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El Noviazgo (5)
Artículo parte del Curso de preparación para el Matrimonio


Por: Horacio Bojorge | Fuente: Catholic.net



EL NOVIAZGO (5)

 

¿QUIÉN ELIGE A QUIÉN?

1) Hemos dicho que el noviazgo comienza por la elección. Ahora bien ¿Quién elige a quién? Si bien la elección puede llamarse recíproca, porque los novios se eligen el uno al otro ¿quién tiene la iniciativa? ¿quién da el primer paso en la elección?

2) En otras culturas, como la china, o en culturas precristianas, los sentimientos de los jóvenes no contaban mucho o eran secundarios. Los padres de ambos convenían y arreglaban los matrimonios de sus hijos, a veces ya desde niños. El matrimonio era un asunto de familia y las autoridades familiares lo decidían todo. Lo mismo sucedía con los matrimonios de los reyes en las monarquías, por motivos políticos del reino.

3) En tiempos en que predominaba la cultura católica, era normalmente el varón el que se declaraba, y el que pedía la mano de la hija al Padre de la novia. Eso sucede cada vez menos. Se diría que hoy cualquiera de los dos toma la iniciativa y lo hace con prescindencia creciente de la opinión de los mayores.

4) Parecería, más bien, que en la cultura invasora, los roles se van invirtiendo y que, con mayor frecuencia es ella, la chica, la que de una manera más o menos sinuosa, manipula al varón, solicita su amor y lo induce a "arreglarse" con ella. Es ella la que, por ejemplo, vemos que elige y seduce al compañero de estudios que la atrae, y que todas se disputan.

5) El consentimiento del Padre de la novia, al que se le solicitaba la mano de la hija, cuenta cada vez menos. Y en general, ellos dos cuentan cada vez menos con el consentimiento de sus respectivos Padres. El noviazgo deja de ser un asunto de la macrofamilia, para convertirse en un asunto de pareja. El matrimonio deja de ser una alianza entre dos conjuntos familiares, para convertirse en un acuerdo entre dos, que los demás miran y acatan. Un asunto de ella y él, donde a las demás instancias familiares se les concede cada vez menos derecho a pronunciarse, a intervenir, y menos aún vetar.

6) Esto sucede no solamente por una especie de insurrección juvenil unilateral contra la autoridad paterna. Tiene también su causa en la creciente tendencia abandónica de los padres hacia sus hijos. Por eso, el tema de la elección en el noviazgo, exige tomar en cuenta la deriva actual de toda la institución familiar y el enrarecimiento de todo el sistema de relaciones: esponsales, filial-paternas, fraternas, etc. La decadencia de la institución familiar.

7) Los adolescentes abandónicos tienden a ‘arreglarse´ precozmente, buscando en el/la compañero/a el afecto que hambrean y que sus padres y otras instancias de la familia debilitada no les han proporcionado satisfactoriamente. Es sobre todo la niña la que más sufre con las carencias y privaciones afectivas del hogar. Es ella la que más precozmente anhela encontrar quien la reconozca, la admire y la ame:"La mujer, más que el varón, es sensible a la mirada que los demás tienen sobre ella. Tiene necesidad de ser reconocida, de gustar, de ser admirada; pero, más profundamente, de ser amada. Puede ser que tenga nostalgia de la primera admiración del varón-Adán hacia la mujer-Eva" [Jo Crosisant, La Mujer Sacerdotal o el sacerdocio del Corazón, Ed. Lumen, Bs. As. 2004, p. 44]. Los celos entre hermanas dejan en ellas heridas para toda la vida. Asimismo la carencia de ternura paterna.

8) Esta urgencia de sentirse amada suele impulsarla, por impaciencia, a remediar su carencia afectiva, captando el amor de un varón. A tomar la iniciativa de conquistar el amor que necesita. Esta es la causa de que muchas veces incurra en errores de apreciación. No todo varón del que gusta ella es capaz de amarla a ella como ella aspira a ser amada. Sin embargo, ella, sedienta de amor, es capaz de negar las evidencias e intenta manipular la realidad para que sea acorde a sus deseos. Suele ver al varón de acuerdo a su deseo y no de acuerdo a lo que en realidad es. En vano sus padres, amigas y otras personas que las quieren les pondrán por delante la realidad.

