Menu


2.- Mercedes: tentada contra el marido
Libro El buen amor en el matrimonio. Horacio Bojorge


Por: Horacio Bojorge | Fuente: Catholic.net



Una consulta de una buena esposa tentada contra un esposo bueno, pero... ¡mudo! Mi respuesta va en forma dialogada con el texto de la consulta

MERCEDES: -- Padre: quiero pedirle ayuda, porque de verdad no sé si estoy haciendo lo correcto o no. Usted me conoce (creo que bastante), y aunque me parece que nadie me va a entender, necesito contárselo.

PADRE HORACIO: -- Mercedes, querida Hija en el Señor: Contesto intercalando tu consulta y lo acomodo en forma de diálogo con guiones.

MERCEDES: -- Javier (mi esposo) no tuvo educación religiosa, es hombre de las islas del río, sencillo, trabajador, recto, honesto, creyente, noble.

PADRE HORACIO: -- Como ya leí todo tu correo, te voy a adelantar lo que te diría al final, y creo que lo que te digo es un principio de la sabiduría divina, revelada por Dios, que a ti, como mujer de fe, estoy seguro de que te va a iluminar de entrada para comprender todo lo que te voy a ir diciendo en diálogo contigo y tu consulta. Ese principio divino dice:
"¡No es Adán para Eva, sino que Eva es para Adán!"
Adán es un cascote de barro que Dios amasa y al que le sopla un alma viviente en la nariz. Eva, en cambio, es un ser a quien Dios construye1. Y la construye, no ya de barro como amasó a Adán, sino de un pedazo de ser humano. Ella es más digna, hecha de una materia más noble, con una forma más compleja, más rica y superior. ¡Pero ella está puesta al servicio de Adán que le es inferior! No nos asombremos. ¡Esa es la ley divina: que lo superior esté al servicio de lo inferior! Como los ángeles que son superiores a nosotros, están a nuestro servicio. ¡Nada raro! ¡Pura lógica! El que puede más, tiene que ser el protector del que puede menos. Los papás enseñan y protegen a los hijos. Los hermanos mayores enseñan y protegen a los más chicos. Los más ricos deben auxiliar a los más pobres. Los gobernantes deben servir a los gobernados.
Adán podrá defender físicamente a Eva. Pero Eva hubiera debido defender espiritualmente a Adán. Ya ves qué pasó en la tentación: Eva no supo defenderse y defender espiritualmente al esposo. Y Adán no supo defender espiritualmente a Eva, cuando Satanás la tentó, y fue vencido por la Serpiente por medio de la esposa.

MERCEDES: -- Desde el tercer año de casados (hace ya 16 años) empezamos a participar en grupos católicos para matrimonios (en su inicio se nos formaba para planificación natural de la natalidad y formación en doctrina de la Iglesia al respecto). Creo (dudo ahora) que Javier iba sólo porque yo quería, y para darme el gusto. Cuando había que dialogar el tema en grupos para luego llevarlo al plenario, él: -"no sabe”, no contesta, así que lo hacía yo sola. ¿Él? ¡Mudo!

PADRE HORACIO: -- Sí. Pero podía haberse negado a acompañarte y no se negó. Es decir que para él, darte gusto era ¡muy importante! y el hecho de ir a la reunión no era tan disgustante. Iba para darte el gusto, pero no a disgusto como reconoces a continuación:

MERCEDES: -- Sin embargo en las reuniones se mostraba gustoso. Luego nos fueron dando "obligaciones" o responsabilidades y debimos hacernos cargo de las charlas formativas para novios que hemos asumido hasta ahora durante años. Otra vez, ahí sí se nota mucho, Javier va sólo porque a mí me gusta, porque él no siente la evangelización como algo necesario... ¡y bueno! va cuando puede, pero trato de que todo esté ordenado en la casa, la cena temprano (y todos los etcétera) para que vaya a la reunión lo mejor predispuesto posible... y cuando está allá ¡le gusta! (¿qué contradicción, no?).

