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Cristiano de hoy

Dios te escucha
Meditación. Amar como Él


Por: César Funes | Fuente: Catholic.net





A veces parece que Dios no escucha; le ruegas una y otra vez que te libre de la tentación, que te dé fuerzas en la enfermedad, que te permita gozar de los hijos que no llegan, que ponga paz en tu familia, que te envíe trabajo. Tantas y tantas cosas que necesitas y que Dios parece olvidar, o desoir mientras mira fríamente desde la distancia.

¡Pero qué confundido estás! Dios es tu Padre. No perdonó a su Hijo para que tengas vida eterna ¿y luego se va a olvidar de ti o va a observarte desde lejos? ¡No! Dios está junto a ti, desea amorosamente hacer morada en tu espíritu, derramar en tu alma dones que ni siquiera imaginas y colmar tus necesidades y deseos. Y te escucha como si no hubiera nadie más en el mundo, porque te ama y porque tiene el oído más atento y el corazón más sensible de todos los padres.

Pero al orar a Dios debes tener presente dos cosas.

La primera, que Él siempre va a reclamar tu ayuda. Dios no te planta el huerto, te da semillas y te envía la lluvia; Dios no te escribe la novela, te da lápiz y papel y te envía la inspiración; Dios no te parchea el camino comarcal por el que vas, te da un mapa para salgas a la autopista y te llena de gasolina el coche.

La segunda, que "vuestros caminos no son mis caminos", nos dice el Señor. Y es que Él no te ha preparado dones buenos; te ha preparado lo mejor. ¡Ay! Cuán infeliz eres porque esperas lo que no da hartura y te afanas en lo que se pierde pronto y para siempre. Si las bienaventuranzas hablan del Reino que viene, la gloria la consigues en tu calvario presente. Si en el banquete celeste vestirás vestiduras blancas, ahora tienes túnica y sandalias. Has de gloriarte en la cruz de Cristo y al final le presentarás lo que por Él has amado, sufrido y abandonado. Eso es lo que has de pedirle: renegar de tus terrenas apetencias, amar como Él te amó, hacer en todo su voluntad... ¡y el Espíritu Santo!

Y ten siempre a María presente en tu oración. Ella es la mediadora de todas las gracias ante Dios. ¡Bendito sea!

 

 

 







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