9) Ella suele completar su erróneo trabajo de conquista "utilizando su sexualidad como herramienta para manipular a un hombre" [Robin Norwood, Mujeres que aman demasiado, Ed. B Argentina 2000, p. 325]. Es el peor de sus errores y el más dañoso para ambos. Porque de esta manera se empecina en su deseo de hacerse amar y se hace cada vez más incapaz de aprender a dejarse amar y de aceptar y entregarse al varón que de veras la ama, en vez de regalarse una y otra vez a los que solamente la desean.

DIOS NOS AMÓ PRIMERO

La iniciativa amorosa del varón y la respuesta amorosa de la mujer

10) Voy a plantear primero lo que podemos deducir de la revelación cristiana acerca de quién elige a quién. Como toda sabiduría revelada acerca del hombre y la mujer, esta sabiduría puede parecer necia. Pero lo es solamente para el hombre no iluminado por la fe.

11) De ahí que, en segundo lugar, haya que responder a las objeciones que inmediatamente se levantan desde las tinieblas o las penumbras de la incredulidad. Téngase en cuenta que la incredulidad no es un hecho meramente individual, sino que está organizado en cultura. Y que desde la telenovela hasta las revistas femeninas, desde el hogar, las amigas y las cuñadas hasta la peluquera, siembran convicciones en el ánimo de ellas, que no son las de la sabiduría de la fe. Esas convicciones provienen de criterios culturales populares ajenos a la fe y lógicamente chocan con las afirmaciones de la sabiduría creyente.

12) Sin embargo, lo que nos viene por revelación es más sabio y acorde con la naturaleza humana sanada de las heridas del pecado original. Y el que acepta con fe el mensaje evangélico y lo pone en práctica en su vida, comprueba luego su veracidad y sabiduría.

13) La sabiduría cristiana del matrimonio proviene de la revelación que trae Jesús.
Según esa revelación:

a) Dios nos amó primero ["En esto está la caridad, no en que nosotros hubiéramos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros... Él nos amó primero" 1ª Juan 4, 10.19] y

b) El varón imita a Dios y la esposa a la Iglesia ["Varones, amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella" Efesios 5, 25].

c) El encuentro de Jesús con la mujer samaritana [Juan 4, 4-42] muestra en acto la iniciativa del amor divino que se adelanta a amar a la mujer que ni es amada ni sabe amar, y que representa a la humanidad a la que Dios requiere de amores.

d) Esto mismo expresa San Pablo con el "ministerio de la reconciliación" que supone entre Dios y la humanidad una relación esponsal que ha de ser restablecida [2 Cor 5,18]

14) Por lo tanto, en la cultura de la fe católica, el varón tiene la iniciativa amorosa y la mujer responde con amor al varón que la ama, a imitación de cómo cada alma creyente y/o toda la Iglesia, responden con amor al amor de Cristo, que nos amó primero.

15) Contra esta tesis se alzan enseguida resistencias interiores. Sobre todo en la mujer contemporánea. Pero esto se verifica, naturalmente, en el varón y la mujer que viven en gracia, y que viven su noviazgo y su matrimonio bajo la mirada del Padre y a imagen y semejanza de Cristo y la Iglesia. Esta es la gracia propia del sacramento del matrimonio, como sacramento de sanación (el agua) y santificación (el vino mejor). Además, esto se hace más fácil y posible cuando ambos viven, en Iglesia, dentro de un ambiente familiar y social creyente, que fortalece su vida de fe. Lógicamente, esto no se verifica en los que viven en pecado y al margen de la fe. Para ellos la sabiduría de la fe es necedad, afirmaciones teóricas totalmente ajenas a sus experiencias. Y la autoridad que conceden al ambiente incrédulo en que viven, los confirma en sus erróneos caminos.