PADRE HORACIO: -- Al hombre, cuando no se siente seguro en un campo, y más si es un poco tímido, (y la timidez es a veces una faceta de la humildad, que los muy desenvueltos y hasta desfachatados no conocen) le cuesta ir a una reunión, pero una vez vencida la dificultad y los temores, en el desempeño mismo de la actividad, la hacen con gusto. Así que tampoco ahora es sólo que "se muestra gustoso". Está a gusto. Le gusta, pero le cuesta. ¿Por qué le cuesta? ¡Nadie mejor que la esposa lo puede averiguar! No me lo preguntes a mí, sonsácaselo a él... que buenas artes te dará el Señor para cumplir tu ministerio de esposa y sacarle las garrapatas al alma de tu encomendado.

MERCEDES: -- Y bueno, sucede entonces, que desde hace un tiempo me siento "más porquería", porque me pregunto: -¿qué hacemos nosotros dando charlas a los novios? ¡Si les decimos cosas hermosas que nosotros no podemos (o no queremos) vivir!”. Con Javier hablamos de muchas cosas, pero sobre Dios, la Iglesia, la muerte, etcétera, en general él es incapaz de mantener una conversación: "no sabe” dice, o simplemente no dice nada, no contesta. ¡Como mudo!

PADRE HORACIO: -- Fíjate si su corazón dice amén. Si dice Amén, eso basta. Es casi lo único que la Iglesia les pide a los fieles que digan.

MERCEDES: -- Siempre la educación de los hijos, pero principalmente la de las nenas me ha tocado a mí,

PADRE HORACIO: -- ¡Y a quién le va a tocar la educación de las hijas si no, si no es a la madre que es mujer y está en casa siempre, y no al padre, que es varón y se pasa media vida en su remolcador de lanchones y está mucho tiempo ausente! ¡Por favoooor! ¡Qué empujón que te pegó el demonio!

MERCEDES: -- Si le hubiera hecho caso a un amigo que me recomendó que iniciara en los sacramentos a mis tres varones y a mis dos nenas, sólo cuando él se comprometiera más con su fe y con los apostolados ¡entonces estarían sin bautizar!

PADRE HORACIO: -- ¿Pero se opuso en algún momento a que los bautizaras, te reprochó, te lo echó en cara?

MERCEDES: -- Y le aclaro que él, siempre que viene de navegar y las temporadas que pasa en casa, va a misa todos los domingos, se confiesa dos o tres veces al año.

PADRE HORACIO: -- ¿Y qué te parece? ¿Qué porcentaje de hombres va a misa y se confiesa dos o tres veces por año en ese católico pueblo donde vivís? ¡No creo que esté entre los peores! Y eso gracias a que es dócil a la ayuda espiritual que el Señor le asignó que eres tú, y que ahora, Satanás, quiere convertir de amiga en enemiga... Que el Señor te guarde y libre de entrar en esa tentación. Ganaría Satanás que es tu enemigo desde el principio.

MERCEDES: -- ¿Sabe padre, que no logro entenderlo a mi esposo?

PADRE HORACIO: -- No logras entenderlo porque la ignorante y la obtusa eres tú, que no sabes la diferencia entre un hombre y una mujer. Me refiero a la diferencia de alma, de modo de ser, de pensar, de sentir y de hablar... y a la manera diversa cómo el pecado original lo hirió a cada uno.

MERCEDES: -- No logro entenderlo, porque, por ejemplo, ahora nos invitaron a participar en otro movimiento para matrimonios y familia. Yo le dije que sólo entraríamos a participar de ese movimiento si él se comprometía a trabajar los temas y comentarlos entre los dos y dialogar.
PADRE HORACIO: -- ¿¡Y por qué le pediste!? ¡Santo Cielo! ¿¡Porqué le pediste algo que sabes que le cuesta tanto que a pesar de quererte como te quiere y de desear sinceramente darte el gusto, lo intenta una y otra vez con un esfuerzo tremendo y tragándose la sensación de fracaso!?

MERCEDES: -- Él me dijo, como siempre, que sí.

PADRE HORACIO: -- ¿¡Y qué otra cosa le puede contestar el borracho al policía que ya lo llevó tantas veces a la comisaría cuando viene otra vez más y le pregunta: “¿Me querés acompañar"?

