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La castidad, la mejor preparación
Jóvenes /Noviazgo

Por: P. Jorge Loring | Fuente: Para Salvarte

«La castidad consiste en el dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona» ( 1) «La castidad cristiana supone superación del propio egoísmo, capacidad de sacrificio por el bien de los demás, nobleza y lealtad en el servicio y en el amor». (2)

  • La castidad es el gran éxito de los jóvenes antes del matrimonio. Es, además, la mejor forma de comprender y, sobre todo, de valorar el amor.
  • No es una negación de la sexualidad, sino la mejor de las preparaciones para la vida conyugal.
  • Porque es un entrenamiento en la generosidad, en el deber y en el dominio de sí mismo, cualidades tan importantes para el ejercicio de la sexualidad humana.
  • En los jóvenes, la castidad entrena y forma la personalidad.
  • Supone un esfuerzo que va dotando a la persona de solidez en la voluntad y de una sensación de posesión y dominio de sí mismo, que, a su vez, es fuente de profunda paz y alegría.
  • Los jóvenes castos, normalmente, son más constantes en el trabajo y en el estudio, tienen más ilusiones, son más idealistas.
  • La pureza es una virtud eminentemente positiva y constructiva que templa el carácter y lo fortalece. Produce paz, equilibrio de espíritu, armonía interior. Purifica el amor y lo eleva; es causa de alegría, de energía física y moral; de mayor rendimiento en el deporte y en el estudio, y prepara para el amor conyugal»( 3).

El Papa Juan Pablo II dijo a los jóvenes en Lourdes el 15 de agosto de 1983: «Los que os hablan de un amor espontáneo y fácil os engañan.
»El amor según Cristo es un camino difícil y exigente. El ser lo que Dios quiere, exige un paciente esfuerzo, una lucha contra nosotros mismos. Hay que llamar por su nombre al bien y al mal» ( 4).

También Juan Pablo II dijo a los miles de jóvenes reunidos en Rímini (Italia) en agosto de 1985: «¿Quieres encerrarte en el círculo de tus instintos? En el hombre, a diferencia de los animales, el instinto no tiene derecho a tener la última palabra» (5).

Paul Claudel le escribe a su hijo:
Mi querido hijo:
No creas a los que te dicen que la juventud ha sido hecha para divertirse. La juventud no ha sido hecha para el placer sino para el heroísmo.
Porque un joven necesita heroísmo para resistir a las tentaciones que le rodean» (6.)

«Los jóvenes reciben de la oración fuego y entusiasmo para vivir con pureza y realizar su vocación humana y cristiana con un sereno dominio de sí y con una donación generosa a los demás» (7.)Lo que es imposible es guardar la pureza de cuerpo sin guardarla también de corazón y de pensamiento (8.)

Si no vigilas tu imaginación y tus pensamientos, es imposible que guardes castidad.
El apetito sexual es sobre todo psíquico.
Si no se arrancan las raíces de la imaginación es imposible contener las consecuencias en la carne.
Por eso es necesario saber dominar la imaginación y los deseos.
El apetito sexual aumenta según la atención que se le preste.
Como los perros que ladran cuando se les mira, y se callan si no se les hace caso.

«La sexualidad ha de ser vivida bajo el signo de la cruz y la redención. Y desde esta perspectiva había que interrogarse sobre el valor positivo de la abstinencia sexual durante el noviazgo» (9.)

La pureza no puede guardarse sin la mortificación de los sentidos.
Quien no quiere renunciar a los incentivos de la sensual vida moderna, que exaltan la concupiscencia, es natural que sea víctima de tentaciones perturbadoras, y que la caída sea inevitable.
La pureza no se puede guardar a medias.
Con nuestras solas fuerzas, tampoco; pero con el auxilio de Dios, sí.
Quien -con la ayuda de Dios- se decide a luchar con todas sus fuerzas, vence seguro.
No es que muera la inclinación, sino que será gobernada por las riendas de la razón.

