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¿Quién es Cristo?
Aprende a Orar /Evangelio Ciclo A, B y C

Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a seguirte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-24

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.

Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucité al tercer día”.

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Quién es Cristo?

En mi segundo año del noviciado, un hermano se me acercó y me pidió ayuda para una especie de encuesta que estaba realizando, el único requisito era responder inmediatamente todas las preguntas sin pensar. El inicio fue sencillo, la repuesta era sí o no, luego fue una palabra y de repente lanzó la pregunta más importante: ¿Quién es Dios para ti? Yo respondí sin pensar y la repuesta me sorprendió mucho.

Así se debió sentir san Pedro cuando Jesús le preguntó quién era Él, porque su repuesta no fue pensada, razonada o meditada sino iluminada por Dios, basada en sus propias experiencias. La repuesta de san Pedro cambió su vida completamente; su fe lo llevó a ser el vicario de Cristo, porque no dio una repuesta lógica o racional sino una repuesta personal de quién era Cristo para él.

A todos nos toca responder esta pregunta, pero, no una sacada de un libro o una copia de otras personas, debe ser una personal, una que sea capaz, no solo de creerla, sino de vivirla. Yo respondí hace cuatro años que Dios era el amor que siempre me esperó. La repuesta puede ser algo simple: mi Señor, mi Dios, lo que sea, pero jamás puede ser impersonal. Y para ti, ¿quién es Cristo?

«Preguntémonos si somos cristianos de salón, de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón. Quien confiesa a Jesús sabe que no ha de dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a «arder» por amor; sabe que en la vida no puede conformarse con “vivir al día” o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo. Quien confiesa a Jesús se comporta como Pedro y Pablo: lo sigue hasta el final; no hasta un cierto punto sino hasta el final, y lo sigue en su camino, no en nuestros caminos. Su camino es el camino de la vida nueva, de la alegría y de la resurrección, el camino que pasa también por la cruz y la persecución.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Encontrar la repuesta personal a la pregunta de quién es Cristo para mí.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.