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Cristiano de hoy

Dedicación y Liderazgo
Lecciones que nos dieron los comunistas para poder cambiar al mundo


Por: Luis Armella | Fuente: Catholic.net



Me he interesado en estos últimos días por un tema que parece ya trasnochado: el éxito del comunismo. He escogido entre muchos libros que descansan en mi biblioteca uno titulado: Dedicación y liderazgo. Una obra de Douglas Hyde escrita en 1967 que contiene útiles lecciones para aquellos que deseen tener influencia en la sociedad. Pienso ahora en nosotros los católicos.

El autor de la obra ha vivido veinte años en el Partido Comunista Británico y, después de su conversión al catolicismo, pretende ofrecernos algunas lecciones que podemos aprender de los comunistas. ¿Tienen ellos algo que enseñarnos? Parece que sí.

Los comunistas, a pesar de sus errores y fracasos, han triunfado en el modo de encender y lanzar a sus seguidores a la empresa de "cambiar el mundo". La clave parece radicar, según Hyde, en la dedicación de sus miembros y en la formación que han recibido hasta llegar a convertirse en líderes en medio de la sociedad.

Nunca en la historia de la humanidad un grupo tan pequeño ha ganado un mundo en tan poco tiempo. Ahora han cambiado un poco las cosas pero la realidad ha sido así y no podemos ocultarla. Ya quedan pocos bastiones del comunismo pero las huellas tardarán en borrarse. Y parece que algunos países desean dar marcha atrás.

Al inicio del libro Hyde nos ofrece algunas pistas para descubrir cuál ha sido la causa de un éxito tan fulgurante y eficaz: el trabajo con las minorías en la lucha por conquistar los corazones, las mentes y las almas de los hombres.

Hay que reconocer con el autor que en este siglo, la minoría comunista ha influido más que mayorías tan notorias como el catolicismo y los musulmanes. Han sabido cómo encender el corazón de sus seguidores y les han enviado a una efectiva y significativa acción. Da pena a veces, ver a tantos y tantos jóvenes católicos que viven al margen de la causa de la evangelización. Tal vez nadie les ha sabido motivar o nadie les ha dado la confianza que merecen. ¡Qué pena! ¡Cuánto bien podrían hacer!

Por otra parte, un comunista nunca permitiría que el comunismo quedara en el anonimato y, por ello, lo promovería a través de los medios más eficaces como son, hoy en día, la radio, la televisión y la prensa.

La fortaleza del Comunismo no yace tanto en sus ideas, sino más bien en su gente, y vaya que si la han empleado bien. Según una constatación de Douglas Hyde, muchos de los que solían ingresar en las filas del comunismo habían sido antes católicos. ¿Por qué los comunistas triunfaron con las mismas personas con las que el catolicismo fracasó?

Una de las características claves de los comunistas es la voluntad de sacrificio, el celo y la dedicación. Han aprovechado el idealismo de los jóvenes. Les han ofrecido un cauce para su idealismo. Aprendieron bien que si a un joven se le exige poco, dará poco. Si se le exige mucho, da mucho.

Lo más importante de un líder no es tanto su preparación sino su dedicación. Aunque a la dedicación haya que añadirle obviamente preparación, entrenamiento e instrucción. Me gustaría que los educadores cristianos y los directores de grupos juveniles católicos se tomaran eso muy a pecho.

Las últimas palabras del Ludwig Feuerbach de Frederick Engels son éstas: "Los filósofos solamente han tratado de explicar el mundo; la tarea, sin embargo, es cambiarlo". Un eslogan muy dinámico: "Cambiar el mundo".

Marx concluyó su manifiesto comunista con: "Tienes un mundo que ganar".

Parece que los católicos, a veces, permanecemos mudos y paralíticos en comparación con esos comunistas convencidos. ¿Qué hacemos con el tesoro de nuestra fe, de los sacramentos, del evangelio? Sería bueno que lo compartiéramos con los demás, ¿no?

Las nuevas células comunistas solían venir del contacto con comunistas dedicados o del contacto con el Partido en acción. Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra, como dice la frase popular. Y es muy triste constatar cuántas almas se alejan a diario de las filas de la Iglesia. ¿Por qué? Tal vez faltan católicos convencidos, capaces de atraer a otros.

Los profesores que dan instrucción a los nuevos miembros ponen especial énfasis en la aplicación de esas materias a la vida de cada uno. Su mayor preocupación no es pasar información a otra gente sino formar líderes, prepararles para la acción.

Dice el autor en breve: "Para el cristiano y para muchos otros, el trabajo está divorciado de la creencia. Esto no es verdad en el caso del comunista".

A cada comunista se le exigía que fuera el mejor en su trabajo, carrera, grupo. Así tendría acceso a muchos lugares y atraería a otros con su ejemplo.

El lema para la propaganda escrita de los comunistas consistía en decir ideas profundas con lenguaje sencillo. El primer paso diario de un periodista comunista debería ser leer la prensa contraria y luego tratar de mejorarla. Se pueden elencar tres objetivos de toda publicación comunista: educar, agitar y organizar.

Estas son algunas de las ideas que Douglas Hyde ha dejado claras en su libro. Me gustaría ver un empeño fulgurante de los católicos por cambiar el mundo, por hacerlo más humano, más evangélico. Y aquí hay algunas pistas para dar los primeros pasos. ¿Quién se apunta?





 







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