MERCEDES: -- Pero es que cuando llega el momento de conversar sobre el tema, si es a la noche se duerme, y si es de día, sale, da una vueltita, vuelve con un destornillador y unas tuerquitas para regular la estufa.... me deja hablando sola. Cuando se trata de hablar de un tema espinoso, algo que él sabe que no me gusta (por ejemplo) él se enfurruña, no dice nada y se va. Él me dice que no es necesario explicar las cosas ("a mí nunca nadie me explicó nada").

PADRE HORACIO: -- ¡Porque no quiere disgustarte, y no sabe cómo hacer para conformarte! ¡O no sabe cómo hacer para zafar del compromiso en que lo pone tu pedido, sin que te enojes con él! ¡Estoy seguro de que si anduviera quebrado y con muletas, si lo sacás a bailar, sale por darte el gusto y después te pide perdón por haberse caído!

MERCEDES: -- A mí me parece que él no encuentra las palabras para expresar lo que siente o lo que piensa. De hecho es un sentimental. Yo intuyo que siente muy profundamente las cosas. Pero entonces ¿por qué no dice lo que siente? ¿Por qué no sabe expresar lo que siente? ¿O pensar esto es un consuelo de tonta?.

PADRE HORACIO: -- ¡Es varón! Un tablero de Ford viejo con una lucecita y cuatro relojitos. Hecho para cultivar el jardín del paraíso y, después de la caída, abocado a laburar una tierra que por el pecado le produce cardos y espinas Un mundo de navegantes y puertos de río, lanchones de cereal o de piedra, acopiadores, despachantes y brutos. Y mucha fatiga física para poner el pan sobre la mesa de su mujer y de sus hijos. Esa es la manera que tiene el varón de decirles ¡Los quiero! Con obras, con sudor, con el sacrificio de muchas cualidades que podría haber desarrollado si hubiera vivido para sí mismo, intelectuales, poéticas, políticas...
Así que déjate de manotear un corazón que Dios te confió y te encomendó para que lo cultivaras con amor y paciencia, sin reproches amargos, sin sobrexigencias...

MERCEDES: -- Pero lo más feo que me pasa es que aunque lo quiero mucho, muchísimo, cuando pienso en esto me asalta el pensamiento: "Este hombre no era para vos"...

PADRE HORACIO: -- Ahhhh! ¿ves? ¡Ahí lo tenés! ¡Ahí tenés el susurro de Satanás en tu oreja! ¿Así que el hombre que querés y que sabés que te quiere, el hombre que te dijo sí delante de Dios en el Altar y al que tú le dijiste sí delante de Dios en el Altar, y el Dios que los puso delante de Él para decirse el sí que Él mismo les había puesto a los dos en el Corazón ¡Ese Dios resulta que era un falluto? ¡Dejó que sus corazones se engañaran? ¿Te engañó miserablemente? ¿No te das cuenta de quién es esa voz? ¿No te das cuenta lo que te pregunta? Pero sobre todo ¿No te das cuenta de todas las blasfemias que firmás, aceptando interiormente esa pregunta, esa duda contra el amor?

MERCEDES: -- y recuerdo las palabras de una amiga "Pero vos lo elegiste!".

-- PADRE HORACIO – Lo que dice tu amiga es verdad, pero ¡no es toda la verdad! No. No es la mujer la que elige. (Y por lo general cuando es ella la que elige, elige mal). La mujer es elegida. Elegida por Dios, para dársela a un hijo suyo, como amiga y madre de hijos. Elegida por el hijo de Dios, a quien el Padre celestial le pone en el corazón el amor por ella. Lo que hace la mujer es reconocer al que la ama (cuando es capaz de reconocer, y no cuando se equivoca miserablemente) y aceptar el amor que se le ofrece, es decir, responder al amor con amor. Eso hiciste tú. Respondiste con amor a la llamada del amor de tu esposo. Y porque viste amor y apreciaste el amor más que otras cosas, no lo rechazaste esperando otro mejor.

MERCEDES: -- Y cuando mi amiga me dice eso, una sensación de tristeza me invade y me pongo a llorar.

