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El Padre y yo somos uno
Hispanos Católicos en Estados Unidos /Homilías Mons. Enrique Díaz

Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

Primero tímidamente, después con una fuerza que rompía las fronteras y los idiomas, comenzaron los discípulos a anunciar el Evangelio a todos los hombres. La Palabra de Dios no puede encadenarse y atarse a una sola cultura, sino que está abierta a los hombres de todas las razas y de todos los pueblos.

Es admirable como aquellos hombres sencillos se enfrentan a la cultura de los sabios, dominante en aquellas regiones, y no temen anunciar a Cristo vivo y resucitado también a los griegos, como nos lo narra la primera lectura de este día. La locura de Jesús es contagiosa.

A Él lo acusaban y lo atacaban, sin embargo Él no dudaba en manifestarse como el único y verdadero pastor que hace la voluntad de su Padre. Pues esa misma locura invade a los discípulos que sin más armas que la Palabra y su fe, se lanzan a “conquistar”, nuevas fronteras y nuevos horizontes.

En Antioquía se les comienza a llamar cristianos, una designación que lleva en su misma raíz la misión de Jesús: “ungido” para anunciar la buena nueva. Ahora sus discípulos también son los “ungidos” y también tienen la misión de llevar Buena Nueva. El Papa Francisco nos ha hecho reconocer y estimar más esta importante tarea del cristiano como “ungido”, no como “untuoso” o “grasiento”.

¿Ha perdido su fuerza el evangelio? ¿Por qué los cristianos de ahora parecemos adormilados y aturdidos? ¿Por qué no nos lanzamos a anunciar Buena Nueva a todos los oprimidos, a los que tienen hambre y problemas, a los que viven tristes? Quizás no hemos experimentado ese gran amor que Cristo Pastor nos tiene a cada uno de nosotros.

Quizás en medio de tantas voces que nos aturden y distraen, no somos capaces de distinguir la voz de Jesús que nos está llamando y que a cada momento nos ofrece la vida plena. Necesitamos acercarnos a Jesús y compartir con Él nuestras dolencias y problemas, para llenarnos de su vida y de su palabra. Sólo entonces seremos capaces también nosotros de romper barreras y esquemas y proclamar que Jesús sigue vivo y presente en medio de nosotros.