  • En la vida hay que entrenarse.
  • Entrenarse es hacer un esfuerzo cuando no hace falta, para saber esforzarse cuando haga falta.
  • El que no sabe decir no cuando pudiera decir sí, no sabrá decir no cuando tenga que decir no.
  • El que no sabe privarse de lo lícito por ensayo, no sabrá privarse de lo ilícito cuando sea necesario» (10.)

Muchos quieren liberarse de la moral católica que consideran represiva, y lo que hacen es caer en la esclavitud del pecado que degrada al hombre.
El yugo de Cristo es suave y ligero (11), si se lleva con amor y voluntad corredentora.

Dice el gran moralista belga José Creusen: «La impureza, sin ser el más grave de los pecados, es el más frecuente de los pecados graves.
La castidad, sin ser la más perfecta de las virtudes, es una de las más necesarias. (...).
En materia de castidad lo más fácil es el dominio completo. Andar a medias es muy peligroso» (12).

«La explotación de la sexualidad por sí misma y sobre todo, con el único fin de conseguir la satisfacción sexual, es funesta, tanto para la vida individual como colectiva» (13)

Aunque los pornócratas, para defender su negocio, dicen que la virginidad ha dejado de ser virtud, y nos presentan la homosexualidad y la masturbación como cosas naturales, por encima de todas las palabras de los hombres está la ley de Dios que nos señala lo que es bueno y lo que es malo.

Hoy se oyen con frecuencia palabras de menosprecio hacia la virginidad. Generalmente provienen de personas que la han perdido.
Como en el cuento de la zorra y las uvas, es natural menospreciar lo que uno no es capaz de conseguir.
Pero las joyas no pierden valor porque haya personas que son incapaces de apreciarlas.

Si hubiéramos de responder ateniéndonos a duros hechos externos que definen masivamente nuestra sociedad, tal vez hubiéramos de concluir que, a juicio de muchos, la castidad, hoy, es todo lo contrario de un valor: es un antivalor que hay que arrumbar para siempre. Si fue un valor, hoy es un lastre.
Pero si la respuesta la damos analizando la naturaleza misma de la castidad, contrastada con el concepto filosófico del valor para el hombre, entonces hay que concluir que la castidad es un valor, un valor por sí mismo, primario y absoluto por su bondad intrínseca y por la conveniencia esencial con la naturaleza humana.
Acaso todo depende del concepto que tengamos de castidad. Si la entendemos como una represión, una mutilación, un comportamiento negativo, una actitud desnaturalizante, entonces no es ni puede ser un valor.

¿Qué es entonces la castidad?

Sencillamente, la castidad es el ordenamiento de la potencialidad sexual del hombre en consonancia con su condición específica de persona racional, inteligente y autodeterminativa...
»Ser un esclavo de los instintos en el campo sexual, le convierte en animal, lo desnaturaliza de su condición de persona libre y de su condición de sujeto autodeterminativo. Usar mal de la capacidad sexual, es una traición a la sexualidad humana. Al ser la castidad la recta ordenación de las fuerzas sexuales y de la afectividad en el hombre en consonancia con los fines específicos de la sexualidad y con la condición integral de la persona como ser inteligente y dueño de sus instintos, no cabe duda que la castidad perfecciona al hombre en su misma condición de hombre. Una perfección en lo esencial siempre es un bien. El bien, en sus múltiples formas, es un valor.

Una joven de 16 años dice:


Con la castidad yo pienso que aprendemos a respetarnos a nosotros mismos y a no hacernos animales.
Los animales lo hacen todo por instinto.
Si nosotros no tuviéramos un principio regulador, un medio para dominar nuestros instintos nos haríamos como ellos.
Es bonito que aprendamos a valorar algo que nosotros tenemos y ellos no tienen.
Es una satisfacción disfrutar de algo adquirido por tu propio esfuerzo, por tu decisión, por tu voluntad.
Con la castidad voluntaria yo me hago superior a los animales. Esto creo que tiene su belleza y su valor...