16) El filósofo Julián Marías [en: La mujer y su sombra, Alianza Editorial, Madrid 1998, citamos en págs. 75 y ss] ha observado: "Parece claro que, en principio, el deseo no parte de la mujer; es decir, la mujer desea después. Si no se tiene esto presente, se introduce una peligrosa confusión: o se supone que hay igualdad de reacción deseante, o se concluye que la mujer desea menos, que es, una vez más, ‘pasiva´. La mujer, normalmente, desea cuando es deseada. Reacciona al deseo del varón, o con más exactitud del varón deseante, porque su respuesta se refiere a la persona del hombre".

17) Julián Marías inmediatamente pasa a corregir una posible mala interpretación de sus dichos: "Pero si nos detenemos en lo que esto significa, encontramos que la interpretación pasiva de la mujer es un error de largas consecuencias. En primer lugar, el que desea, depende de lo deseado, y la iniciación del deseo en el hombre establece un vínculo de dependencia respecto de la mujer" [...] "Supongamos que la mujer es ‘conquistada´. ¿Qué sucede entonces? Se instala, toma posesión de la casa, del hombre dentro de ella, de los hijos que llegan". No sólo cocina, organiza la vida doméstica, educa a los hijos, trasmite los principios y creencias. "La mujer, desde su dependencia, ejerce un dominio amplísimo y constante. El hombre la necesita todo el día, en casi todas las dimensiones de la vida [...] Si se comparan las vidas de los dos [...] encontramos que están incomparablemente más influidas, conformadas, inspiradas, dirigidas por la mujer. Sobre todo, cuando el hombre tiene fuerte personalidad, cuando es verdaderamente viril, lo que se traduce en estar enérgicamente proyectado hacia la mujer, ‘pendiente de ella´ - dice la expresión popular -, aunque los dos crean que ella es dependiente de él. Lo que la mujer ha sabido confusamente siempre y está olvidando es que su dominio es eficaz desde su dependencia.Cuando se resiste a ésta, lleva las de perder. Por lo pronto, porque se hace menos deseable".

18) En la aceptación amorosa de la iniciativa amorosa del novio comienza la novia a practicar lo que será virtud principal en los esposos y de la que ella debe ser la iniciadora y la maestra: la sumisión recíproca que Pablo enseña a los esposos y deben empezar a aprender desde novios: "Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo" [Efesios 5,21]. "Pablo - comenta Jo Croissant [O.c. p. 68]- hace de la sumisión una exigencia tanto para la mujer como para el varón, pero la sumisión mutua tiene su raíz en la mujer. ¿Cómo puede un marido someterse a su mujer sin resultar dominado, si ella no le es sumisa primero? [...] La sumisión amorosa, única vía a la santidad, engendra el respeto del otro. En efecto, el varón es subyugado por la santidad que viene de la sumisión y se vuelve mucho más atento para complacer a su mujer, como también a sus insinuaciones y a sus consejos. De lo contrario cada uno se agota en un tire y afloje que esteriliza a la pareja, en una carrera por el poder [...] Hay otro camino para instaurar relaciones nuevas. Es el camino del renunciamiento a uno mismo por amor al otro. Y en este camino la mujer va primera, es ella la que introduce al hombre en este tipo de relación, que no consiste en la búsqueda de sí mismo dominando al otro, sino en un don de sí para el otro"

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PARA COMENTAR

1) ¿Qué piensa Ud. acerca de la iniciativa en la elección de novio/a? 2) ¿A quién le corresponde la iniciativa? 3) ¿Qué razón de fe sugiere que corresponde al varón tomar la iniciativa? 4) La iniciativa del varón ¿disminuye la libertad de la mujer para elegir? ¿Disminuye su dignidad o sus derechos? ¿Tiene a la larga ventajas para ella? 5) ¿Qué es lo más habitual en su medio? ¿Casos de lo uno y lo otro? 6) ¿Qué razones ve Usted para que no sea ella la que tome la iniciativa en la elección?

 



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