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Cardenal Julijans Vaivods
En un país de mayoría protestante y bajo la represión comunista, sembró las semillas para una primavera de la Iglesia


Por: P. Clemente González |



Julijans Vaivods ha sido el primer cardenal de Letonia y de la URSS (2 de febrero de 1983) en la historia de la Iglesia. Su vida refleja el calvario de un pueblo que cree y lucha por la resurrección.

Nació el 18 de agosto de 1895 en Vorkova (Riga, Letonia). Durante la revolución de octubre era seminarista en San Petersburgo y recibió la ordenación sacerdotal el 7 de abril de 1918.

Ejerció su primer ministerio como vice-párroco en el santuario mariano de Aglona, en la frontera con Bielorrusia. Más tarde ocupó el cargo de párroco de la catedral de Liepaja. Fruto de su pastoral con la juventud son tres libros de catequesis y tres obritas teatrales que publicó en esa época.

En 1940 fue uno de los primeros en obtener la licenciatura en teología en la facultad teológica de Riga, recién creada. En ese mismo centro preparó el doctorado en Historia de la Iglesia pero, con la segunda guerra mundial, Letonia perdió su libertad y la facultad teológica quedó suprimida.

Ante las limitaciones impuestas a su trabajo pastoral, vicario general de Liepaja (1944), reanudó la actividad literaria y publicó cinco tomos de escritos sacros. Uno de sus lectores lo acusó de enemigo del régimen. Fue condenado a trabajos forzados en el bosque, y de 1958 a 1960 estuvo deportado en un lager en Moldavia. Por su profundo conocimiento de la literatura rusa conquistó a las autoridades que le permitieron recibir paquetes, con los que pudo ayudar a sus compañeros y sobrevivir.

Una vez en libertad, quedó confinado a una pequeña parroquia. En 1962 recibió el nombramiento de vicario general de la arquidiócesis de Riga; en calidad de ello, Pablo VI (1964) lo invitó a tomar parte en el concilio Vaticano II.

El 18 de noviembre del mismo año el Card. Marella lo consagró obispo en la capilla dedicada a la Virgen de Czestochowa en las criptas vaticanas. Ocho días antes el Papa lo había nombrado administrador apostólico Ad nutum Sanctae Sedis de Riga y Liepaja.

En un país de mayoría protestante y bajo la represión comunista, Mons. Vaivods mantuvo la fe de su grey, sembró las semillas para una primavera de la Iglesia y mantuvo viva la llama de la identidad nacional. Momentos sobresalientes de su labor pastoral fueron la reapertura del seminario y la llegada en 1972 de un nuevo obispo auxiliar (al anterior se le impidió ejercer el ministerio).

La predicación de Mons. Vaivods tuvo tal aceptación que cuando exponía la Palabra de Dios se llenaban incluso la plaza y las calles adjuntas a la catedral. Su visión eclesial le impulsó a enviar sacerdotes letones a Estonia, Bielorrusia, Ucrania, Georgia y Kazakhistan; y en el seminario de Riga acogió a estudiantes de diversas repúblicas soviéticas.

Mons. Vaivods supo integrar a los fieles laicos en la vida y misión de la Iglesia. Así, los católicos sufragaron los gastos de las 179 parroquias del país, y cuando fue necesario ampliar el seminario ofrecieron el salario de un millar de personas.

El 2 de febrero de 1982 el Santo Padre lo nombró cardenal.

Al enterarse Juan Pablo II de la muerte del Card. Vaivods (24 de mayo 1990) nombró al Card. Glemp su enviado especial para los funerales, en los que estuvo presente Mons. Colasuonno, Nuncio ante la Unión Soviética.









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