PADRE HORACIO: -- Eso nos pasa a todos cuando escuchamos la voz de nuestro enemigo, en vez de la voz de Dios. Pero más le pasa a la hija de Eva cuando, como su madre, se pone a dialogar con Satanás en su corazón. La voz de Dios siempre nos da paz y alegría. La voz del demonio, inquietud, tormento y tristeza. Es una "prueba promocional" de lo que nos espera si logra arrastrarnos al infierno. ¿Y sos capaz de "comprar" esa tristeza que te dan a probar?

MERCEDES: -- Leo cosas tan lindas en su blog, sobre amor esponsal, ¡David Criado hace unos comentarios tan lindos en el blog!, veo en mi parroquia matrimonios que descubren a Dios después de años de casados y “juntos” caminan hacia Dios...

PADRE HORACIO: -- ¡Cuidado, cuidado! Que veo la tentación que te agarró… Primero que uno nunca sabe cómo es la intimidad de los matrimonios que parecen felices. Pero te lo concedo. Y ojalá sean muchos esos matrimonios que dices, donde los dos tienen una capacidad doctrinal parecida, cualidades de expresión, labia, etc. etc. Pero ojo, - y ahí te agarra la tentación que esta comparación trae pegada a la cola -: ¡También tú caminas junto con tu esposo hacia Dios! ¿Acaso no están caminando juntos en lo que se prometieron ante Dios frente a su santo altar y acaso no lo han venido cumpliendo a lo largo de los años?

MERCEDES: -- Y yo me siento tan sola, tan estúpida, tan incomprendida “por el que necesito” que me comprenda.

PADRE HORACIO: -- ¿No te escucha tu marido cuando le abres tu alma? (Dejemos de lado ahora las quejas que tiene tu alma acerca de él, que más vale no lo mortifiques contándoselas) ¿No te oye, no te escucha? ¿No te trae el sueldo? ¿No te es fiel? ¿Y qué más puede hacer para verte feliz?

MERCEDES: -- Me siento el burro que tira el carro de la familia, y aunque en muchos aspectos no es así, al serlo en la parte espiritual y educativa, me siento mal. Me pregunto ¿dónde yerro?

PADRE HORACIO: -- ¡Pues justamente erras en la parte espiritual y educativa de la que te sientes la única responsable! Porque no conociendo la diferencia entre el modo de ser de varón y mujer, yerras pretendiendo que tu esposo sea tan locuaz como una amiga.
¿Sabes que tu tentación la he visto muchas veces en muchas buenas esposas de buenos maridos? Y es lo que te digo, Satanás quiere convertir a la amiga en enemiga, y pone defectos imaginarios allí donde solamente hay pena del pecado original, limitación de la naturaleza del varón, diferencia en el modo de ser. Y por no entenderlo, ellas se empeñan en cambiar lo incambiable. Pero no saben por dónde empezar para cambiar lo que es cambiable, cultivar lo que es cultivable, enseñar lo que el otro es capaz de aprender... y no insistir en cambiar lo que no es cambiable.

MERCEDES: -- Cuando le hago a mi esposo algún comentario de alguna invitación o actividad apostólica, se levanta y se va... no me contesta nada.

PADRE HORACIO: -- ¿No será que él te necesita “a ti”, y no a tus actividades apostólicas, ante las cuales se siente quizás despojado de la atención de su mujer, del tiempo de estar junto con su mujer? ¿No será que se siente acomplejado e inferior, porque no sabe ni puede despertar por él tu interés, que ve volcarse, en cambio, entusiastamente, empecinadamente, en esas actividades “apostólicas”, mientras el alma se le queda hambrienta de ti? A menudo le pasa al buen esposo que ni él mismo es capaz de ver en el espejo de su inteligencia ese sentimiento tan recóndito y oculto, tan reprimido y sepultado, del que quizás se sentiría culpable y avergonzado, y que por eso mismo, tampoco logra decirlo. O no se atreve, porque no quiere herirte.

MERCEDES: -- Y bueno, entonces no sé qué hacer. Antes dejaba pasar y hacía como si nada... pero nada ha cambiado durante años. Desde hace unos días probé a cambiar de táctica: sólo le hablo lo necesario, ningún comentario, nada de demostraciones de cariño, sólo lo necesario de buena educación... ¡para que él se dé cuenta cómo me lastima su actitud! ¡Lo doloroso que es para mí!

