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Ya sabiendo quién es ¿qué hacer al respecto?
Pedirle a Cristo, que envíe sobre nosotros al Espíritu Santo, para que nos vaya iluminado sobre cómo actuar para servir al prójimo


Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net



Jesús preguntó a sus discípulos: "y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Lucas 9, 20). En realidad, para un cristiano la respuesta es más que obvia: Jesús es el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios. Hasta aquí vamos bien, pero sabiendo la respuesta ¿qué nos significa personalmente este conocimiento “tan obvio”?

Esta es una pregunta importante, pues si nacimos como cristianos o fuimos convertidos a ello, esta creencia tiene consecuencias. Preguntarnos íntimamente, que si somos cristianos y Cristo es Dios, esa identidad con Él ¿qué obligaciones implica? ¡Hay un compromiso al ser creyentes!

No puede ser de otra manera, ya que predicó un Evangelio de amor al próximo y de buenas acciones, para con ellas hacer la voluntad del Padre. Así que volvamos: si nos sabemos seguidores de Dios hecho hombre, del Cristo ¿qué debemos hacer al respecto?

El Papa Francisco nos da una buena receta: «ser de Cristo, pensar, actuar, amar como Él, dejando que tome posesión de nuestra existencia para que la cambie, la trasforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado».

Debemos obedecer sus mandamientos, que a fin de cuentas Jesús los resume en dos, en amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestros semejantes, y amarlos como Él nos ama. Pero es importante recordar que el amor son actos amorosos, no buenos sentimientos vacíos. No se trata sólo de llevar a Jesús en el corazón, sino de ponernos a trabajar en lo que Él nos pidió, en ayudar a nuestros semejantes.

Todo parece muy obvio también, pero si no lo recordamos día a día, que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado, el creer que Jesús es el Mesías, que es Dios mismo, no sirve para gran cosa.

Entonces nuestra actitud, nuestro propósito diario bien puede ser el decirle a Jesús que como respondió Pedro a su pregunta, sabemos que es "El Cristo de Dios" (Lucas 9, 20), y que entonces nos proponemos este día y el resto de nuestra vida, a amar al próximo como Él nos ama, y que ese amar es actuar por ese prójimo.

Podemos entonces todavía pedirle a Jesús - Cristo, que envíe sobre nosotros al Espíritu Santo, para que nos vaya iluminado sobre cómo actuar para servir al prójimo (porque muchas veces por falta de atención “nos pasa de noche” la ocasión), que nos inspire a obrar según las necesidades ajenas y nuestras posibilidades en cada oportunidad, en pequeñas y grandes cosas.

Pero hay algo que siempre, constantemente es oportuno: pedir al Señor por los demás, por nosotros mismos. Orar por las necesidades de todos, nuestra familia, nuestros cercanos, y también por aquellos por los que nadie ora, a veces ni ellos mismos, por falta de fe y esperanza. Orar por las intenciones de nuestros pastores, de nuestra Iglesia. Orar pidiendo la paz en los corazones y entre los pueblos del mundo; que oremos en privado y en comunidad. Ya nos dijo que pidamos juntos al Padre en su nombre y nos será concedido.

¿Qué la vida puede ser difícil, tener sus problemas? No hay duda, ya se nos había advertido, que como Jesús cargó su cruz, todos tenemos cruces que cargar, pero orando, cumpliendo con amor con Dios y con el prójimo, podremos llevarlas a cuestas, no nos doblegarán ni las dejaremos caer. Sabiendo que Jesús es el Cristo, y pidiendo su ayuda, cargaremos nuestras cruces a través de esta vida.







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