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Existe una autoridad que esclaviza y una autoridad que libera
Aunque los jóvenes reniegan tantas veces de la autoridad familiar: la necesitan y la aprecian, cuando esta autoridad es justa


Por: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net



El mundo de hoy no tiene hambre de libertinaje y de capricho, sino hambre de autoridad.
Pero no una autoridad arbitraria, sino autoridad razonable, justa y limpia.

La autoridad dimana de la buena razón, más jamás la razón dimana de la autoridad.
Toda autoridad que no se apoye en la buena razón, es una autoridad moralmente enferma.

Existe una autoridad que esclaviza y una autoridad que libera.
Así como hay dos formas de autoridad, hay dos formas de obediencia.

La obediencia es el acto de un ser vivo, móvil y complejo e igual que la autoridad, adquiere un carácter diferente según la intención que la anima.
Es necesario distinguir la obediencia servil que corresponde a la autoridad autoritaria y la obediencia libre que corresponde a la autoridad abierta, asentada en las buenas razones.

Si en el primer caso obedecer es sufrir, no sucede lo mismo en el otro caso donde al contrario, obedecer es aceptar.
¿Hay que salvar el principio de cualquier autoridad? No. De cualquier autoridad, no.
Hay que salvar el principio de la autoridad jurídica y moralmente buena.

Aunque los jóvenes reniegan tantas veces de la autoridad familiar: la necesitan y la aprecian, cuando esta autoridad es justa. Ahí está la palabra. Ellos aprecian el ser justos.
Y en el fondo se sienten más seguros cuando se les demuestra que su libertad tiene límites, cuando sus padres son capaces de negarles algo con amor y respeto, pero eso sí con razones de peso que se las debo mostrar y explicar.

El Creador de todo que es quien también nos dio la libertad, no la creó para que cada uno de nosotros haga lo que quiera, sino que nos la dio para hacer libremente lo que debemos, no lo que queremos.
Esta ley natural rige para todos, creyentes y no creyentes y todos están sujetos a las consecuencias del mal uso de la libertad.
La libertad ha llegado a ser sinónimo de permisividad. A más permisividad más libertad, como si ambas fueran mitades de un mismo todo.
Todos hemos tenido que pelear con las salidas de nuestros hijos.
Nosotros desde el vamos nos aferramos a una actitud basada que no nos importaba la edad ni la hora. Nos importaba sí, ¿con quién y dónde?

Una vez llegó Graciela a casa y nos dijo que tenía una fiesta el próximo sábado. Una fiesta en una casa de un primo de un amigo de una compañera del colegio.
--¿Y estos quienes son? Ni siquiera sabemos como se llaman. Tu sabes muy bien Graciela que siempre hemos puesto como condición con quien están y donde están. Por lo tanto ya sabes cual es la respuesta. No puedes ir a un lugar que no conocemos: ni sabemos quienes son.
--- Pero papá, tu estas juzgando mal a una familia.
---Si, puede ser. Mira, puede ser que tengas razón. Entonces, ¿sabes que vamos hacer? Me das la dirección de donde vais a estar y como es el sábado a la noche, yo el sábado a la mañana iré a hacerles una visita, me presentaré y sabré quienes son.
--- ¡Pero papá, esto es un quemo! ¿Cómo vas hacer esto?
--- Puede ser que sea un quemo, pero es la condición y el reglamento de esta casa.
Me dio la dirección, el sábado a la mañana toqué un timbre en un departamento por el centro, Me recibió una abuela muy amablemente, le expliqué, me dijo que no me preocupara, pues ella estaría con ellos toda la noche.
Tuvo que pasar mucho tiempo, cuando ya Graciela era madre de familia que nos explicó qué había sucedido con ella aquella noche.
Lo primero que hizo aquella abuela cuando llegó Graciela, es darle un beso y felicitarla por los padres que tenía porque habían sido los únicos que se habían preocupado por saber donde estaban sus hijas.
Y de alguna manera Graciela se sintió elogiada, se sintió aplaudida.

Nosotros lo único que habíamos hecho es aferrarnos estrictamente a lo que habíamos dicho que haríamos con la salidas de nuestros hijos.

Pero esto después le sirvió a ella para hacernos aceptar que se fuera a misionar a Río Chico, allá en la Patagonia.
Calculo que debía tener unos catorce años. Tengan en cuenta que estoy hablando de más de cuarenta años atrás, lo cual nada tienen que ver con los catorce años de ahora.
Llegó a casa diciéndonos que se iba un mes a misionar al sur, a la Patagonia. Y nosotros pegamos el grito en el cielo.
--- ¿Qué es esto de misionar en la Patagonia?
--- ¿Qué tiene de malo?
--- No, de malo no tiene nada.
--- Voy con el Padre tal, con el Hermano tal, con fulano de tal, con sus amigas fulana y mengana.
La verdad, razones para decirle no, no teníamos. La verdad es que nos complicaba la vida aceptar que nuestra hija de catorce años se fuera un mes a la Patagonia, sin saber por donde andaba.
Después de meditarlo mucho con Lydia, decidimos no darle el permiso, pero tampoco se lo íbamos a negar. Que ella decidiera.
Por supuesto decidió ir, como era natural.

Lydia y yo nos pasamos un mes rezando. Pero, valió la pena pasarse un mes rezando por esta aventura de nuestra hija Graciela. Porque ella era una niña bien acostumbrada, con agua caliente, sin saber lo que es pasar frío, con auto en la puerta y claro, allí en la Patagonia descubrió un mundo nuevo, un mundo donde el agua caliente no existe, ni siquiera agua corriente y pasaron peripecias, pero la modeló, la fortaleció y cuando volvió no era más una niña, era una joven mujer que había vivido otra cara de la vida, que seguramente le sirvió mucho por otras cosas que en su vida vinieron después.
La tolerancia, así como su contraria, que es la intolerancia, no pueden ser consideradas intrínsecamente buenas, ni intrínsecamente malas. En otros términos, hay casos en que tolerar es un deber, y no tolerar es un mal. Y otros casos, en que, por el contrario, tolerar es un mal y no tolerar es un deber.

Como pueden ver, con los hijos hay que tener tolerancia y autoridad, pero tiene que ser una autoridad basada en razones explicadas.

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REFLEXIONES DESDE LA FAMILIA...........para acompañar a vivir
Galardonado con la Gaviota de Oro-Mar del Plata 2007 Programa “Día Internacional de la Mujer”
Galardonado con la Rosa de Plata-Buenos Aires 2007 Programa “Navidad”
Galardonado con la Gaviota de Oro-Mar del Plata 2006 Programa “Día del Niño”
Mención especial Premio Magnificat-Buenos Aires 2005 Programa “Adultos Mayores”

 







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