PADRE HORACIO: -- Es lógico. Es la lógica de la tentación de Satanás que te lleva en la dirección que el demonio pretende. Te lleva a regatearle lo que él más desea. Lo que, por conseguirlo, compra a precio de acompañarte en tus hazañas apostólicas, como un escudero a sueldo de tu amor.

MERCEDES: -- Entonces él me pide perdón por su manera de ser (me explica que su corazón se cierra y que no le sale nada), llora... pero hasta ahora nada cambia.

PADRE HORACIO: -- ¡Lo que no cambia es tu corazón de piedra, o la oscuridad de tu inteligencia, que no ve lo que salta a los ojos!

MERCEDES: -- Yo lo perdono

PADRE HORACIO: -- por un momento vence en ti la gracia del sacramento y de tu ministerio esponsal, el consejo del Espíritu Santo, el reproche de la conciencia que despierta el Ángel guardián, oponiéndose a la voz de Satanás. Pero eso, gracias al ministerio de tu esposo, porque, por un momento él deja asomar en su conducta, en su actitud, la confesión muda de algo de lo que siente y necesita, la imploración silenciosa de su alma sedienta de tu atención, de tu amistad, de tu cercanía, que él no sabe amarrar a sí como amarra las barcazas al muelle, desde la mudez de su alma silenciosa y honda... que tú exiges sea locuaz o charlatana....

MERCEDES: -- Yo lo perdono (antes que me lo pida). Vuelve todo a la "normalidad" en nuestra relación, pero dentro de mí crece una feísima sensación

PADRE HORACIO: -- Sí, claro que crece, y crecerá cada vez más, porque la tentación no sentida y no resistida, se agiganta como un cáncer del alma.

MERCEDES: -- Una feísima sensación: "él nunca nada va a cambiar, vas a llegar vieja con él pero sola", "nunca vas a poder tener un diálogo profundo con él", "a él nunca le va a interesar lo que vos te interesa"

PADRE HORACIO: -- ¿No te das cuenta que son las voces que te sopla al oído Satanás? Son como flechas o arpones con que te traspasa el alma, y si te descuidas te mata el amor, como se ve por lo que dices a continuación:

MERCEDES: -- Y tengo miedo de dejar de creer en su amor, dejar de amarlo, de traicionar a Dios por querer un exceso de bien. Dígame, padre, ¿pedir diálogo en pareja es exceso de bien?

PADRE HORACIO: -- ¡Eso, eso! ¡Muy bien definido! ¡Un exceso de bien! A los buenos Satanás no los tienta con males, los tienta con bienes, pero que exigen el sacrificio de los verdaderos bienes. Y luego dudas y me preguntas “pedir diálogo en pareja ¿es exceso de bien?” ¿Pedirle al mudo que hable es la manera de entablar el diálogo con el mudo? ¿O habrá que ponerse a aprender su sistema de señas? ¿No habrá que aguzar el oído del corazón, para escuchar, o adivinar, lo que otro corazón no se atreve a decir? ¿Quizás porque lo ha intentado dar a entender por señas sin lograrlo? ¿Quizás por no dominar el idioma del otro?

MERCEDES: -- Muchas veces siento que hago de madre de mi esposo, porque él reza si yo rezo, va a reuniones si lo invito, se confiesa si se lo pido...

PADRE HORACIO: -- Bueno, supongamos que lo hace por no desagradarte, porque teme perderte, porque te necesita, porque recibe algo de ti, de lo que no puede prescindir, porque espera y desearía recibir otras cosas de ti, que ni siquiera acierta a saber bien qué son, que no sabe, o no se atreve a pedir...

MERCEDES: -- En fin, no lo siento como una ayuda.

