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¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!
Hispanos Católicos en Estados Unidos /Homilías Mons. Enrique Díaz

Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

El ambiente es de intimidad y confianza, son los últimos momentos y Jesús se dispone a hacer su donación plena. Nada mejor que hacerlo en el ambiente de una cena de amistad, pero además de una cena que tiene un fuerte sentido litúrgico y de memorial. Es la cena en que se recuerda la liberación del pueblo y la forma de actuar de Dios a favor de Israel.

Y ahí, en ese ambiente, donde se respira amor e intimidad, se gesta en el corazón de Judas la traición. El que traiciona busca sus propios fines y no parecen detenerlo ni las muestras de confianza, ni el sentido de la compañía de los amigos, ni la máxima muestra del amor. El traidor camina solo, medra solo, come solo.

Aunque parezca que comparta el pan y lo moje en el mismo plato de Jesús, Judas está inmensamente solo en su corazón. Tiene sus intereses, tiene sus pensamientos y tiene sus objetivos. Nada lo detiene y no se pone a meditar los graves daños que ocasiona a Jesús y a los amigos que con él comparten. Pero así es la traición: solitaria, interesada, disfrazada y oculta. Judas traiciona a Jesús y también traiciona a su comunidad… pero lo más grave, se traiciona a sí mismo. Ha perdido el sentido de su vida, ha traicionado su misión y acaba destruyéndose y aniquilándose. ¡Qué fácil es perdernos en nuestras propias traiciones! ¡Qué fácil abandonar los objetivos para los que fuimos creados! La envidia, la ambición, los anhelos de poder, se nos meten en el corazón y traicionamos nuestros ideales, traicionamos a la comunidad y traicionamos a Dios.

Semana Santa es tiempo para acercarnos a Jesús, no para darle el beso traicionero, sino para sentir sus palabras de amigo que busca retenernos: “Amigo, ¿a qué has venido?”. Miremos si nuestra vida no es una traición, si no nos hemos hecho esclavos de nuestras propias ambiciones, si no utilizamos la intimidad y la confianza para lograr nuestros propios objetivos. ¿Qué nos dice Jesús?