El cine dentro de la leyenda negra |
Sectas, apologética y conversos / | Apologética: Leyendas Negras de la Iglesia |
Por: Catholic,net | Fuente: Catholic.net |
Hasta mediados de los años sesenta los westerns giraban en torno al eje "blanco bueno"/"piel roja malo", exaltando el esfuerzo colonizador de los americanos de los siglos pasados. Las primeras dudas sobre las bondades de los descendientes de los refugiados protestantes de sus perseguidores, también protestantes, de Inglaterra comienzan a modificar el argumento de este género dramático.
Poco a poco, las mutaciones ideológicas fueron cambiando las expresiones culturales y se llegó al extremo directamente opuesto al primero: "piel roja bueno" / "blanco malo". Sólo se agregó un elemento: si antes el "piel roja" era malo porque era un guerrero salvaje e incivilizado que se oponía militarmente a la acción civilizadora del hombre blanco, ahora el hombre blanco es malo (malísimo) por su perversidad y es su civilización es repudiable. Es mil veces preferible, dice la moraleja de las producciones posteriores, la vida casi animal de estos "buenos salvajes" a la vida socialmente civilizada occidental. "Danza con lobos" es un muy buen ejemplo de este fenómeno.
Esto supone dos consideraciones: la visión "tribalista" como propuesta social y la leyenda negra de la colonización americana. En esta ocasión nos concentraremos en la segunda.
El problema, por lo tanto, comienza en el momento que este nuevo paradigma genera un pensamiento social "políticamente correcto", que acepta esta visión como correcta y rechaza cualquier otra versión de los hechos. El temor a "romper" el consenso logrado por la voz unísona de los medios de comunicación reafirma la grosera manipulación de la verdad que trabajamos en este espacio.
Hasta la segunda guerra mundial, quienquiera que criticase la gesta de patriotismo "blanco" del coronel George. A. Custer, mártir de la civilización anglosajona, quedaba automáticamente "excomulgado" de la sociedad norteamericana. Hoy en día, esta pena de muerte recaería sobre quien llegase a hablar mal de Toro Sentado y los sioux que aquella mañana del 25 de junio de 1786, en Little Big Horn, acabaron cruentamente con las vidas de Custer y todo el Séptimo de Caballería.
Guerra psicológica
Cuando en el siglo XVI las protestantes Gran Bretaña y Holanda se arrojaron a la conquista marítima, la católica España resultaba ser su rival en predominio de océanos. Odiándola por motivos políticos, económicos y religiosos, comenzaron a forjar una guerra psicológica muy ácida y duradera. Sus servicios de propaganda dieron inicio a una campaña de calumnias contra la conquista española. Aquí nace la "leyenda negra" de la conquista hispana.
Hoy por hoy, como con todo lo que no está de moda en el mundo moderno, esta leyenda es retomada por los tradicionales enemigos de la iglesia y por un importante grupo de "católicos" revolucionarios, quienes reclaman grito en cuello contra las celebraciones por los cinco siglos del descubrimiento de América y en estos días por el aniversario de Brasil.
Se suman, inadvertidamente o no, a la larga campaña de sloganes que la Europa y América protestante lanza contra la Europa y América católica. Frases cliché que acusan de lo que ellos mismos cometieron y que no ocurrió del lado de la Cruz de Cristo.
Hoy son sus mismos historiadores – nada sospechosos de ser simpatizantes de catolicismo o de España - escriben con el historiador calvinista Pierre Chaunu: "La leyenda antihispánica en su versión americana en su versión norteamericana (la europea hace hincapié sobre todo en la Inquisición) ha desempeñado un saludable papel de válvula de escape. La pretendida matanza de los indios por parte de los españoles en el siglo XVI encubrió la matanza norteamericana de la frontera Oeste, que tuvo lugar en el siglo XIX. La América protestante logró librarse de este modo de su crimen lanzándolo de nuevo sobre la América católica"
Visión objetiva
Con frecuencia en los análisis históricos se peca de falta de objetividad por juzgar con valores actuales los sucesos del pasado. Esto no significa relativizar el juicio valórico de los sucesos, sino extirpar ciertos moralismos actuales que no son reales, que suponen una "moral" moderna y postmoderna que juzga enloquecidamente las cosas. Desde una perspectiva objetiva tenemos que condenar sin reserva los errores ocurridos en l período analizado, pero sin rasgar vestiduras por la "monstruosa" noticia del descubrimiento y civilización europea en América, maldiciendo la hora en que se produjo al estilo del cuestionado activista verde Jacques Cousteau quien declaró en 1992 que la llegada de la Colón a América "fue un desastre peor que la lluvia de meteoritos que acabó con los dinosaurios en la prehistoria"
Aquí la premisa tribalista de "cada uno en su tierra sin invadir otra" queda desvanecida por el absurdo ante el dinamismo y realidad de la historia. Toda civilización es el fruto de una mezcla frecuentemente nada pacífica. La misma epopeya del Pueblo de Dios suponía conquistar una tierra prometida ocupada por tribus locales. Los mismos europeos provienen de invasiones y nuevas invasiones que mezclaron sus sangres e hicieron nacer las distintas culturas que dan alma al Viejo Mundo.