PADRE HORACIO: -- Esta frase es bien claramente opuesta a la revelación bíblica. Y diría que es la frase que, casi al final de tu mensaje, me hizo encabezar esta respuesta como lo hice. “No es Adán para Eva. Eva es para Adán”. Ese es el orden y la intención de Dios creador. Bien se ve que esa frase tuya no es tuya sino que te la sopla el Enemigo, de Dios y tuyo. ¡No! No creó Dios a Adán como una ayuda para su mujer sino a Eva como un auxilio, una ayuda para Adán. No está tu esposo destinado por Dios a remediar tu soledad, de la que tanto lloras y te afliges, sino que el plan de Dios es lo opuesto a lo que a todas luces te está sugiriendo y diciendo Satanás, y lo que te está haciendo vivir como un tormento. A todas luces es él -digo-, ¡porque es todo lo contrario de la intención de Dios!

MERCEDES: -- Varias veces le he dicho que él no es solamente el "proveedor de la casa". ¿O es que debo dejar el manejo de la casa y que se arregle él solo?

PADRE HORACIO: -- Él es, como Adán, el que gana el pan con el sudor de su frente y lo pone en la mesa de los que ama, amasado con su sudor y su soledad, con sus largas y aburridas horas atrás del timón, solo y sin quien hablar en su timonera, pasando siempre ante las mismas costas del río.

MERCEDES: -- A veces me dan ganas de ir a hablar con mi párroco y decirle que no voy a trabajar más en la parroquia,

PADRE HORACIO: -- Quizás si descubrieras que el ministerio (es decir el servicio) que Dios te ha confiado en virtud de todo un sacramento como es el matrimonio, es que te ocupes de ese hombre al que te destinó para ser su ayuda y auxilio, para que a través de ti pasara el amor de Dios hacia él, en forma de amor de esposa; quizás si descubrieras la felicidad de empeñarte totalmente en este ministerio santo, sacrosanto, ya no tendrías más ganas de "otros apostolados" que no te asigna Dios sino los hombres, o tú misma.

MERCEDES: -- que me voy a limitar a ir a misa, o dar catequesis, o cosas que yo pueda hacer sola, y él "que joda"...

PADRE HORACIO: -- ¿Y el matrimonio? ¿Dónde queda? ¿Es religioso? ¿Es de Iglesia? ¿¡Viste?! ¿¡Viste que tengo razón!? ¿Viste que para ti, el sacramento del matrimonio no cuenta como algo religioso, apostólico, misional, como una misión del Padre para ti, exclusivamente, y que nadie en tu lugar puede desempeñar? No cuenta lo que para Dios cuenta más. Porque ninguna de las demás cosas que enumeras, salvo la misa, es un sacramento como lo es el matrimonio. ¡Los fieles están desorientados! Y ahí, como sacerdote, tengo que golpearme el pecho.

MERCEDES: -- ¡Pero no puedo hacerlo! ¡Siento que entonces lo estaría abandonando! Y esa tensión es permanente:

PADRE HORACIO: -- Eso te lo da a sentir y entender misericordiosamente el Ángel de la Guarda, el Espíritu Santo, y la gracia del ministerio que tienes como esposa. ¡Si supieras la dicha que te produciría asumir tu ministerio esponsal en su verdad grandiosa! ¡Cómo verías florecer la gracia en tu esposo si te dedicaras más exclusiva o prioritariamente de ser esposa-ministro-de Dios, no esposa fregona, ni esposa yo qué sé qué! Pero eso nadie lo está enseñando, no te culpo.

MERCEDES: -- Siento que estoy trabajando (en la parroquia) en lo que no debo

PADRE HORACIO: -- En esto has dicho buena parte de verdad, porque en la parroquia no estás trabajando en tu ministerio esponsal, que es ser la amiga de tu esposo...

MERCEDES: -- Porque somos una des-pareja, pero a la vez es lo que, me parece necesario, más necesario para nosotros.

PADRE HORACIO: -- Al final siempre triunfa la gracia. Y esta vez también triunfó en ti. Al final, venías, por ti misma, guiada por el Espíritu Santo, que es Espíritu de Amor en la Verdad, como dice el Papa en su última Encíclica, a estar plenamente de acuerdo con lo que te he venido diciendo

MERCEDES: -- ¿Usted qué me dice padre? Su hija Mercedes.

