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Freeze Aleppo
Diálogo por la paz y la dignidad humana /Construir la Paz

Por: Iacopo Scaramuzzi | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it

Salvar la ciudad siria de Aleppo con una iniciativa de la comunidad internacional que, bajo el ala de las Naciones Unidas, permita la apertura de los canales humanitarios, el enfriamiento del conflicto en curso sin cancelar la soberanía siria sobre la ciudad («freeze», no «free»), y cancele la posibilidad de que, en tiempos breves, la tercera ciudad cristiana del mundo árabe (después de El Cairo y Beirut) acabe como Mosul en Irak, en donde los cristianos fueron expulsados por el avance de los yihadistas del autoproclamado Califato. Es el objetivo del llamado de la Comunidad Sant’Egidio, propuesto nuevamente hoy por su fundador, Andrea Riccardi, durante una conferencia de prensa en la que también se anunció la intención de llevar a cabo un encuentro sobre el futuro de los cristianos en el Medio Oriente en la isla de Chipre del 5 al 6 de marzo de 2015.

«No se ha dado, hasta ahora, la creación de una estrategia de conjunto: no se puede pedir a los cristianos que no migren de la región sin garantías; es necesario un gran pacto internacional», dijo Riccardi. «Me reuní con los cristianos que huyeron de Erbil: dicen que no quieren volver sin garantías. No lo apruebo, pero lo entiendo». Por ello nació la idea de una gran conferencia en Chipre, en el corazón del Mediterráneo, para «juntar» a los representantes de la comunidad cristiana del Medio Oriente, a representantes musulmanes y a personalidades políticas de los países que pretendan comprometerse. Ya hay algunas adhesiones por parte de algunos gobiernos, pero los detalles serán indicados en el futuro. ¿Por qué los musulmanes? «La fuga de los cristianos del Medio Oriente es un drama para ellos, pero también para toda la sociedad. Hoy son perseguidos los cristianos; mañana serán los musulmanes de otra orientación, los musulmanes liberales, las mujeres… defender a los cristianos del Medio Oriente es defender la pluralidad y la democracia del Medio Oriente».

En cuanto a Aleppo, «no se trata de salvar a los cristianos, sino de salvar todo un ambiente», precisó Riccardi, historiador y ex-ministro, quien aprovechó la ocasión de la conferencia de prensa en la sede de las Naciones Unidas de Roma para lanzar el “hashtag” #savealeppo. El llamado comenzó en junio de este año, y cuenta con la adhesión de dos premios Nobel de la paz: Desmond Tutu y Perez Esquivel, además del apoyo de exponentes católicos, musulmanes y judíos, como Kamel Kabtane, rector de la Gran mezquita de Lyon, o Mohammad Sammak, del comité nacional de diálogo islamo-cristiano del Líbano, o rabinos como David Rosen y el amigo del Papa Abraham Skorka. «Obviamente, el apoyo de Papa Francisco ayudaría, pero podría implicar un problema: ¿por qué hacer un llamado por Aleppo y no, por ejemplo, por Homs?». Aleppo está en ruinas y el mosaico de culturas y religiones que representa corre el peligro de desaparecer. «El tiempo es fundamental: no sería digno si tuviéramos que llorar Aleppo como hemos llorado Mosul, que fue una tragedia anunciada», explicó Riccardi. En el mundo globalizado, subrayó el historiador italiano, «somos interdependientes, como demuestra el hecho de que la misma Roma es citada en algunos mensajes delirantes» de los yihadistas del Estado Islámico (EI). Riccardi también condenó «firmemente» el atentado de hoy en contra de una Sinagoga en Jerusalén.

En el llamado de junio, el fundador de la Comunidad Sant’Egidio explicó: «En julio de 2012 comenzó la batalla en la ciudad más poblada de Siria. Sin embargo, sus dos millones de habitantes permanecieron, preservando la milenaria coexistencia entre musulmanes y cristianos. La ciudad está dividida: la mayor parte de los barrios está en manos de los lealistas, pero también hay zonas controladas por los rebeldes. A veces los rebeldes son atacados desde el suroeste por las fuerzas gubernamentales. La gente ya no puede salir de la ciudad, cercada por la oposición, que incluye fundamentalistas intransigentes y sanguinarios. Para los cristianos, salir de la zona gubernamental significa arriesgar la vida. Lo saben muy bien los dos obispos de la ciudad Gregorios Ibrahim y Paul Yazigi, que llevna más de un año secuestrados». En Aleppo hay «muerte en todas partes. La población sufre. La aviación de Assad ataca con misiles y barriles explosivos las zonas que controlan los rebeldes; estos últimos bombardean los demás barrios con morteros y misiles artesanales. Se sufre hambre y por la falta de medicinas. Y existe el horrible soborno del agua, que los grupos yihadistas dejan de abastecer a la ciudad. Es una guerra terrible y la muerte llega desde cualquier parte».

Ahora, en cambio, se vuelve a proponer una «intervención internacional» para liberar Aleppo del asedio, bajo el ala de la ONU («No debemos definir nosotros la solución; en lo personal se me ocurre una acción de los cascos», respondió Riccardi tras las preguntas de los periodistas), con la participación de las grandes potencias regionales, «desde Turquía, que apoya a los rebeldes, hasta Rusia, que apoya a Assad». El corredor humanitario quel leva al Líbano es evidentemente frágil, pero se mantiene y representa una arteria vital para que sobrevivan los habitantes de Aleppo, ciudad que «se sofoca; se corre el peligro del etnocidio, además de las masacres». Lo que es peor es que «no sabemos cuál será el destino de Aleppo en los planes de los autores actualmente en campo». Por este motivo «no queremos cambiar la realidad política y cancelar la soberanía siria sobre Aleppo, sino que se enfríe el conflicto: no “free”, sino “freeze”».