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Yo soy el Buen Pastor
Clero /Recursos y experiencias pastorales

Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la DiĆ³cesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net

San Rafael Guízar y Valencia

Isaías 61, 1-3: “Me ha enviado a anunciar Buena Nueva a los pobres”

Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”

San Juan 10, 11-16: “Yo soy el Buen Pastor”


Hoy celebramos a San Rafael Guizar y Valencia, obispo mexicano, michoacano, canonizado por el Papa Benedicto XVI el 15 de Octubre de 2006, y proclamado patrono de los obispos de México. Por eso las lecturas de este día nos presentan el perfil de un pastor, de un enviado y de un profeta.

Quizás tengamos la tentación de exigir este perfil solamente a los consagrados y en especial a los obispos. Sin embargo, sin quitar ninguna obligación a los que han sido especialmente llamados, todo cristiano tiene esa misma vocación, ese privilegio y esa obligación. Todo cristiano se debe asumir como profeta, como enviado y como pastor. Esta misión brota del encuentro personal con Jesús y de experimentar su amor. Por eso hoy me llama la atención la figura de pastor que nos presenta Cristo como el que conoce a sus ovejas. Conocer no es solamente saber dar datos de una persona.

Conocer no es mirar los rasgos de un rostro, pues “caras vemos, corazones no sabemos”, y Jesús nos conoce a plenitud y nos acepta como somos. Nosotros vamos por la vida y, aunque no lo queramos, llevamos como especie de máscaras. Algunas personas nos conocen superficialmente, otras conocen un aspecto nuestro, otras solamente nuestro nombre, el cargo o situación que ocupamos dentro de un grupo, de una familia o de una sociedad. Y así nos tratan y así nos respetan o nos ignoran. Pero Jesús conoce nuestro interior y, lo más importante, es que conociéndonos nos ama y así nos llama. Así dirige su voz a cada uno de nosotros. Su voz es una voz amiga que tiene el acento familiar, directo, de quien sabe qué fibras tocar.

No se deja engañar por nuestras expresiones y máscaras porque descubre las razones de nuestras alegrías, de nuestros complejos y de nuestros temores. Sabe descubrir nuestro lado positivo y lo mejor de nuestro corazón. Y al conocernos, su voz es vida para nosotros, tiene el acento que sabe despertar lo mejor de nosotros, nos lanza a la esperanza, nos levanta de nuestros fracasos, nos mantiene alertas en nuestras luchas. Jesús nos conoce y nos ama.

Ésta será la gran fortaleza de nuestra vida. No podemos apoyarnos en ideologías o tradiciones, no pueden sostenernos costumbres ni mandatos, lo único que nos sostiene es saber que Cristo nos conoce y nos ama. ¿Cómo hemos experimentado este amor y este conocimiento de Jesús? ¿Cómo desempañamos nuestra misión de pastor? ¿Conocemos y amamos a los que nos han sido confiados?