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R. Guardini, un extraordinario guía de la juventud. Parte II

R. Guardini, un extraordinario guía de la juventud. Parte II
Parte II: La hondura y jugosidad de las Cartas


Por: Alfonso López Quintás. Universidad Complutense. Madrid |



II. La hondura y jugosidad de las Cartas

Las Cartas sobre la formación de sí mismo nacieron de coloquios intensos inspirados por el amor a la verdad. Fueron maduradas durante años, y en su momento oportuno obtuvieron la debida redacción. Guardini subraya a menudo que todo ser vivo crece lentamente y hay que esperar pacientemente a que madure. Necesita tiempo, y forzar su ritmo significa agostarlo en agraz. "... El servicio a la vida implica ante todo saber esperar" (11). Justo, la paciencia se define como el ajuste a los ritmos naturales. Todo ser vivo crece conforme a un ritmo lento de maduración. De la carta 8ª, titulada "Alma", indica que fue objeto de un largo tratamiento en diversos encuentros, y más de una vez las ideas surgían con tal intensidad que pensaba que debía ponerlas ya por escrito. Sin embargo, todavía no era el momento, y dejaba su redacción para un tiempo y un lugar distintos (12) .

Este cuidadoso proceso de elaboración otorga a las cartas hondura y seriedad, sin quitarles cercanía y ese aire cálido de lo que brota en la intimidad del diálogo amistoso. Al final de cada carta figuran incluso diversas cuestiones para meditar que el autor ofrecía a sus jóvenes para que las cartas abrieran todo un espacio de meditación en el cual las claves de orientación ofrecidas fueran traducidas por cada uno en pautas de conducta. Guardini nunca se mueve en nivel abstracto; aplica su atención a la vida concreta, porque es en ella donde se da la creatividad y surge el sentido. Por eso no habla a los jóvenes de temas generales, sino de formas concretas de configurar la vida. Pero la vida presenta un peculiar relieve, hondura, trascendencia, y para comprenderla hay que tomar distancia frente a ella, distancia de perspectiva, no de alejamiento. Esta impide ver; aquélla permite captar en bloque lo que es una realidad y descubrir su sentido profundo, su lugar en el conjunto de la realidad. Tener perspectiva significa situarse cerca de una realidad pero a cierta distancia. La cercanía la ganamos realizando experiencias concretas. La distancia la obtenemos mediante un conocimiento teórico realista. Esto explica que Guardini coordine de forma muy equilibrada en todas sus obras lo que suele llamarse "teoría" y "práctica", aspectos de la relación del hombre con lo real que en él no se dan nunca escindidos.

Esta actitud determina el tipo de temas que trata y el método con que los desarrolla. Los temas esbozan o delinean la figura ideal que tenía Guardini del ser humano: un ser profundamente alegre, veraz, dadivoso y receptivo a la par, serio en sus decisiones y compromisos, espiritual, vinculado personalmente al mundo religioso, interiormente libre, caballeroso, cívicamente responsable, entusiasta de la ciencia y la técnica pero no servil en el uso de los artefactos que ambas nos facilitan. El método viene determinado por la decisión de revitalizar el lenguaje y los conceptos.

Guardini estaba bien dotado para realizar esta decisiva tarea porque poseía una sensibilidad extraordinaria para captar la significación profunda, el relieve, a veces el encanto particular de cada realidad y cada acontecimiento. En las páginas de Diario que fué publicando en la revista Die Schildgenossen y recogió en la obra In Spiegel und Gleichnis. Bilder und Gedanken (En espejo y enigma. Imágenes y pensamientos) (13) muestra Guardini una capacidad de asombro lúcido ante muy diversas realidades, que van desde la luz, los árboles, el agua y las montañas hasta un poema de Goethe, la doctrina de la Didajé, los monumentos de la Italia clásica, o la transformación que se opera en una silla cuando un niño la inserta en uno de sus juegos...

"Un día fui solo por el bosque. (...) Los abetos se alzan hacia lo alto, tranquilos. Musgo dulce y espeso cubre el suelo entre las ramas. El pie se hunde profundamente. Es como si se fuera sobre una alfombra gruesa, y no se oyen los pasos. ¡Qué profundo es el silencio! Guarda silencio también tú. ¡Cállate, pensamiento! ¡Tranquilízate, afán incesante! Concede espacio a las cosas. Mira cómo van saliendo con tiento de su encierro; de la sorda existencia a la que las sometemos cuando sólo las conocemos y usamos. Mira cómo entra cada una en sí misma; se abre en ella un centro; todo adquiere, por así decir, una identidad propia. Y ahora tú vas entre cosas que tienen verdadera consistencia. Están ahí y tienen su sentido en sí mismas".

"El sol lo llena todo con su mágica luz. Esta tiene poder en sí, se halla en el espacio, impera a través de él, como un ser. Es toda claridad; sin nada de sobra, y sin embargo es tan profunda y llena de misterio...". "El misterio que late en la oscuridad del caos, en la impenetrabilidad de un ser enmarañado no es en absoluto lo más profundo. La intimidad más profunda se halla en la forma totalmente luminosa; en la figura que no tiene ningún rincón oscuro. Pero, bien entendido, cuando la luz lleva en sí la claridad del espíritu y la belleza entrañable del corazón y el poder transformador del amor. Yo creo que nadie puede comprender lo que fue la idea para Platón y luego para S. Agustín si no siente el misterio de la luz, vista de esta forma. Y lo mismo lo que entiende S. Juan por el ´Logos´, del que dice que es ´luz´. El Logos que promete que va a irradiarse en los espíritus y a conmover los corazones, y hacer que se le ame; y en cuya luz alumbrará un día el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra que no necesitarán luces porque serán iluminadas por Él mismo"
(14) .

Sin esta sensibilidad de Guardini para todas las realidades relevantes que no se reducen a meros "objetos" -realidades manejables y dominables- sino que juegan un papel decisivo en la vida creativa del hombre no nos hubiera dejado tan finos análisis sobre multitud de cuestiones personales, culturales y religiosas. Justamente, el mayor mérito de toda su labor consiste, a mi entender, en el tacto y en la libertad interior con que supo aplicar su poder intuitivo y su capacidad de sobrecogimiento al análisis concienzudo de cuestiones de la vida que de ordinario suelen ser explicadas con un lenguaje árido y esotérico, erizado de tecnicismos propios de los profesionales de la filosofía, la teología y los estudios bíblicos.

El fruto de la vinculación de esta sensibilidad aguda con una mente lúcida y un carácter tenaz y laborioso lo hallamos plenamente granado en el análisis de los temas que aborda este libro de cartas. Veamos ahora algunos de ellos, para tener ocasión de advertir cómo Guardini siempre da un toque nuevo a las cuestiones que aborda, aunque sean muy conocidas.

ROMANO GUARDINI, UN EXTRAORDINARIO GUÍA DE LA JUVENTUD

I. La dedicación al Movimiento de la Juventud

II. La hondura y jugosidad de las Cartas
a. La alegría del corazón
b. La veracidad de la palabra
c. Dar y recibir




Comentarios al autor






(11)Briefe, págs. 128-129; Cartas, págs. 131-132.
(12)Grünewald, Maguncia 1932, 1990, 7ª ed.
(13) In Spiegel und Gleichnis, págs. 34-36.
(14)Briefe, p. 6; Cartas, p. 11.








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