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El impacto familiar del cine
Reflexión que retoma las palabras de Juan Pablo II y algunas cartas encíclicas para hablar de la relación entre cinematografía y promoción de la familia.


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La Declaración Universal de los Derechos del Hombre reconoce a la familia como «elemento natural y fundamental de la sociedad» (art. 16), es la «célula primera y vital de la sociedad». Por lo tanto, cualquier atentado contra la familia es un atentado contra la misma sociedad y contra el individuo. No se puede evitar, es el orden natural que hay en el mundo.

El Papa Juan Pablo ll todavía va más lejos en su documento Familiaris Consortio al decir que ”la familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes. Su primer cometido es el de vivir fielmente la realidad de la comunión con el empeño constante de desarrollar una auténtica comunidad de personas”.

Es decir que la familia no solamente es la base de la sociedad, sino que debe estar fundada en el amor y en la comunión: en la común unión de todas las personas que la conforman.

Según la Carta Encíclica Humanae vitae de Pablo VI, “la familia es víctima de agresiones que la cuestionan hasta en su existencia. Los medios de comunicación, al propalar la separación total de los significados unitivo y procreativo de la unión conyugal, banalizan las experiencias sexuales múltiples pre- y para-matrimoniales, debilitando la institución familiar”.

En efecto, el cine crea ídolos y lo que está bien para ellos, está bien para el mundo. La familia sufre las consecuencias de estos desajustes en la estructura de valores pues al atentar contra el matrimonio se atenta directamente contra la familia. Se presentan nuevas “estructuras familiares”; las estrellas de cine, los cantantes y otros más se casan y se divorcian innumerables veces. Las estadísticas demuestran que de un 40 a un 50% de los matrimonios terminan en divorcio.

¿Pero qué es lo que provoca el divorcio? “¡Se acabó el amor!”, dicen. ¡Qué solución tan simplista! Se acabó el amor y ya. La mejor solución que se le ha ocurrido al mundo es: “Mira, nos mudamos juntos y después vemos si nos casamos o no. ¿Estás de acuerdo?”. Y no nos damos cuenta de que eso sólo agrava el problema. Ya ni siquiera hay una institución más o menos estable. Las familias son desechables y los hijos también… ¡como todo en este “mundo moderno”!

Y “se acabó el amor” porque ya no encuentro en mi pareja nada emocionante. ¡Claro, lo que pasa es que fundamentamos el amor en la pura experiencia sexual! Somos incapaces de enamorarnos del alma de la persona. No, mientras me de placer, está bien… pero tan pronto encuentre alguien que me de más placer… ¡Si estuvimos casados… pues fue hace mucho tiempo!, ¡si te vi, no me acuerdo!

Sin una correcta estructura familiar, nuestra sociedad está destinada a sucumbir. Esa estructura está fundamentada en el matrimonio. Sólo éste puede garantizar estabilidad para los hijos.

La Carta de los Derechos de la Familia dice que ”familia y matrimonio requieren ser defendidos y promovidos no sólo por el Estado sino por toda la sociedad. Requieren el compromiso decidido de cada persona ya que es a partir de la familia y del matrimonio como se puede dar una respuesta integral a los desafíos del presente y a los riesgos del porvenir”.

En el mismo documento se afirma que “los bienes que le son esenciales a la familia se pueden realizar sólo cuando un hombre y una mujer se entregan el uno al otro con una donación total en el matrimonio, comunidad de amor y de vida, y están dispuestos a acoger plenamente, en la procreación y en la educación, el don de una vida nueva”.

La familia es el elemento fundacional de la sociedad humana y la fuerza más necesaria para el desarrollo pleno de la persona humana. La familia es una institución social que no se puede ni se debe sustituir: es "el santuario de la vida".

La mayoría de los grandes hombres o mujeres de este mundo, y me refiero a aquellos verdaderamente valiosos, han tenido una formación familiar importante. La familia ha jugado un papel importantísimo en el desarrollo de personas íntegras.

Los grandes artistas tuvieron una madre o un padre detrás de ellos, impulsándolos, guiándolos. Bach, Beethoven, Mozart… Incluso los actores han sido definitivamente marcados por sus respectivas familias.

Mel Gibson, un hombre con una gran vocación familiar desde su infancia, dice: "Mi familia significa más para mí que las artificiales tentaciones que ofrece mi carrera. Si alguna vez tengo que escoger entre mi profesión de actor y mi familia, mi mujer y mis hijos serán siempre los primeros".

Ojalá todos pensáramos como el gran filósofo inglés Chesterton: “El hogar es lo que importa, y lo que importará siempre”.







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