Estas "buenas almas" finen ignorar que los imperios maya y azteca estaban cimentados en la violencia y se mantenían gracias a una sanguinaria opresión que ejercían como pueblos invasores sobre los habitantes anteriores sometidos a esclavitud.
Preguntas obvias
A los agitadores opuestos al hecho de la colonización se les puede dirigir una pregunta directa y apabulladora: ¿cómo explicar las increíbles victorias de un puñado de españoles contra miles de guerreros fuertes, bien alimentados y conocedores de los secretos de los accidentados y riesgosos terrenos? ¿Cómo explican estos triunfos que no se basaron ni en los escasos y pocos prácticos arcabuces ni en los escasísimos cañones inutilizados a menudo por la humedad y las lluvias ininterrumpidas ni en los caballos que se anegaban en los pantanos y ni podían ser lanzados a la carga en las tupidas selvas conquistadas?
Los revolucionarios responderán con su acostumbrado silencio y continuarán repitiendo sus sloganes favoritos. Pero lo cierto es que estos éxitos se debieron sobre todo – en su aspecto humano – al universal apoyo de los indígenas oprimidos por los aztecas, mayas e incas. De hecho, los españoles fueron recibidos mucho más como liberadores que como usurpadores.
Preguntemos otra vez a los "iluminados" enemigos de la conquista: ¿cómo fue posible que en más de tres siglos de dominio hispánico no se produjesen revueltas contra los dominadores de la Corona católica, a pesar que era numéricamente muy inferiores y de que por este simple hecho estaban permanentemente expuestos al riesgo de ser eliminados de la tierra que conquistaban.
¿Ignoran acaso estos pretendidos historiadores y críticos que en los cincuenta primeros años de colonización, desde 1509 hasta 1559, es decir, el período que va desde la conquista de Florida hasta el Estrecho de Magallanes, los españoles que llegaron a las Indias Occidentales fueron, por año y para toda América, poco más de quinientos? Si. Exactamente 27.787 en 500 años.
Los mismos puritanos ingleses, que veían, según su interpretación bíblica, a los indígenas no como hermanos sino como animales o hijos de Satanás, no son esa "raza limpia" anglosajona como pretenden sus xenófobos propagandistas, sino britanos. Éstos, a su vez, fueron sometidos primero por los romanos y luego por los bárbaros germanos – precisamente por los anglos y los sajones – que exterminaron cruentamente a buena parte de los indígenas y a la otra la obligaron a huir hacia las costas de Galia donde, después de expulsar violentamente a los habitantes originarios, crearon lo que se denominó Bretaña. Por lo demás, ninguna de las grandes civilizaciones, ni la egipcia, ni la romana, ni la griega ni la judía, se crearon sin las correspondientes invasiones y consiguientes expulsiones de los habitantes anteriores.
Por lo tanto aplicar este juicio a la conquista europea de las Américas sin considerar la enseñanza y evidencia de la historia nos obliga a denunciar esa utopía moralista a la que le gustaría una historia llena de reverencias, buenas maneras y de "faltaba más, pase usted primero"
Aún aceptando esto, debemos declarar, con los historiadores contemporáneos, que una conquista es algo perfectamente natural y que, por lo tanto, es lícito establecer comparaciones entre los procesos. Y la católica brilla con luz propia en la historia.
El historiador Jean Dumont escribe: "Si, por desgracia España (y Portugal) se hubiera pasado a la reforma, se hubiera vuelto puritana y hubiera aplicado los mismos principios que América del Norte ("lo dice la Biblia, el indio es un ser inferior, un hijo de Satanás"), un inmenso genocidio habría eliminado de América del Sur a todos los pueblos indígenas. Hoy en día, al visitar las pocas "reservas" de México a Tierra del Fuego, los turistas sacarían fotos a los supervivientes, testigos de la matanza racial, llevada a cabo además sobre la base de motivaciones "bíblicas"."
Las cifras cantan: mientras los pieles rojas que sobreviven en Norteamérica son unos cuantos miles, en la América ex española y ex portuguesa, la mayoría de la población o bien es de origen indio o es fruto de la mezcla de precolombinos con europeos y (sobretodo en Brasil) con africanos.
La leyenda negra anticatólica y antihispanista
Historia de la Iglesia en América
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