¿Te es fácil vivir la castidad a los dieciséis años?


-En principio, me cuesta, como creo que les cuesta a los demás. Pero debo confesar que a mí me es fácil vivirla.
-¿Por qué te es fácil?
-En primer lugar, me doy cuenta de que no merece la pena perder la castidad por el placer sexual de un momento. Pero acaso me cueste poco por la educación que he recibido desde mi infancia...
-¿Encuentras valores en la castidad?
-El saber que nuestro cuerpo tiene un destino superior al de dejarlo aquí en la tierra. Los planes de Dios sobre los hombres nos hablan de una glorificación de nuestro cuerpo en la vida futura. Aparte de la glorificación corporal donada por Dios, tiene que ser también un don de este cuerpo, el haber sabido conservarlo íntegro, inmaculado, como Él nos los dio.

Y una joven madre soltera contesta:


-En realidad, no ha sido la castidad mi fuerte. Para mí prácticamente no ha existido. No he sido casta. Pero hoy, que me he dado cuenta, la considero maravillosa. Para mí la castidad no ha entrado en mi vida por el hecho de haberme apartado de Dios. Hoy creo que la encontré y la veo fenomenal.

-¿Te atreverías a decirme por qué no has sido casta?
-Sí. No he sido casta por el hecho de no pensar, por vivir al margen de todo. Tal vez por comodidad, por dejadez. Te dejas llevar por cualquier impulso.

-¿Cuándo diste el cambio?
-Al mes de dar a luz tuve la oportunidad de estar sola, pensar mucho, y me di cuenta de que había algo más que todo aquello que había vivido. Y vi claro que aquel Dios que mis padres y mi colegio me habían enseñado, existía realmente y era algo verdadero... Si amo ahora la castidad es porque le amo a Él... Dios importa mucho para mi vida.

-¿Qué otros valores crees que tiene la castidad?


-Creo que hay otros valores. Antes, que no era casta, que me dejaba llevar por los impulsos, no era libre. En cambio, ahora que tiendo más a ser casta, me siento más libre, me he liberado de mis impulsos.

Al dejar esos impulsos a un lado, el mismo cuerpo gana serenidad, dominio, salud, belleza.
Y hasta dignidad, porque el cuerpo no debe ser sólo un instrumento del placer, sino un medio de realizarse en la vida cumpliendo una misión» (14).

Por otra parte, la castidad es fácil de guardar, si se busca el auxilio de la gracia de Dios, y se fortifica el alma con los sacramentos de la confesión y la comunión.
El mejor consejo que se puede dar al que ha empezado a rodar por la pendiente del vicio es comunión frecuente y confesión con un Director Espiritual fijo.
Es un remedio seguro para corregirse y salir del pecado. No hay pecador que resista.
El sacramento de la confesión, además de ser un remedio curativo, es un remedio preventivo.
La Comunión y la Dirección Espiritual dan fuerza y luz para obrar con eficacia.

Se puede, por tanto, hablar, y hay que hacerlo, de un imperativo de la pureza que se impone a los novios, no como una coacción penosa cuya única finalidad sería crearles molestias, sino como una fuerza interior que vivifica el amor elevándolo y manteniéndolo en un plano superior.
Esta pureza pretende estar libre de todo desprecio hacia el cuerpo y se basa, al contrario, sobre el respeto soberano a la carne, a la que restituye su equilibrio, eliminando los elementos de defección que son un peligro para ella.
En cuanto al amor mismo, lo consolida; y prepara así la felicidad de que gozará la pareja cuando se halle ligada por la vida común» (15)( 16).

La castidad protege vuestro futuro amor. Los jóvenes que han sabido estar a la altura de su deber son los que sabrán después estar a la altura de su amor. El amor conyugal, les va a exigir entrega, generosidad y sacrificio, y ellos ya traen un buen entrenamiento en todo esto.
Además, el mejor regalo que podréis haceros unos esposos es el de un cuerpo y un alma íntegros.
La castidad juvenil es un esfuerzo. Pero es un esfuerzo que lleva consigo una recompensa inmensa.
Un esfuerzo que va reforzando y madurando tu personalidad. Es un esfuerzo que lleva consigo una profunda alegría. Un esfuerzo que comprenden y practican los que saben qué es el amor»( 17).

