Un verdadero apóstol
Por: Una misión en tu vida (5) | Fuente: Catholic.net
Los apóstoles no nacen de la noche a la mañana. Un gran apóstol se forja día tras día a lo largo de toda su vida. Sin embargo, así como aprendes a hablar hablando y a caminar caminando, la mejor manera de aprender a ser apóstol es haciendo apostolado.
Desde este mismo momento puedes empezar a hacer apostolado en cada momento de tu vida: por medio del testimonio, la acción, la palabra y la oración. Poco a poco irás descubriendo que, además de entusiasmo, necesitas también de la formación, la oración y los sacramentos para ser más eficaz en tu actividad apostólica, cualquiera que ésta sea.
1. Formación sólida, continua y sistemática
Como decíamos antes, hay muchos cristianos que lo único que conocen de su religión es aquello que les enseñaron para la primera comunión. Tú no puedes ser uno de ellos. Tu fe necesita ir creciendo y fortaleciéndose mediante el estudio profundo de la Sagrada Escritura, de la doctrina católica y de las enseñanzas de la Iglesia. Un medio excelente de formación es la lectura del Evangelio, pues así conocerás a Jesucristo, su pensamiento y su forma de actuar ante todas las situaciones de la vida. Si esta lectura es frecuente, poco a poco te irás pareciendo a Él, así como te pareces en muchos gestos y expresiones a tus papás. Si conoces bien tu fe, si conoces los lineamientos y fundamentos de toda la doctrina, si conoces las últimas noticias dadas por el Papa, estarás mucho mejor preparado para divulgar, anunciar, resolver dudas y defender tu fe con la palabra y la acción.
2. Oración
Nadie puede dar lo que no tiene. Si tu intención en el apostolado es dar a Dios a los demás, debes primero llenarte de Dios. Esto lo lograrás mediante la oración y el contacto frecuente con Él. Si no oras, tarde o temprano te pasará lo que sucedió con los ojos y piernas de Mariana: dejaron de servir porque se desconectaron del cerebro. Si quieres iluminar, debes llenarte de luz, y la luz es Dios. Si no mantienes esta unión frecuente con Dios a través de la oración, tu apostolado se convertirá fácilmente en una acción vacía y sin frutos. El mismo Jesús nos lo dijo: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El sarmiento que permanece unido a la vid da mucho fruto. Sin mí nada podéis hacer". (Jn. 15, 5)
3. Sacramentos
Jesús nos dejó los sacramentos como herramientas para sobrevivir como Iglesia. Sin los sacramentos, sin la fuerza de Dios que recibimos en ellos, es muy difícil perseverar, pues nuestra naturaleza es débil a causa de estar herida por el pecado. Un gran apóstol se debe alimentar frecuentemente con la Eucaristía y acudir a la confesión para levantarse de las caídas que pueda tener.