegar, sino que quiere que todos lo conozcamos!


Sin embargo, este ferviente deseo de la plena manifestación de Jesús, es decir, del Reino de Dios en Él, no disminuye ni enfría el accionar cristiano en este mundo. El Espíritu Santo que recibimos en nuestro bautismo y confirmación desde el día de Pentecostés, da testimonio de que Jesús está resucitado y nos impulsa a continuar su misión en el mundo, misión de justicia, de gozo y de paz (Rom. 14,17).

Estamos en los tiempos del “Espíritu”. Él lucha en nosotros contra las malas apetencias y las injusticias del mundo en que vivimos. Nos impulsa a un obrar honesto y recto, siguiendo los consejos del Evangelio, que Jesús promulgó con sus Palabras y con sus Obras divinas y humanas.

Para decir “¡Venga a nosotros Tu Reino!” hay, sin duda, que tener un corazón puro (Mt. 5,8). Y esa pureza se tiene que ver reflejada en nuestras palabras, gestos, pensamientos y acciones. “El Reino de Dios es incompatible con el reino del pecado” (Orígenes).

La expectativa del Reino del Señor reaviva las energías del Espíritu, para colocarlas al servicio de la justicia, del amor, de la solidaridad, de la verdad, de la paz.

Así que, mientras esperamos la plena manifestación del Reino en la Segunda Venida Gloriosa de Jesús, y “apresuramos” este retorno repitiendo “-Venga a nosotros Tu Reino”, oramos para que ese Reino se haga presente en el “hoy” de nuestras vidas (que Dios reine en mí), naciendo, produciendo frutos y desarrollándose como una experiencia nueva y transformante, que refresca y suaviza el alma, mientras trabajamos para hacer “más humano” este mundo en que vivimos, anticipando así la llegada de Aquel que es, que era y que será, y cuyo Reino no tiene fin.

www.gustavodaniel.org









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