Los jóvenes reciben de la oración «fuerza y entusiasmo para vivir con pureza y realizar su vocación humana y cristiana con un sereno dominio de sí y con una donación generosa a los demás» (18).

El mundo se ríe de la pureza y de la castidad, como si se tratara de cosas trasnochadas y pasadas de moda.
El mundo dice: «Hay que darse el máximo de satisfacciones en la vida».
Pero Cristo dice: «Véncete a ti mismo, toma tu cruz, procura entrar por la puerta estrecha» (19).
El mundo dice: «¡Hay que liberarse de viejos tabúes!».
Pero Cristo dijo: «Bienaventurados los limpios de corazón» (20).
El mundo dice: «El amor no es pecado. Lo que se hace por amor es bueno». Pero la Biblia limita las relaciones sexuales al matrimonio: «Absteneos de la fornicación»( 21) «Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros»(22).

Notas


1. Sagrada Congregación para la educación católica: Pautas de educación sexual, nº 18. Revista ECCLESIA, 2155 (24-XII-83)23 regresar
2. Conferencia Episcopal Española: Ésta es nuestra fe, 2ª, III, 7, 2, 1, b. EDICE. Madrid, 1986. regresar
3. MANUEL VIERA: Vida sexual y psicología moderna, VI, 1. Ed. Mensajero. Bilbao. regresar
4. Diario YA, 16-VIII-83, pg. 15 regresar
5. Diario YA, 27-VIII-85, pg. 30 regresar
6. BERNABÉ TIERNO: Valores humanos, 4º, III, 2. Ed. Taller de Ediciones. Madrid. 1998. regresar
7. Sagrada Congregación para la Educación Católica: Orientaciones sobre el Amor Humano, 46 regresar
8. ANTONIO ROYO MARÍN, O.P: Teología Moral para seglares, 1º, 2ª, II, nº 492s. Ed.BAC.Madrid. regresar
9. R. SIMÓN: Una educación sexual dinámica, Colofón. Ed. FAX. Madrid. regresar
10. EDUARDO ARCUSA, S.I.: Eternas Preguntas, VIII, 4. Ed. Balmes. Barcelona regresar
11. Evangelio de SAN MATEO, 11:28ss regresar
12. EDUARDO ARCUSA, S.I.: Eternas preguntas, IV, 2. Ed. Balmes. Barcelona. regresar
13. Varios autores: Sexualidad y vida cristiana, 3ª, VI. Ed. Sal Terrae. Santander, 1982. regresar
14. J. R. LEBRATO: Junto al erotismo, 1ª, II. Ed. Studium. Madrid, 1974. Breve pero interesantísimo libro en el que se exponen unas entrevistas sobre la castidad a gran variedad de personas. regresar
15. CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, VI, 3. Ed. Herder. Barcelona, 1970MANUEL VIERA: Vida sexual y psicología moderna, VI, 1. Ed. Mensajero. Bilbao regresar
17. ROBINSON: Educación sexual y conyugal, 1ª, III, 12. Ed. Mensajero. Bilbao. Precioso libro que deberían leer todos los jóvenes a partir de los 18 años. Informa admirablemente de todo lo que deben saber los jóvenes y los esposos sobre la vida sexual. regresar
18. Sagrada Congregación para la Educación Católica: Orientaciones educativas sobre el amor humano, nº 46regresar
19. Evangelio de SAN MATEO, 16:24 regresar
20. Evangelio de SAN MATEO, 5:8 regresar
21. SAN PABLO: Primera Carta a los Tesalonicenses, 4:3 regresar
22. Carta a los Hebreos, 13:4 regresar