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Actitudes que muestran que una persona es respetuosa
Virtudes y valores /Virtudes y valores: testimonios de vida

Por: Carlos Padilla Esteban | Fuente: Aleteia

El respeto es un don sagrado.Una actitud sublime en medio de la vida. El amor se cuida con respeto.

cuando se pierde el respeto se debilita el amor. Las heridas surgen cuando me pierden el respeto.

Quisiera respetar al que no piensa como yo. No querer cambiarlo, no querer que piense como yo.

Necesito aprender a respetar los silencios de la persona a la que amo. Respetar sus tiempos, sus formas, sus maneras. Respetar su intimidad, lo más sagrado de su alma.

No tengo derecho a saber lo que no quiere contarme. Respeto su forma de hablar, de amar, de abrazar. Sus actitudes que a veces pueden confundirme.

El arte de respetar

Y respeto con la mirada y con los gestos. Respeto con mis palabras, pocas y delicadas.

Sin ternura, sin tacto, sin delicadeza no lograré nunca adentrarme en el corazón de nadie. Y me sorprenderé echándole la culpa al mundo de mi soledad.

Si no aprendo a respetar nadie me respetará. Si no escucho con respeto nadie me escuchará a mí.

Si no respeto que no hagan lo que aconsejo, lo que pido, lo que exijo, me volveré intransigente y duro.

El respeto es un arte que quiero aprender.Schweitzer escribe al respecto:

“En este punto sólo vale el dar que suscita dar en el otro: comunica a quienes están de camino junto a ti tanto cuanto puedas de tu ser espiritual, y recibe como algo precioso lo que ellos te devuelvan. El respeto por el ser espiritual del otro fue para mí algo evidente desde mi juventud”. King, Herbert. King Nº 2 El Poder del Amor

No puedo exigir

Me arrodillo conmovido ante el misterio de la persona que tengo delante de mí. No puedo presionarla. No puedo abusar de mi posición, de mi autoridad.

No puedo juzgar lo que me dice. Ni querer cambiarla para que sea de otra manera, a la fuerza.

No puedo exigirle que se abra y me cuente lo que sucede en su corazón. Ni puedo influir para que sea como yo espero.

Yo podré darlo todo de mí. Todo lo que hay en mi corazón. Todo lo que yo quiero compartir. Pero el otro podrá permanecer cerrado si no quiere abrirse y contarme lo que pasa en su vida.

Un regalo

El respeto es un don sagrado que necesito incorporar para saber relacionarme con las personas.

Además necesito recurrir a la ternura en todo lo que hago. Tratar con delicadeza, intentar saber lo que el otro siente, lo que le ocurre.

Intuirlo y tratar siempre con ternura, con delicadeza, con mucha misericordia.

Que alguien sea capaz de contarme lo que le sucede es un don inmerecido. Que alguien confíe en mí sin merecerlo es pura gratuidad.

Entender la vida como gratuidad me vuelve mejor persona. Dejo de exigirles a los demás lo que no quieren o no pueden darme.

Puedo arrodillarme ante la belleza de su alma sin querer que sea mejor de lo que es.

Una cualidad divina

Así es como me mira Dios a mí y no me acabo de acostumbrar.

Su abrazo es gratuidad. No se lo puedo exigir. No me lo da sólo cuando respondo a sus expectativas.

¿Qué espera Él de mí? Creo que sólo quiere que sea feliz, que sea pleno. Que no tome decisiones equivocadas y si las tomo que sepa rehacer el camino. Que me mantenga fiel en el lugar donde he logrado ser feliz.

Que sepa reinventarme cuando las cosas no me salen bien. Que no pierda la esperanza cuando fracaso una y otra vez en todo lo que intento.

Que me deje ayudar porque solo no lograré nunca salir adelante. Que sueñe con cosas más grandes de las que ahora vivo.

Que no desprecie

Que no desprecie a nadie, que no ignore a los que me buscan, que no exija más de lo que quieran darme.

Que sepa perdonar siempre porque el rencor me esclaviza y amarga. Que me abra a la gracia de su Espíritu porque sólo dejándome amar por Él acabaré siendo mejor persona.

Que confíe en el futuro aunque esté lleno de incertidumbres. Que navegue por anchos mares en su barca, a su lado, sin exigir que haya siempre pescas milagrosas.

Que trate a los demás con bondad, con ternura, con respeto. El amor que no se da se puede convertir en odio o desprecio muy fácilmente.

Que nunca abuse del poder que otros me dan. Que sepa callar mi opinión incluso cuando parece que todo va a salir mal.

No imponerse

Que no me imponga pensando que lo mío es lo mejor. Que sepa aceptar los errores sin enojarme, todos nos equivocamos.

Que acepte la vida en su verdad, con sus límites, con su pobreza y su riqueza. Que no deje de alegrarme de todas las cosas bonitas que me suceden.

Que no menosprecie a nadie porque todos son mejores que yo en algo, eso seguro. Que no me canse de buscar al que está perdido, al que se aleja. Volverá un día a casa y quiero estar a la puerta aguardando, buscándolo en los caminos.

Que sepa aceptar las derrotas como parte de mi vida, igual que las ausencias y las pérdidas. Que no me crea mejor que nadie y admire siempre a los demás.

Que me calle si no tengo algo bueno que decir de los otros. Que respete la originalidad de cada uno sin buscar algo distinto. Eso es lo que Dios me pide.

Me mira feliz porque me quiere, y me lanza a la vida para que cambie este mundo con mi mirada, con mi ejemplo, con mis palabras.

Y quiere que yo mire a los demás como Él me mira a mí cada mañana. Y los trate con la misma misericordia con la que Él me abraza cada vez que caigo.