.
Vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas
Hispanos Católicos en Estados Unidos /Homilías Mons. Enrique Díaz

Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

Iniciamos esta semana que será la última del año litúrgico. Los textos nos irán encaminando a tomar conciencia de que toda persona y que el mismo universo tendrán un fin. Las actitudes que debemos asumir frente a esta certeza de ningún modo tienen la finalidad de asustarnos o de provocar ansiedades, sino de vivir a plenitud cada momento pero con la actitud del peregrino que está siempre en tensión hacia la meta que lo anima en su camino.

El pequeño pasaje que hemos escuchado nos  muestra a Jesús que contempla a los ricos y a la pobre viuda depositando cada cual sus ofrendas en las alcancías del templo. La alabanza de Jesús porque aquella pobre mujer ha depositado todo lo que tenía, nos descubre cuál es la actitud que debemos tener en la vida. No alaba a los ricos pues han echado de lo que les sobraba y sólo como por interés. En cambio ella no ha escatimado y ha confiando en la providencia, pone toda su confianza en la providencia.

Esa es la actitud del verdadero discípulo. No puede vivir de una manera calculadora e interesada, sino que se debe dar a plenitud. Quizás uno de los graves problemas que padecemos actualmente es esa actitud calculadora, de medianía, de querer estar bien con Dios y con el mundo. En la primera lectura el libro del apocalipsis nos mostraba a quienes habían triunfado junto con el Cordero y llevaban marcada la frente con el nombre del Cordero y con el nombre de su Padre.

No se habían avergonzado de manifestarse como discípulos, sino que con sus obras habían hecho resplandecer la gloria de Dios. Los dos textos nos ofrecen una rica enseñanza que cuestiona nuestras actitudes tibias frente al Evangelio de Jesús. No se puede ocultar el mensaje si lo llevamos en nuestro corazón. Las contradicciones que vivimos como sociedad que se dice cristiana y que después se olvida de defender la justicia, la verdad y la vida, han hecho poco creíble el mensaje de Jesús. Las gentes no dudan de lo que dice Jesús, pero se desaniman al contemplar la vida que llevamos los cristianos. Que hoy despertemos este deseo de coherencia, de audacia y valentía que debe tener todo discípulo.