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Mons. Leonard.
Una conversión al Magisterio y a la vida sacramental


Por: Por Enrique Carlier | Fuente: Revista Palabra n° 451



Graham Leonard, antiguo obispo anglicano de Londres, se convirtió el 6 de abril de 1994, después de casi 73 años como miembro de la Iglesia de Inglaterra y casi 30 como obispo anglicano.

—¿Cuál es su dedicación actual y la de otros ministros anglicanos que se han convertido?

—Yo me he especializado en dar retiros espirituales a clérigos diocesanos. Hace poco también di un retiro para los monjes benedictinos de Inglaterra.

Otros trabajan en parroquias, como capellanes de universidades o de hospitales, como profesores, etc. Un converso es ahora el vicario general de la diócesis católica de Westminster.

—¿Cómo vio su mujer la decisión de convertirse?

—Ella quería hacerse católica antes que yo, pero no me lo dijo nunca, para no presionarme debido a mi responsabilidad dentro del anglicanismo.

—¿Qué le llevó a convertirse a usted?

—Llegué a la conclusión de que lo que la Iglesia Romana anuncia y declara es cierto y, al ser así, la obediencia a la verdad del Evangelio me mandaba convertirme.

—¿No fue su decisión una reacción a la ordenación de mujeres en la Iglesia de Inglaterra?

—La decisión que tomé fue una decisión positiva; no estuvo basada sólo en que no pudiera aceptar con limpia conciencia las ordenaciones de mujeres en la comunión anglicana. Aquello fue sólo el detonante.

—Pero la situación del anglicanismo influiría, ¿no?

—Lo que venía ocurriendo desde finales de la década de los sesenta influyó bastante. Algunos ya no consideraban el Evangelio como Revelación que exige obediencia. El relativismo cultural (nada tiene validez permanente) y el mismo deismo del siglo XVIII (Dios no llega a lo concreto) se instalaba en la Iglesia de Inglaterra.

Finalmente, la actitud sobre cuestiones doctrinales me pareció insostenible. En 1974 le fue otorgada al Sínodo general de la Iglesia de Inglaterra una gran autoridad en la interpretación de The Book of Common Prayer y de los Treinta y nueve Artículos, los textos sobre los que se funda la peculiaridad anglicana. A partir de entonces, la doctrina de la Iglesia de Inglaterra dependía de las resoluciones del Sínodo.

No podía continuar enseñando y proclamando el Evangelio en nombre de una iglesia cuyas enseñanzas variaban según el sentido de unas votaciones, como si se tratara de un ateneo o de un círculo de debate.


Razones


—Pero, ¿por qué su acercamiento a la Iglesia católica?

—Dos aspectos de la verdad católica influyeron profundamente en mí: considerar la Iglesia como testigo de la Revelación, y los Sacramentos como fuentes de vida.

Nunca he tenido la menor duda de que el Evangelio fue revelado por Dios y no es producto de la mente humana. Por tanto existe la obligación de obediencia al Evangelio.

Si el sentido de la Revelación se busca en lo que resulta de la mayoría en un debate o en los deseos y aspiraciones de generaciones futuras, entonces no existe obediencia a esa Revelación.

La necesidad del Magisterio ya fue expresada muy acertadamente por el Cardenal Newman. Si hay una Revelación, debe haber también un Magisterio, al que se encomienda la interpretación auténtica de la Palabra de Dios. Y una tradición que nos proporciona el verdadero significado de la Escritura.

—¿Y las otras razones?

—La segunda razón de mi conversión fue llegar a una comprensión más profunda y objetiva de la economía sacramental. Los sacramentos no tienen demasiada importancia en la Iglesia de Inglaterra. Dependen del valor que cada uno les dé. En la Iglesia católica son fundamentalmente acción divina, signos eficaces de la gracia que significan, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia.

Quise convertirme para ser liberado y conducido a esa nueva vida sacramental.

Otra razón más de mi conversión fue nuestro Santo Padre actual y sus propuestas sobre el ministerio petrino, que tiene su origen en la misericordia de Dios.

—¿Cuál fue su primera impresión al entrar en la Iglesia católica?

—Un profundo sentimiento de alivio, sosiego y gratitud, junto con una inmensa alegría, al encontrarme formando parte de una familia que se extiende a lo largo del tiempo, del espacio y de la eternidad.


Preguntas y comentarios al autor de este artículo

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