PADRE HORACIO: -- Resumiendo te digo que pido al Padre que quiera defenderte de ese demonio, y te permita descubrir la bienaventuranza de tu ministerio de esposa de "ése hijo de Dios" que te han confiado, para quien eres creada, para quien has sido hecha mejor y más perfecta que él... pero, por lo mismo, más odiada por Satanás y más susceptible de ser engañada por Él

Querida Hija: Tu carta pinta tan bien y de cuerpo entero una tentación muy común del demonio a las buenas esposas de buenos esposos, que sería muy provechoso que me dieras permiso para usarla cambiando todo: los nombres de los personajes, motivos de la tentación, lugares, y todas las circunstancias. Quedaría irreconocible y te la mandaría todavía para que la vieras antes por si te parece que hay que cambiar algo más para hacer todo irreconocible.

MERCEDES: -- Querido Padre: úsela usted como quiera. ¡La tranquilidad que trajo a mi vida su consejo (hace rato que tenía esas tentaciones, aunque nunca tan fuerte como cuando le escribí), no tiene precio! ¡Y si eso le sirve a alguien más... úselo nomás. Y hágalo de la manera que usted crea mejor. Su hija Mercedes

Comentario de David

Hola Mercedes, tal vez me precipite pero debes saber que el varón se proyecta hacia fuera, es decir: puede explicar lo que ocurre en el mundo pero no es capaz de explicar lo que le ocurre dentro de sí mismo y le molesta sobre manera que con la excusa del dialogo la mujer pretenda entrar dentro de él para darle lecciones de lo que tiene que hacer o no.
No te molestes pero tu marido se ha casado contigo no con Dios... además el varón lucha contra el mundo y la mujer contra el demonio.
Por otro lado ocurre que hemos rechazado a los varones en las tareas educativas y ahora pagamos las consecuencias de este horror.
Aquí en España hay dos libros que indican lo que pasa: el primero se llama "mujer liberada, hombre cabreado" y efectivamente así es; el segundo se llama "el varón castrado" y eso es lo que pasa, el movimiento feminista ha castrado el alma de los varones y ahora pagaréis las consecuencias de esto.
La única solución al problema consiste en devolverle al varón la autoridad que la historia le niega pero San Pedro y San Pablo si la reconocen pues primero fue forjado Adán y luego Eva y no al revés... dicho de otro modo, hay que dejar que los varones sean como son en realidad y no como otros quieren.
Hay que respetar la autoridad de los varones y sus pequeñas iras, porque ya lo dijo Salomón: "más vale la rudeza del varón que la zalamería de la mujer"2, es decir: las mujeres del feminismo han castrado a los varones al querer educarlos como nunca pueden ser, y ahora los varones no tienen ni fuerzas ni ganas de luchar...solo esperan que Dios haga un milagro.


---------------------------------------


1 El verbo hebreo que emplea el autor inspirado en el libro del Génesis 2,7 y 19 para la creación del varón y de los animales es el verbo yétser: amasar. Dios amasó al varón del polvo de la tierra y le sopló un alma viviente en la nariz. Dios amasó también a los animales con tierra, pero no les sopló el alma viviente. El varón es creado de manera semejante a los animales, aunque con un soplo diferencial de un alma viviente. Cuando llega la creación de la mujer, leemos: “Construyó (wayíben) Dios la costilla que había tomado del varón en forma de mujer” (Génesis 2, 22). La forma verbal wayyíben pertenece al verbo banáh que quiere decir “edificar, construir”. Se usa para expresar la edificación de una casa, la construcción de una ciudad o de un templo. Y de ella derivan las palabras ben (hijo) y bat (hija). Ella es un ser habitable, fuente de la vida. Madre de todos los seres humanos. Y su misión es hacer del primer varón, cuya única relación era con Dios, es decir religiosa, un ser primero esponsal y luego un ser social. La primera mujer, fuente de la vida humana, es el origen de la casa (la familia) de la ciudad (la sociedad) y el pueblo o nación.

2 Eclesiástico 42, 14





 



Artículo patrocinado.

Gracias a nuestros bienhechores y su generosa ayuda, hacemos posible la publicación de este artículo.

¡Dona Aquí!






Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |